Los pacientes que son ciegos debido a una lesión en las partes visuales superiores del cerebro refieren que no tienen en absoluto ningún sentido visual. Cuando se les pide que cojan un objeto situado en su campo visual, como un lápiz luminoso, preguntan a qué nos referimos, ya que no pueden verlo. Si, no obstante, se les dice que adivinen e intenten agarrarlo de todos modos, suelen realizar con éxito esta tarea en un porcentaje muy superior al que se derivaría de la pura suerte. De hecho, algunos pacientes agarran el lápiz luminoso nueve de cada diez veces, aunque en cada ocasión refieran que no tienen ni idea de dónde se halla el objeto y que intentan adivinarlo al azar. La explicación parece ser que el antiguo sistema visual, situado en el cerebro medio, se halla intacto en estos pacientes y los guía a la hora de asir el objeto, aunque, como esta región no está interrelacionada con las áreas superiores del cerebro, estas personas no tienen una conciencia clara de la ubicación del lápiz luminoso.
En El cerebro accidental de David Linden
Cada vez tengo más clara la idea de lo poco que controlamos a nivel consciente. Somos una máquina automática con una lucecilla arriba que no se entera de prácticamente nada aunque, la pobre, se vanagloria de tener el control absoluto.
PD: ¿No podría verse este experimento como otra prueba a favor de la ilusión del libre albedrío? El ciego está convencido de que elige libremente buscar el lápiz luminoso en tal o cual sitio cuando sabemos que su cerebro medio es el que ha hecho todo.
Para más razones véase El yo no es un comandante… es un farsante
Curioso, realmente curioso.
Yo antes de entrar en debate sobre cerebros accidentales me enteraría bien de si esto es un simple cuento chino porque hasta donde yo sé esta facultad pertenece a las habilidades paranormales como la adivinación, telequinesia, doblar cucharas con la mirada, etc. etc.
Otra cosa es que estos individuos hayan desarrollado una habilidad especial para explorar físicamente la zona con un hábil gesto de «arrebañamiento» que pueda engañar al observador inexperto y cándido. O tal vez estén compinchados con el probo investigador y se repartan al 80/20 el beneficio de las conferencias/libros.
Saludos.
Hay que tener cuidado con los embustes pero en este caso nos basamos en la autoridad de un prestigioso profesor de universidad.
http://en.wikipedia.org/wiki/David_Linden
Digamos que son los cuerpos humanos (cerebro incluido) los que han desarrollado libre albedrío. Mientras que lo que nos hagan hacer coincida con nuestras «imaginarias decisiones», ¿cuál es la diferencia?. Si pensamos la conciencia como una emergencia funcional del cuerpo, es el cuerpo el que imagina sus propias decisiones, aunque lo haga nosecuantos milisegundos después de tomarlas. Si somos consecuentes con esa postura, es el cuerpo el que dice «yo». Un cuerpo con un cerebro dañado no coordina sus propias funciones, ve lo que no ve, sabe hacer lo que no sabe que sabe hacer, etc…
Demos la vuelta al calcetín. Bajo esa «lucecita arriba», se perfilan los contornos del cuerpo y del mundo entero, incluidos los átomos de Demócrito y los dioses griegos, Spiderman y los agujeros negros. Para no darse cuenta prácticamente de nada, no veas si cunde.
Es que lo que llamamos, poéticamente, libre albedrío, debe llamarse atención selectiva. Y esto parece un hecho derivado de las propiedades físicas y químicas del cerebro.
Vide: http://www.researchgate.net/publication/26794992_Brain_preparation_before_a_voluntary_action_Evidence_against_unconscious_movement_initiation
Masgüel:
No es una armonía preestablecida leibniziana, no es que las decisiones que toma «mi cuerpo» coincidan casual o paralelamente con las que pienso yo. Es que «mi cuerpo» hace cosas y mi mente cree falsamente que las ha decidido ella, se inventa esta justificación para la acción cuando no tiene nada que ver con ella.
