Posts etiquetados ‘Naturalismo’

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Creo sinceramente que esto de las etiquetas, las posiciones y demás poses intelectuales es una estupidez, cuando no algo nocivo. Ya comentábamos que posicionarse termina por convertirle a uno en dogmático. Decir que eres liberal, materialista, católico o feminista te convierte en un esclavo de tu posicionamiento. Desde ese momento, te deberás a algo, trabajaras y pensarás para ese algo, en vez de hacerlo libremente. Como decía Nietzsche, te convertirás en un mono de tus ideales.

Con ánimo de contradecirme un poco, voy a hacer un esfuerzo de explicar cuáles son las principales tesis filosóficas que defiendo o, más que defender, a las que he llegado, a día de hoy, tras tiempo de estudio y reflexión.  Reitero el día de hoy porque, lo mismo, mañana he modificado algunas; y así lo espero, porque el pensamiento no debe paralizarse ya que cuando se paraliza deja de ser pensamiento.

1. Naturalismo (epistemología). Reconozco que no es una tesis filosófica que tenga especialmente bien trenzada. No podría definir concluyentemente «naturaleza» o «causa natural». Más bien lo entiendo como una terapia epistemológica contra el «sobrenaturalismo» muy ligada al empirismo y a la navaja de Ockham: fiarse principalmente de los datos de la observación y no sobrecargar la teoría con demasiada metafísica. Es una cuestión de higiene metodológica más que una postura ontológica. Inspiración: Hume, Ockham.

2. N-alismo de propiedades (ontología). Mi «compromiso ontológico», que diría Quine, es utilizar una terminología que resulte económica, lo menos problemática posible, no-reduccionista y que me permita pensar con claridad. Por eso si me preguntan qué es lo que existe, nunca digo materia o átomos, sino prefiero hablar de sistemas o de redes de relaciones en las que los objetos son meramente nodos. Tiendo más hacia el holismo que hacia el reduccionismo, doy más realidad a las relaciones que a los objetos y creo que existen muchísimas cosas diferentes (n-alismo de propiedades) para que podamos encerrarlas todas bajo el misterioso concepto de materia. Inspiración: John Searle, Wittgenstein, Von Bertalanffy.

3. Determinismo (ontología). No creo que exista nada que pueda entenderse como «acto libre» en el sentido de ser independiente de causas anteriores. El Universo es una enorme red causal en el que, incluso si hubiese fenómenos realmente aleatorios, seguiría sin tener lugar para el libre albedrío. El determinismo tampoco implica la posibilidad de una predicción absoluta, al estilo del diablillo de Laplace. Es posible postular fenómenos totalmente determinados de imposible predicción. Inspiración: Lapalce, Spinoza, Ted Honderich.

4. Pragmatismo (Gnoseología). Conocer algo no es tener una representación mental en el que tenga que existir una similitud entre lo conocido y la representación. Conocer es una forma de interactuar con el mundo. Nuestros modelos de la realidad no tienen por qué parecerse a la realidad, tienen que funcionar eficazmente en ella. Inspiración: Peirce, Dewey, James, Rorty, Quine, Varela.

5. Darwinismo heterodoxo. La revolución darwiniana ha cambiado profundamente nuestra forma de entender el ser humano, más que cualquier otro descubrimiento científico. Los seres humanos somos fruto de la evolución y eso hay que entenderlo con todas sus consecuencias (cosa que creo que hoy en día no se ha conseguido plenamente). Sin embargo, no tengo problemas para aceptar otras fuentes de cambio evolutivo diferentes o que maticen la clásica selección natural darwiniana (endosimbiogénesis, deriva génica, epigenética, transmisión horizontal de genes, etc.). Inspiración: Jay Gould, Michael Ruse, Elliot Sober, Lynn Margulis, Dan Dennett.

6. Criptoateismo (teología). Creo que todas las religiones históricas son fundamentalmente falsas, sin embargo, reconozco no poder negar taxativamente la existencia de algún tipo de «deidad». No sé si somos el experimento de una raza extraterrestre, la perversión un genio maligno o el capricho de Zeus crónida. Por eso la postura más honesta me parece el agnosticismo que acaba por terminar en un criptoateismo: el agnóstico, en su día a día, vive como un ateo. Inspiración: Bertrand Russell, Thomas Henry Huxley.

7. Falibilismo (epistemología). No hay ninguna certeza, no hay ningún conocimiento tan sólido que no admita la duda. Nuestras teorías científicas más contrastadas no superan el rango de hipótesis plausibles. La auténtica actitud del científico consistirá en trabajar contra sí mismo, es decir, someter a dura crítica una y otra vez sus propias creencias. Inspiración: Karl Popper.

8. Evolucionismo multilineal (antropología). Las culturas no evolucionan siguiendo una misma dirección (salvajismo, barbarie, civilización) tal como pensaba la antropología evolucionista del siglo XIX. Cada cultura puede evolucionar hacia una infinidad de direcciones, pero eso no imposibilita el juicio crítico de unas culturas sobre otras.  El evolucionismo multilineal constituye una solución al relativismo cultural de Franz Boas, que acaba por llevarnos a un relativismo absoluto incapacitado para juzgar cualquier violación de los derechos humanos. Inspiración: Leslie White, Roy Rappaport.

9. Relativismo ético (ética). El origen de la moral está en la evolución natural, relacionada con las emociones (emotivismo) y con la normatividad propia del funcionamiento de cualquier grupo social. Por eso no existe realmente «lo bueno» como idea platónica a la que llegar mediante la razón. La equidad y la reciprocidad como principios básicos de la moral vienen originados por nuestras necesidades evolutivas, las cuales, si fueran diferentes hubieran dado a códigos éticos distintos. Inspiración: Hume, Peter Singer, Moore, Frans de Waal.

