Professor Michael Gazzaniga

Siempre que hablamos de consciencia no podemos quitarnos de encima el significado de la palabra. Ser conscientes de algo significa que «alguien», una determinada instancia o entidad actúa siempre como sujeto pasivo o activo del acto de ser consciente. Carecería de sentido decir que se es consciente de algo sin que alguien fuera consciente de ese algo. Una consciencia pura sin sujeto es un sinsentido. Así, no podemos prescindir del homúnculo, de un yo, de un agente receptor de la consciencia, a la vez que, al investigar el cerebro no encontramos nada, ningún módulo funcional que se encargue de tal tarea, del que pueda decirse que es el yo.

Cuando tenemos un robot que persigue con éxito la consecución de un objetivo, podemos hablar de él como un agente racional. Para conseguir sus objetivos, maneja información de su entorno de manera inteligente. Sin embargo, el robot no es consciente de nada. Por eso entendemos que el robot no tiene un yo, aunque con él hayamos demostrado que un agente puede poseer y usar información de modo lógico. Poseer información no es ser consciente de ella.

Unos experimentos que han arrojado algo de luz sobre el tema son los trabajos sobre hemisferios escindidos realizados por Michael Gazzaniga. Pacientes con graves crisis epilépticas, mejoraban muy significativamente si se les practicaba una callosotomía, si se les cortaba en gran cúmulo de fibras nerviosas que conecta ambos hemisferios cerebrales. De primeras, lo curioso de la operación es que los pacientes salían de ella sin notar cambio alguno después de una cirugía muy agresiva. Se encontraban bien, mejor que nunca ya que sus ataques habían cesado, y no eran conscientes de tener el más mínimo problema. Sus habilidades cognitivas permanecían intactas y realizaban una vida de lo más normal. Pero Gazzaniga no se conformó y decidió hacerles una serie de experimentos. La información visual llega a los hemisferios cerebrales a través del quiasma óptico. Allí se produce una inversión: la información percibida por el ojo izquierdo llega al hemisferio derecho y viceversa. Lo interesante es comprender que, después de la callosotomía, lo que el hemisferio derecho ve mediante el ojo izquierdo, no lo ve el hemisferio izquierdo, a no ser que el ojo derecho también lo vea. Los experimentos consistieron en enviar información visual solo a un ojo, sin que el otro pudiera ver nada, para comprobar si cada hemisferio percibe la realidad de modo diferente o tiene distintas habilidades. Y así sucedió: el hemisferio izquierdo puede hablar y realizar todo tipo de inferencias lógicas, mientras que el derecho no habla y tiene una comprensión muy limitada del lenguaje (es capaz de interpretar palabras y relacionarlas con imágenes), tiene muy poca capacidad de inferencia y, prácticamente, se limita a aquello sobre lo que puede tener sentimientos. Es por ello que, a grosso modo, solemos decir que el hemisferio izquierdo es el racional mientras que el derecho es el emocional.

Por ejemplo, si al hemisferio derecho (HD) de un paciente con el cerebro escindido, se le presentaba una imagen de agua y otra de una olla, era capaz de relacionarlas con sus respectivas palabras «agua» y olla». Sin embargo, si después se le mostraba una serie de imágenes variadas entre las que se encontraba una olla llena de agua, no era capaz de establecer ninguna relación entre lo que había visto antes y la olla llena de agua. Por el contrario, el hemisferio izquierdo (HI) podía hacerlo sin ningún problema. Del mismo modo, si al HD se le mostraba una lista de objetos, y luego le mostraban otra en la que faltaban algunos, era capaz de reconocer cuáles faltaban. El HI fallaba más, ya que realizaba extrapolaciones. Si, por ejemplo, en la primera lista había una cucharilla de plástico y en la segunda una de plata, el HI decía que no faltaba ninguna cuchara ya que, en virtud de su similitud, establecía que ambas eran la misma. El HD era «más literal», mientras que el HI razonaba.