En lo referente a la «lucecita» no ha hecho tanto como crees. Lo mayormente responsable de las grandes cosas que ha hecho el hombre ha sido una conjunción de sistemas inconscientes en colaboración con ella. Mi inteligencia o mi memoria funcionan, según nos van diciendo muchos experimentos, de modo muy inconsciente. La consciencia parece reducir más y más sus funciones.
Durante gran parte de la historia (hasta el siglo XIX) no existía la idea de inconsciente. Todo el mundo creía tener un control racional absoluto de su vida y ser consciente de todo lo que pasaba en ella. Se creía que la lucecita iluminaba más que el sol. Ahora sabemos que esa luz se parece más al LED del aparato de DVD.
José Manuel:
Sobre los experimentos de Libet ya hablaré en una nueva entrada. También son muy interesantes los de Daniel Wegner.
Un saludo.
«No es una armonía preestablecida leibniziana, no es que las decisiones que toma “mi cuerpo” coincidan casual o paralelamente con las que pienso yo. Es que “mi cuerpo” hace cosas y mi mente cree falsamente que las ha decidido ella, se inventa esta justificación para la acción cuando no tiene nada que ver con ella.»
Quizá me he expresado mal. Desde la perspectiva que presenta la conciencia como estructura funcional del cuerpo (una de tantas formas de entender la conciencia, yo también ejerzo aquí como abogado del diablo), no habría coincidencia casual ni paralela. Simplemente nos daríamos cuenta de haber elegido unos milisegundos después de haber elegido. Entre distintas posibilidades, el cuerpo elige la que quiere, pero no elige querer la que quiere. Esa es la forma en que algunos compatibilizan determinismo y libre albedrío.
Podemos verlo de otra manera, incluso dando por bueno que somos nuestro cuerpo. No se limita a elegir lo que ha aprendido a elegir, aunque también hace tal cosa. Además crea constantemente estructuras nuevas, nuevas posibilidades para la elección. Hay una relación entre la complejidad de un sistema y su capacidad para reorganizarse y producir novedad. Los sistemas biológicos suponen una aceleración en cuanto a la creación de nuevas estructuras. Los animales que son capaces de aprender conductas nuevas imitando a sus congéneres producen cultura, otro pisotón al acelerador. Y entre esas especies, además hay una que cuenta con pulgares oponibles que le permiten manipular su medio con relativa facilidad. La tecnología salta al terreno de juego. Con ella, el ritmo de introducción de novedad en el universo crece exponencialmente.
En ese caso el libre albedrío no sería capacidad de elegir sino capacidad de crear. Todas las estructuras complejas (¿hay alguna que no lo sea?) tendrían esa capacidad de reorganizarse y crear novedad y las más complejas serían capaces de hacerlo más rápidamente.
Masgüel:
No entiendo bien lo que dices.
«Entre distintas posibilidades, el cuerpo elige la que quiere, pero no elige querer la que quiere. Esa es la forma en que algunos compatibilizan determinismo y libre albedrío.»
Aquí sólo veo determinismo puro y duro. El cuerpo hace lo que hace, ni siquiera elige hacer nada, hace lo que tiene programado hacer sin más. Claro que no elige querer la que quiere, porque es algo ya impuesto.
No obstante, incluso si aceptamos esa exponencial generación de novedad por todos lados, no veo en ello nada que tenga que ver con el libre albedrío. No veo conexión entre nuevo y libre. Mi mente podría crear algo que nadie ha creado de un modo absolutamente determinista.
Piensa en un aparato que consiste en un lápiz con ruedas encima de una hoja de papel. Supongamos que el movimiento de las ruedas se activa mediante un dispositivo tal que es plenamente errático. El dibujo que hará en la hoja será nuevo, una creación única, pero… ¿habrá algo de libertad en esa creación?