Con respecto a la consciencia, estos experimentos pusieron en la palestra un debate muy interesante: en estos pacientes, ¿dónde residía su consciencia? La respuesta parecía indicar la presencia de dos consciencias, puesto que, dependiendo de a qué hemisferio se le preguntara, solo era consciente de la información que ese hemisferio recibía. Por otro lado, y sorprendentemente, los pacientes no encontraban nada raro y afirmaban tener la misma única consciencia que habían tenido siempre. ¿Cómo era eso posible si ambos hemisferios estaban incomunicados? ¿Cómo el paciente no se daba cuenta de que le faltaba la mitad de la información? Gazzaniga nos da una respuesta muy sugerente:

Por ejemplo, una de las pacientes con el cuerpo calloso escindido desarrolló, varios años después de la operación, la capacidad de emitir palabras simples desde el hemisferio derecho. Esto nos planeta una situación interesante, porque resulta difícil saber cuál es el hemisferio que toma la palabra cuando el paciente habla. En una entrevista describió la experiencia que tenía al ver fotografías de objetos que se proyectaban en una pantalla en sus diversos campos visuales: «Por ese lado [señalando una fotografía por el lado izquierdo de la pantalla, proyectada en su hemisferio derecho], veo la fotografía, lo veo todo más claro; en el lado derecho me siento más segura, en cierto sentido, con mi respuesta». Por los ensayos anteriores sabíamos que el hemisferio derecho era más eficaz en todo tipo de juicios perceptivos, de modo que sabíamos que la afirmación sobre su claridad visual provenía de su hemisferio derecho, así como que su centro de habla segur, situado en el hemisferio izquierdo, era el responsable de la otra afirmación. Aunó las dos apreciaciones, una de cada hemisferio, pero al oyente le parecía una afirmación totalmente unificada, procedente de un sistema integrado. Sin embargo, intelectualmente sabemos que se trata de informaciones procedentes de dos sistemas distintos que nuestra mente entrelaza al escuchar a la paciente.

¿Quién manda ahí?, Michael Gazzaniga

La consciencia debe ser un fenómeno local, generado por variados sistemas alojados en diferentes partes de nuestro cerebro. No está exclusivamente alojada en el HI (como creía John Eccles) ni en el derecho. La idea es que cuando enunciamos una frase somos conscientes de ella, a la vez que también lo somos del objeto que estamos percibiendo, a pesar de que ambas tareas se realicen en partes diferentes e, incluso, incomunicadas de nuestro cerebro. Podemos entender la consciencia como un «espacio virtual» al que muchas partes de nuestro cerebro pueden tener acceso y otras no. Por ejemplo, por mucho que queramos no podemos tener acceso consciente a las tareas de nuestro sistema inmunitario más que como malestar o dolor. El «malestar» sería un informe consciente bastante poco preciso de lo que pasa en una zona de mi cuerpo que está siendo atacada por una infección. Lo interesante es descubrir que muchas partes diferentes de nuestro cerebro tienen acceso independiente a ese espacio virtual informativo. No hay un centro al que llegue la información para, desde allí, hacerse consciente, sino que los distintos módulos funcionales pueden acceder por si mismos a la consciencia. No hay un único «conscienciador» situado en un punto concreto, sino que hay muchísimos. Gazzaniga, y otros como Dennett, defienden que hay una especie de competencia entre módulos por acceder a ese espacio. Cuando estamos hojeando un libro somos conscientes de las frases que vamos leyendo pero, de repente, se oye un ruido estridente en la habitación. Automáticamente, dejamos de ser conscientes de las letras y nos centramos en el sonido. El módulo lector ha dejado el acceso a la consciencia al módulo del oído.

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¿Por qué estos pacientes no notan nada raro? ¿Cómo es posible que todo les siga pareciendo normal teniendo los dos hemisferios incomunicados? Gazzaniga responde que para darse cuenta de que algo va mal hay que tener un sistema de vigilancia que nos lo diga. Si tenemos a un individuo que se queda ciego porque se ha dañado su nervio óptico, hay un módulo en su córtex visual que detecta que hay problemas con la señal. Diría algo así como «no nos llegan datos del ojo, informa a la consciencia». Empero si el daño se da en el mismo córtex visual, si el detector de problemas visuales falla, no hay nadie que alerte a la consciencia de que algo va mal. Hay muchas sorprendentes enfermedades mentales en las que el paciente no sabe que está enfermo, sencillamente, porque sus detectores de enfermedad fallan y no acceden a la consciencia.