Definir libertad como capacidad de creación y no de elección es un mero truco. Para crear algo nuevo tiene que darse como condición de posibilidad el poder elegirlo. Tendrás que tener una entidad tal que pueda elegir o seguir haciendo lo mismo de siempre o hacer algo nuevo.
«Aquí sólo veo determinismo puro y duro.»
Pues precisamente a esa postura la llaman determinismo debil o suave. Afirma que nada sucede sin causa, pero la causa de nuestra conducta es, en cada caso, una emergencia de nuestra capacidad para planear y ensayar una amplia variedad de respuestas alternativas para adaptarnos a cambios en el medio.
La variante que propongo supondría que la variedad de respuestas que en cada caso podemos producir no está prefijada. Claro que cuentan las respuestas dadas con anterioridad, sobre todo las exitosas, porque las convertimos en hábitos. Condicionan nuestra conducta y dan forma al contexto en el que creamos nuevas respuestas adaptativas.
«Para crear algo nuevo tiene que darse como condición de posibilidad el poder elegirlo.»
Al revés, para poder elegirlo primero hay que crearlo. El lapiz con ruedas efectivamente crea algo nuevo pero no lo elige. Además, si el dispositivo motor es totalmente errático el dibujo no formará una estructura. El factor de aleatoriedad (o la causa final o lo que sea, vete a saber) presente en la conducta de cualquier sistema es el que le permite adaptarse a los cambios, sustituyendo sus patrones organizativos por otros (ya sea gradualmente o a saltos).
Lo que hacen los sistemas complejos al producir nuevas respuestas adaptativas es ampliar su horizonte de posibilidades. Si puedes hacer A, B o C, eres más libre que cuando solo podías hacer A o B. Y si C, además, lo has inventado tú, te conviertes en autor de tu propia libertad. A mí no me parece un truco. Quizás la libertad consiste en eso.
Precisamente «Investigación y ciencia» publica este mes un artículo bastante interesante sobre la visión ciega.
Masgüel:
Es que todo lo que me cuentas son subterfugios para meter como sea la libertad. Si suponemos que a la hora de planificar mi acción «surge una emergencia» que hace que elija una cosa que antes no elegiría sin dicha emergencia, esto no implica libertad alguna. Insisto que novedad o creación y libertad son dos cosas muy diferentes.
Ni tampoco impredictibilidad ni si quiera indeterminación implican libertad. Si tiramos una moneda al aire y suponemos que no hay forma alguna de predecir si saldrá cara o cruz, la moneda NO ELIGE libremente sacar cara o sacar cruz. Y ni aunque ocurriera una novedad radical, que la moneda cayera de canto o que se quedara suspendida en el aire, tampoco habría ningún tipo de libertad de elección.
Ampliar tu horizonte de posibilidades NO ES SER MÁS LIBRE. Un dado de cincuenta caras no es más libre que un dado convencional de seis. Por mucho que existiera un «generador de novedad» que multiplicara exponencialmente el abanico de acciones, no habría libertad por ningún lado. La libertad sólo puede entenderse como libertad de elección y para ello sólo es necesario que existan dos opciones.
Ok. Pues no somos libres. Si a mí, con que cada vez que crea que hago algo porque quiero, resulte que eso que hago es lo que quería aunque, sin darme cuenta, yo no haya elegido querer lo que quiero, me vale.
Ok. Eres un robot que se autoengaña felizmente. No obstante, el creer realmente que estamos determinados no sé como afectaría, en el caso de asumirlo de verdad, a mi quehacer cotidiano…
Es interesante pensar en cómo funcionaría un sistema legal determinista. Allí ya no valdría el concepto de responsabilidad ni los atenuantes (actuó bajo los efectos del alcohol…). De hecho no habría culpables ni inocentes, pero eso no destruiría el sistema penal. A falta de un control absoluto de las conductas de los criminales, la finalidad de las cárceles no sería ni la justicia ni el castigo, sólo la protección y la reinserción. Pensándolo bien, quizá sería un sistema más eficaz y realista que los actuales.