Sin embargo, seguimos sin poder desprendernos del homúnculo. De acuerdo, la conciencia no se genera en un único punto, pero, ¿para qué la consciencia? Si la consciencia consiste en un sistema en el que se nos informa de ciertos acontecimientos relevantes… ¿a quién se está informando? Si pensamos que se hace a algún tipo de entidad de toma de decisiones… ¿no sabemos ya, a partir de los experimentos de Libet, Wegner o Haynes que las decisiones no se toman a nivel consciente? ¿Para qué perder el tiempo informando a algo que no toma decisión alguna? Gazzaniga da mucha importancia a lo que él llama el intérprete: un módulo esencialmente lingüístico, que se encuentra en el hemisferio izquierdo y que se encarga de dar sentido narrativo a todo lo que nos ocurre. Hay ciertos trastornos mentales en los que los enfermos están ciegos pero creen que no lo están. Cuando se les dice que en una sala hay un objeto que, realmente, no está, y se les pide que lo describan, lo hacen con todo lujo de detalles. ¿Por qué? Porque su intérprete tiene que justificar como sea la creencia inicial de que no están ciegos. Si no se inventara la descripción de ese objeto inexistente, reconociendo que no puede verlo, habría una incoherencia con la creencia inicial, y el intérprete detesta las incoherencias. De todas las fabulaciones y razonamientos (no siempre se inventa mentiras, la mayoría de las veces explica correctamente la realidad) del intérprete, somos plenamente conscientes. Hay, entonces, un fuerte interés en ser conscientes de sucesos con sentido. ¿Para qué? ¿Quién necesita ser informado de que su realidad tiene siempre sentido?

Una solución posible consiste en poner entre paréntesis los experimentos de Libet y demás, que niegan que la consciencia tenga algo que ver con la toma de decisiones. Quizá sea cierto que muchas de ellas se den a nivel inconsciente aunque nos parezca lo contrario, pero otras parece que no. Una decisión fruto de una planificación compleja a nivel consciente es imposible que se tome de forma totalmente inconsciente. Si yo quiero tomar la resolución de mover una pieza de ajedrez en una partida, antes de hacerlo, sopeso conscientemente un amplio abanico de jugadas posibles. Quizá, después de mucho meditar y si soy un buen jugador, al final me decida por un movimiento que anticipa varias jugadas posteriores. Sin toda esta anticipación realizada a nivel consciente, no hubiera tomado la decisión de mover tal o cual pieza. Es decir, las decisiones que se realizan después de una compleja planificación consciente no pueden realizarse únicamente a nivel inconsciente. Téngase en cuenta que los experimentos de Libet me dicen, únicamente, que yo soy consciente de que he tomado una decisión, después de que inconscientemente la he tomado, pero no dicen nada del proceso anterior de gestación de la decisión. Es posible que en el instante de la ejecución de la decisión el inconsciente tome el mando, pero tiempo antes, se necesita de la consciencia para planificar la acción.

La consciencia sería el workspace del que hablan Dehaene, Edelman o Baars. Sería «un lugar» donde cierta información se hace operativa para poder trabajar con ella y tomar decisiones. Así podríamos librarnos del homúnculo: en la consciencia no se informa a nadie de nada, solo se «pone» la información en un «lugar» en el que se la puede integrar, combinar o complementar con más información para tomar decisiones más complejas. Esto aún no soluciona el problema del por qué de la consciencia, ya que podríamos seguir diciendo que un computador puede planificar a largo plazo de modo completamente inconsciente, pero hay que tener en cuenta de que la evolución trabaja con lo que tiene y quizá encontró el camino de la consciencia como el mejor para realizar determinadas tareas. Tal vez, sin precisos transistores de silicio, la consciencia fue una buena opción y, quién sabe, a lo mejor existen funciones para las que la consciencia es condición necesaria.

comentarios
  1. Antonio Orbe dice:

    Complicado, Santiago. Quizá algún día tengamos la respuesta. Me temo que nos falta información relevante que la ciencia proporcionará algún día pero aún no tenemos.

    Hay decisiones inconscientes y conscientes. Las de Libet eran conscientes (levantar una mano) pero simples. La conciencia ayuda a la planificación de actos y simulación del futuro. Además, nos permitimos ser conscientes de lo que queremos (con la salvedad que haces de procesos internos como temperatura). Nunca se sabe para que va a servir ser conscientes de mover el brazo.

    Me cuesta menos prescindir del homúnculo. ¿Quién piensa? Yo ¿A quién se informa? a mí. Si buscamos una estructura interna, siempre podríamos continuar hasta el absurdo ¿qué electrones de qué átomos son responsables de la conciencia?

    En cuanto al workspace. Quizá se descubra una zona. Creo que no. El espacio de la conciencia es todo el cerebro. Imagina un coro. Todos están ahí. A veces cantan y a veces callan. (Oh no, no me preguntes quién escucha)

  2. Hola Antonio:

    Prescindir del homúnculo es lo realmente problemático. Si lo aceptamos tenemos una entidad extraña, «mágica» que, además, nos lleva a una regresión ad infinitum: el homúnculo tendría que tener dentro otro homúnculo y así hasta el infinito. Pero si no lo aceptamos tenemos los problemas que expongo en la entrada. La solución es postular que la consciencia, simplemente, es un «punto de encuentro» entre información generada en diferentes partes del cerebro, que sirve para planificar acciones, sin necesidad de «informar a nadie». Puede entenderse, como bien dices, como un coro pero claro… de nuevo, ¿quién escucha? Si decimos que nadie, tenemos el problema de plantear experiencias subjetivas sin sujeto… ¡Sentir dolor sin nadie que lo sienta!

    El workspace no es un lugar real, solo es una forma de hablar para decir que «en él», la información se hace operativa para ser utilizada de diversas formas. Por ejemplo, en él se ponen en común diferentes aprendizajes almacenados en la memoria de diferentes modos, diferentes informaciones procedentes de distintas modalidades sensoriales (sonidos, sabores, imágenes, palabras…), de modo que pueden ser utilizadas para planificar acciones complejas.

  3. Estimado Santiago:
    El homúnculo es claramente un comodín una explicación provisional pero absolutamente insuficiente para avanzar en el verdadero conocimiento del funcionamiento cerebral, en eso estamos claros.

    La función del homúnculo surge automática e inevitablemente en cualquier teoría o hipótesis acerca de la mente, e incluso, del funcionamiento cerebral, cuando se parte del supuesto de que la información adquirida sensorialmente, se procesa o debe ser procesada en un sistema o subsistema independiente de los propios mecanismos que permiten su adquisición. Es decir, éste ente imaginario se hace indispensable en la explicación, por el solo hecho de agregar un paso más en el procesamiento información, distinto de los directamente relacionados con la adquisición o formación de la información.

    En un esquema como este no se supone que la información obtenida sensorialmente, tenga algún valor en si misma, sino que simplemente se trata de señales electro químicas neutras respecto del contenido informativo que transfieren hasta el subsistema capaz de interpretarlas, quien sería en definitiva el que le otorgaría valor.

    En estas circunstancias la simple lógica indica que cualquiera sea el sistema que interprete esta información deberá a su vez tener sus propios mecanismos, equivalentes a los sensoriales para acceder y manejar la información una vez internalizada. Es en este punto donde surge la recurrencia del homúnculo ad infinitum, es decir, siempre se necesitará de un nuevo sistema capaz de interpretar al anterior, en un circulo sin fin.

    La solución a este problema es simple, aunque nada fácil de entender:

    Tenemos que olvidarnos de ese subsistema encargado de interpretar o manipular la información, puesto que simplemente no existe. ¿Entonces cómo?, pues bien, para que ello fuese así la lógica nos indica que la información tendría que tener un valor en sí misma, sin embargo, ¿pero cómo puede ser esto posible?, pues bien, las señales sensoriales llegan hasta unas neuronas que al ser activadas transforman esa información químico-eléctrica en emisión de sustancias estimulantes, ello, mediante la activación de diferentes glándulas. A su vez estas sustancias estimulantes son las generadoras de conductas, todo ello sin pasar por ningún tipo de “post selección y o revisión”.
    Estas neuronas serían las encargadas de entregar automáticamente significación y por lo tanto valor a la información sensorial recibida.