Un saludo.
Curioso el fuego cruzado a que viene siendo sometida, desde hace ya unos cuantos milenios, la idea del libre albedrío. Los extremos, como de costumbre, se tocan, y los partidarios acérrimos de Natura se alían con sus archienemigos defensores de Cultura para vapulear a quienes insisten -insistimos- en aferrarse al trasnochado concepto de la responsabilidad individual sobre los propios actos. Qué quieren que les diga. Negar la capacidad de elección no es sino una elección en sí misma. Deprimente y medrosa como pocas, pero elección al fin y al cabo.
http://antoniolopezpelaez.com
Antonio:
Perdona por el tiempo que he tardado en validar tu comentario, pero es que no entiendo por qué WordPress los manda directamente a la papelera como spam.
Al tema: ¿Estás seguro que negar la capacidad de elección es una elección? ¿Qué es una elección? ¿Puedes definirla sin caer en circularidad?
Un saludo
Curiosa coincidencia propiciada por el determinismo: yo acabo de publicar una entrada sobre el mismo tema, y más o menos con el mismo mensaje
.
Saludos
La cuestión importante es esta: Después de un largo proceso de computación para encontrar la mejor opción posible, llega el momento de decidir. Entonces aparece el Yo, investido de púrpura y pregunta: Y bien, ¿cuál es vuestra opinión, estúpidas neuronas?
– Pues señor Yo, hemos pensado que lo mejor sería hacer esto o aquello.
– Vale, se os agradece los servicios prestados pero hacerlos a un lado porque ahora es cuando yo entro en juego con mi sublime libre albedrio.
Y entonces ocurre el milagro del libre albedrio.
– Pese a todo, y a pesar de que habéis elegido la mejor opción, yo decido hacer otra cosa.
– ¿En base a qué?
– A mi libre albedrio, ¡Por supuesto!
Y esta es la explicación que aportan los defensores del libro albedrio.
A mí me parece que lo mejor, lo único que puede hacer el Yo es refrendar lo que se ha decidido por la única instancia con capacidad de decisiones inteligentes y, si acaso, darse la satisfacción de creer que la decisión la ha tomado él en base a su libre albedrio, una propiedad sobrenatural sin duda que no le impide caer en los más fragantes y lamentables errores.
En resumen, si el libre albedrio existiese, el Yo debería tener acceso directo a la esfera celeste de la Verdad para decidir más allá del cálculo neuronal. La única cuestión que queda por aclarar es por qué se equivoca continuamente, si es que tiene acceso a la Verdad.
Saludos.
Buen tema:
El libre albedrio nace en la consciencia que es unidad mente y cuerpo, por lo tanto al igual que una opcion sugerida externamente, la consciencia en si misma es otra opción ¿que capacidad de lectura de nuestra consciencia tenemos en la experiencia intuitiva, o en la respuesta aprendida, o en la evocación episódica de la vida diaria, en un lapsus mental ? Fluye la mente y el timonel de la consciencia es sin duda la atención. Es muy probable que tengamos ceguera atencional de nuestras intuiciones, las celulas espejo estan incorporando realidades a cada instante, como las interpretamos? Hay procesos que ocasionan expansion de consciencia al punto en que la energía transpersonal parece una onda de un telar invisible y cierto, un olor que no está en el aire, e incluso la percepcion difusa de un umbral de comprension lectora erratico que nos obliga a volver a leer. Si la lectura de la intraconsciencia es sugerida, tangencial, que tiempo tomaría saber que tu decisión se atiene a unas reglas de juego que desde ahora ya están explícitas? Si la mente tuviera un codigo binario reproduciría mensajes gramaticales o iconicos, sin embargo, hay un mensaje que se percibe como existencial, que abarca tu totalidad consciente, y solo tu puedes saber si esta teñido emotivamente y como¡
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