    Así pues, sin la necesidad de ningún homúnculo las señales sensoriales pueden directamente desencadenar conductas.

    Saludos

  4. Ananías de Cantimplela dice:

    La consciencia no es privativa del ser humano. Por eso no hace falta ningún homúnculo para ser consciente. De hecho podemos mandar al homúnculo a tomar por el de sus dos últimas sílabas a la hora de estudiar la consciencia. No nos hace falta ni más ni menos de lo que es necesario un orangutanúnculo, un gorilúnculo, un chimpancelúnculo, o, sin ir más lejos, un perrúnculo, un gatúnculo o un pollúnculo. Pero aún cabe exprimir y limitar más el grado de necesidad en el estudio de la consciencia: la conscienca de los demás, lo que no es autoconsciencia, no sirve para nada. Por eso el trabajo de Gazzaniga y sus congéneres desde Wolcott hasta Fuster pasando por todos los neurocientíficos cognitivos, es un trabajo baldío y , por tanto, una farsa, una pirueta absurda y estéril. De hecho sabemos tanto de la conciencia como sabíamos hace 20, 200 ó 2000 años. Sirve, eso sí, para que estas destacadas personalidades publiquen sus elaboradas y sofisticadas teorías universitarias (pajas mentales) y puedan ser concientes de los privilegios que les otorga la ola de admiración a la que nos tienen acostumbrados estos nuevos próceres de la cultura a los que nada tiene que envidiar cualquier bonobo, o cualquier asno, a la hora de ser conscientes. Más claro, agua.

  5. Jacinto dice:

    Te preguntas ¿quién escucha? Tú, claro. No escuchan tus orejas, no escucha tu nervio auditivo ni tampoco el cortex auditivo primario. Escuchas tú usando todo eso y nada más. Ser consciente es otro tema. Puedes estar en estado vegetativo y percibir sonidos e imágenes, del mismo modo que una ameba percibe ciertos estímulos, indispensables para sobrevivir. La consciencia surgió, creo yo, después. En mi opinión, a medida que los organismos fueron logrando captar más y más información de su entorno y de si mismos, más iban necesitando herramientas que les permitiesen organizar y dar coherencia a lo que estaba pasando y situarse a sí mismos en ese medio. Esa presión selectiva fue modelando sistemas progresivamente más conscientes de si mismos, en la medida que esa consciencia permitía una mayor complejidad cognitiva, que era la que permitía mejorar su capacidad de adaptación.

    Es decir, si nuestros antepasados pudieron empezar a usar herramientas y a hacer planes fué porque los módulos cognitivos que les permitían hacerlo funcionaban de un modo organizado y coherente. De lo contrario no se habrían seleccionado. Esa organización y coherencia no surge sin más de la nada sino que se fue moldeando progresivamente con el desarrollo cognitivo. Por ejemplo, hacer planes implica coordinar muchísima información sobre uno mismo y sobre lo que pensamos que piensan otros, sobre lo que estimamos que puede ocurrir con otras variables (clima, imprevistos, etc) y todo ello actualizándose constantemente con la nueva información que nos va llegando. Desde un punto evolutivo es un verdadero super poder, y solo es posible si tanta información se integra y coordina bien. Los mecanismos que hacen eso posible son los que hacen nos hacen conscientes.

    Especulación e insomnio. No me toméis muy en serio…

  6. yack dice:

    Sergio, esto que cuentas vale muy bien para un zombi, para un ordenador o para una aspiradora, con solo cambiar neuronas por transistores, pero lo que plantea Santiago es que además de todas estas explicaciones mecanicistas existe la certeza subjetiva de que tenemos conciencia «humuncular» de nuestra existencia, de la realidad y de algunos procesos internos.

    Un ordenador puede manejar colores con más precisión y eficacia que tú, pero damos por supuesto que no perciben los colores como una sensación subjetiva. Vamos que no tienen ningún humúnculo en su interior, ni falta que les hace.

    Hay quien afirma que la actividad concienciadora del humúnculo, es solo un autoengaño o un error de la mente, otros, que se trata de una propiedad emergente casual, y otros que es una propiedad emergente esencial para el despliegue de las capacidades intelectuales de la inteligencia humana. ¿A qué grupo perteneces tú?

    Saludos.

  7. Estimado Yack:

    Yo pertenezco al pequeño e insignificante grupo de los que buscamos respuestas cuyos argumentos se sustenten en procesos biológicos.

    Saludos

  8. yack dice:

    Pues en este caso, me gustaría conocer tu explicación biológica del problema o, alternativamente, oírte decir que no crees que exista el problema.

    Saludos.

  9. sirnewton3813 dice:

    Muy interesante Santiago lo de los estudios de Michael Gazzaniga, yo creo que estos experimentos lo que demuestran es la enorme plasticidad y comunicación entre distintas áreas cerebrales, y como la consciencia las unifica armónicamente incluso con desconexiones parciales entre ciertas áreas cerebrales.
    Aunque realmente para efectuar el experimento de una forma satisfactoria, tendrían que estar incomunicados totalmente los dos emisferíos cerebrales, (en el caso de que sea posible) de esa manera se veria que cada hemisferio tiene su propia consciencia con sus propias habilidades cognitivas.

    Al no haber comunicación ninguna entre los hemisferios la consciencia de un hemisferio no podría superponerse a la otra consciencia del otro hemisferio, por decirlo de alguna manera residirian dos yoes muy parecidos pero independientes en el mismo cuerpo.

  10. sirnewton3813 dice:

    Sergio:

    Dices que ciertas neuronas suministrarían significación a las información sensorial recibida, pero entonces donde se situaría la consciencia, en las neuronas, en la significación o en la relación de la neurona con la información sensorial?

  11. Estimado Jack:

    Mi explicación biológica acerca de estos problemas esta en la teoría que he elaborado y que puedes obtener en el siguiente enlace: http://www.evolucionhumana.cl/Teoria_de_la_funcion_cerebral.pdf

    Se trata de un texto un poco extenso 57 páginas. Un resumen de 5 páginas lo puedes encontrar en: http://www.evolucionhumana.cl/Resumen_de_la_Teoria_de_la_funcion_cerebral.pdf

    Estaría muy agradecido de cualquier crítica u observación luego de que la leas.

    Saludos

  12. Estimado Sirnewton:

    Por supuesto que si alguien piensa que la conciencia es una cosa como un objeto o sustancia, lo lógico es preguntar donde se encuentra. Ahora bien, si la conciencia es el resultado de algunos procesos, entonces lo que hay que buscar y encontrar son las funciones orgánicas capaces de generar la idea de conciencia.

    El concepto de conciencia alude principalmente al saberse a sí mismo, pues bien, para saberse deben darse ciertos procesos relacionados con la memoria, no obstante que ni los procesos bioquímicos ni la propia memoria son la conciencia.

    Veamos una analogía con el concepto de velocidad. Resulta que la velocidad no está en la naturaleza física del objeto que se mueve y tampoco está en el marco de referencia espacial que permite verificar ese movimiento, en consecuencia la velocidad está en la relación dinámica y transitoria entre ambos sistemas, el objeto y el marco de referencia.

    Pues bien, el concepto de conciencia alude a un fenómeno dinámico y transitorio que se produce durante determinados procesos de evaluación de las condiciones perceptivas en comparación con los recuerdos que se poseen en la memoria.

    En resumen, la conciencia no esta en los objetos ni sus propiedades, ya sean neuronas, redes neuronales, u otros órganos, sino en los efectos que son capaces de producir durante su operación conjunta.

    Por todo lo anterior afirmo que la conciencia no es una propiedad de los objetos, sino de su operación, y es en esta en el único sentido en que puede considerarse una propiedad emergente.

    Saludos

    PD: en mi anterior respuesta a Jack coloqué los enlaces a los textos en que explico en forma extensa el cómo, el cuándo, y el porqué, sobre todo desde el punta evolutivo, se producen cada uno de estos procesos.

  13. yack dice:

    Sergio, si estuviésemos discutiendo, tres siglos atrás, sobre la capacidad de volar de las aves, supongo que dirías que esta facultad no reside en las plumas, en los huesos ni en los músculos, sino en la coordinación adecuada de todos esos elementos mediada por el sistema nervioso. Y también dirías que sabes cómo (agitando las alas), cuando (cuando el primer reptil levantó el vuelo) y porqué (porque quería ir más rápidamente de un lugar a otro).

    Luego vendrían unos fabricantes de bicicletas sin conocimientos de biología y sin haber oído hablar de la teoría evolutiva y demostrarían, sin proponérselo, que ni los músculos, ni las plumas, ni los huesos formaban parte de la solución del misterio. Y que la solución estaba incluso fuera de la biología y tenia que ver con planos inclinados que se desplazaban a cierta velocidad a través del aire.

    Y a partir de su enfoque original se entendió el misterio que envolvía al vuelo de objetos más pesados que el aire.

    Describir los elementos que concurren cuando tiene lugar un determinado fenómeno misterioso y decir que el fenómeno se explica por la interacción de esos elementos no es explicar nada y ni siquiera garantiza que esos elementos sean necesarios para reproducirlo. Según tu explicación, ¿se necesitan neuronas, o valdrían también los transistores? ¿Podría tener una máquina conciencia «homuncular»?

    Explicar el fenómeno de la conciencia pasa necesariamente por aportar alguna idea nueva (porque las que manejamos no lo explican ni de lejos) que nos ayude a avanzar, aunque sea un milímetro, hacia el núcleo del problema.

    Y me estoy refiriendo siempre al tipo de conciencia que nos permite vivenciar ciertos procesos mentales y que es objeto de este debate.

    Saludos.

  14. Estimado Jack:

    Disculpa que te pregunte pero, ¿leíste completo el texto?

  15. yack dice:

    Lo he leído y no he encontrado, no ya una explicación, sino una sola mención al problema que nos ocupa. Y por cortesía no voy a entrar a calificar el texto.

    Solo añadiré que, cuando afirmas categóricamente que:

    «la conciencia no esta en los objetos ni sus propiedades, ya sean neuronas, redes neuronales, u otros órganos, sino en los efectos que son capaces de producir durante su operación conjunta.
    Por todo lo anterior afirmo que la conciencia no es una propiedad de los objetos, sino de su operación, y es en esta en el único sentido en que puede considerarse una propiedad emergente.»

    me siento «estuporado» al recordar que en el post anterior, despachaste mi propuesta sobre la conciencia, que califiqué desde el comienzo como puramente especulativa, con la condescendencia del sabio reconocido y venerado que se dirige con displicencia a un estudiante particularmente lerdo:

    «la vida es dura y no se gana nada afirmando cualquier cosa, o lo primero que a uno se le ocurra, lo verdaderamente importante son las pruebas y o argumentos utilizados para respaldar esas afirmaciones.»

    Si hemos de confiar en ti, en tus pruebas y en tus argumentos para desentrañar el misterio de la conciencia, sería más prometedor ordenarse monje tibetano y esperar a que Buda, en respuesta a nuestras plegarias, se reencarnase y nos ilustrase al respecto ja, ja, ja.

    Saludos.

  16. sirnewton3813 dice:

    Sergio, no ya, no es un objeto.

    Lo que dices que la consciencia es un fenomeno emergente de la operación dinámica de un conjunto de procesos orgánicos, o sea una nueva propiedad de las relaciones de la materia, pero lo que preguntaba donde se situaba el quid de la cuestión.

    Es decir que elemento o relacion dinámica lleva la voz cantante en la «consciencia», en el caso del movimiento de los cuerpos, el quid central seria «el incremento del espacio», eso seria lo que da significado al movimiento, aunque el tiempo y por ejemplo la masa del cuerpo también son indispensables .

  17. Estimado Jack:

    Una vez más te pido disculpas pero te preguntaba si habías leído el texto de la teoría que enlacé en un mensaje anterior.

    Obviamente el texto del mensaje al cual haces referencia, y que por cortesía no te atreves a calificar, resulta muy vago e incompleto, lo acepto humildemente. Justamente por eso coloqué los enlaces externos a los textos ya señalados (Teoría de la función cerebral, y un resumen de ella).

    Lo de la cortesía me tiene sin cuidado, no estamos aquí precisamente para ser corteses, aunque tampoco está demás.

    Estimado Jack, existen ciertos hechos y procesos en el funcionamiento cerebral que no pueden ser pasados por alto como si simplemente no existiesen o fuesen accesorios. El primero de ellos son las sensaciones.

    Las sensaciones no las inventé yo. Las sensaciones están vinculadas directamente con los efectos somáticos que produce la percepción sensorial y por lo tanto con el valor de significación que el organismo le atribuye a los objetos percibidos, esto son los hechos. Todo lo cual redunda en las conductas frente a esos objetos.

    Ahora bien, mi contribución, TAMBIÉN ESPECULATIVA, o sea, la idea original de la cual hablas, es la de relacionar directamente las neuronas que producen las sensaciones, con la formación de la memoria, es decir sin que exista ningún paso ni proceso intermedio, en buenas cuentas, sin la necesidad del homúnculo.

    En consecuencia, los recuerdos, que son los que permiten saber quienes somos (la base de la conciencia) se formarían automáticamente como resultado de la activación y enlace de las neuronas que provocan las sensaciones.

    Tal vez para ti nada de esto tiene sentido o es suficiente, sobre todo si consideras que el tema de la «mente» representa un misterio.

    Si tu crees que es más prometedor meterse a monje tibetano o esperar a Buda, pues buena suerte, te deseo lo mejor.

    Un abrazo
    Sergio

  18. Estimado Sirnewton:

    El quid de la cuestión, como yo lo entiendo e intento explicar, está en la relación dinámica del sujeto (sistema orgánico) frente al entorno. Digamos que la conciencia no es permanente, al menos no lo es durante el sueño o cuando producto de algún golpe o enfermedad quedamos justamente inconscientes. Sabemos que esto es cierto, un hecho, además sabemos que el nivel de conciencia es variable, puesto que no siempre se es igualmente consciente. Entonces tenemos algunas pistas objetivas para intentar dilucidar el problema.

    Si el nivel de conciencia es variable, entonces podemos afirmar que se trata de un estado, por decirlo de algún modo, condicional. Esta condicionalidad a su vez estará dada por lo que se esté percibiendo (no da lo mismo estar en una situación que otra) y los recuerdos de las experiencias previas que esa misma percepción active.

    En definitiva, la conciencia o su manifestación no es una cuestión permanente y estable, es por eso mismo que hablo de efectos dinámicos y transitorios, provocados por la activación ciertos procesos orgánicos, como lo son la percepción sensorial y los recuerdos que puedan ser activados por esta.

    Sin embargo, el factor principal de la conciencia está en los recuerdos (el quid de la cuestión), los que al ser activados indicarán quienes somos y donde estamos, pero, ¡deben ser activados!, de lo contrario la conciencia o estado consciente no podrá evidenciarse, tal como pasa durante el sueño profundo.

    Si por otra parte no hay recuerdos previos de ningún tipo, no se podrá reconocer nada de lo que se perciba, ni siquiera las partes del propio cuerpo, por lo tanto tampoco habrá conciencia, en el sentido de saberse, tal cual ocurre con los bebés pequeños, o con las personas que han perdido la capacidad de activar recuerdos como en el caso del Alzheimer profundo.

    Es mi convicción (aunque sea producto de la especulación) que tanto la conciencia, como el yo, están en la operación de la memoria, y no necesariamente en su mera existencia. Una persona en coma profundo es inconsciente aunque las redes neuronales correspondientes a sus recuerdos estén intactas y potencialmente funcionales.

    Saludos
    Sergio

  19. Pitiklinov dice:

    Excelente post, Santiago.
    Creo que una salida puede venir por la visión modular de la mente humana, que es algo muy contraintuitivo pero que merece la pena considerar. Robert Kurzban la desarrolla en su libro Why everyone (else) is a hypocrite o en este artículo:

    Haz clic para acceder a KurzbanAktipis2007.pdf

  20. Ananías de Cantimplela dice:

    Después de leer a Kurzban (Robert para los amigos) y particularmente sus conclusiones he llegado a una conclusión (yo también): «prefiero los chorizos de Cantimpalos». Son más sabrosos y digestivos. Para este viaje que describes, Robert, no se necesitan ni alforjas ni tanta butifarra estilística. Como somnífero tus chorizos puede que tengan algún valor. Saludos cordiales a la concurrencia.

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