10. Socialdemocracia (filosofía política). A pesar de que he coqueteado mucho con diversas ingenierías sociales más revolucionarias (durante un tiempo me tentó bastante lo que se llama socialismo descentralizado), hoy me inclino por formas más realistas. Entiendo que el modelo imperante en los países del norte de Europa constituye un ideal a seguir. La socialdemocracia sueca, noruega, danesa u holandesa, con todos sus problemas, me parecen sistemas bastante aceptables. Me gustaría vivir en un país con unos servicios sociales  públicos muy amplios y de calidad, con una democracia poderosa basada en una activa sociedad civil. No estoy en contra de la economía capitalista, pero entiendo que debe estar fuertemente fiscalizada por los poderes públicos. Del mismo modo, deben existir múltiples mecanismos de control, dispersión y descentralización de tales poderes.  Inspiración: Bernstein, Giddens, Habermas, Chomsky, Giovanni Sartori.

11. Crítica al nacionalismo y cosmopolitismo (filosofía política): la idea de nación siempre ha sido un artificio al servicio del interés de unos pocos; un artificio que no representa nada real. Además, el nacionalismo ha tenido unas desastrosas consecuencias históricas como demuestra con claridad el siglo XX. Ante esto mucho mejor una actitud cosmopolita y universalista que focalice las emociones ligadas a la comunidad a la defensa de derechos y libertades fundamentales (Patriotismo constitucional). Inspiración: Habermas, Séneca, Montaigne, Escuela de Franckfurt.

12. Crítica a la IA fuerte (filosofía de la mente). Hay un entusiasmo desorbitado en torno a las posibilidades a corto plazo de la IA. Nuestra mente no puede ser únicamente un flujo de información y no tenemos ni la más remota idea de como generar consciencia, emociones o deseos en una máquina. El cerebro no es únicamente un computador en el sentido en que no solo manipula símbolos. Inspiración: John Searle, Jack Copeland, Margaret Boden, Pamela McCorduck, Richard Rorty, Marvin Minsky, Igor Aleksander.

13. Crítica al pensamiento postmoderno. Una buena parte de los postmodernos son charlatanes puros y duros. Deleuze, Guattari o Lacan están entre mis favoritos. Utilizan una inflación terminológica inaceptable, no mantienen tesis claras (o peor cuando las mantienen), son pretendidamente ambiguos y oscuros (y con ello esconden su mediocridad) y, en general, son, en gran parte, responsables de la crisis actual de las humanidades. Inspiración: Sokal & Bricmont, Mario Bunge.

14. Consilience. Necesitamos una Tercera Cultura que rompa de una vez por todas el divorcio entre ciencias y letras. Creo que la unión entre disciplinas dispares es causa de grandes avances y que los grandes problemas que asedian nuestros días solo serán abordables desde perspectivas multidisciplinares. Inspiración: Edward Wilson, Pinker, el movimiento Edge.

15. Transhumanismo (antropología). La naturaleza humana es fruto del azar genético, por lo que no le debemos nada. Si mediante la ingeniería genética conseguimos modificarla para mejor, bienvenido sea. Quizá la auténtica solución a los grandes problemas del hombre tras el fracaso de la utopía marxista pase por cambiar la naturaleza humana. Si ni mediante la educación ni la política podemos conseguir un mundo mejor, probemos a cambiar al propio hombre. Inspiración: Kurzweil, Stanislaw Lem, Asimov.

En su Blog Una nueva conciencia y, a raíz de un post publicado por José Luis Ferreira, Carlos realiza un feroz ataque al naturalismo, al positivismo y al racionalismo. Si bien yo sólo me sumo de modo militante a la primera de estas tres corrientes (algo a la tercera y nada a la segunda), entiendo que se me englobe dentro de estas tendencias. Aquí va mi respuesta.

Abro un manual de fisiología vegetal y me encuentro con una bella ilustración de, por ejemplo, una clásica célula vegetal. Veo como cada una de sus pequeñas partes esta cuidadosamente catalogada (con nombres muy feos eso sí), como se han establecido funciones (sabemos para qué vale cada cosita), redes de relaciones entre cada uno de los distintos orgánulos, complejas interacciones físicas, térmicas, químicas… Cuando veo la célula vegetal, me imagino los arduos años de trabajo de laboratorio, me imagino al curioso naturalista mirando por su microscopio (aparato que requirió siglos de trabajo para su refinamiento actual y que, leches, ¡funciona dogmáticamente!). Años, becas de investigación, horas y horas de trabajo muchas veces mal remunerado… Esa es la gran empresa del conocimiento humano. Cuando ojeo las páginas de ese manual, la fuerza que me guía es la curiosidad  de comprender mejor el mundo (la cual creo que también guió al fisiólogo gracias al cual puedo entender la célula) y la fascinación ante ver lo maravillosa que es realmente la naturaleza. A cada página que paso voy encontrando algunas respuestas, entiendo por qué la pared celular está hecha de celulosa o para qué valen las vacuolas, pero inmediatamente surgen otras mil preguntas: ¿cómo almacenan las sales las vacuolas? ¿cómo atraviesan los nutrientes la pared celular? Para algunas vuelven a darse respuestas, pero para muchas otras no. Y lo bonito, a la vez que trágico, es que no se pueden dar rápidamente. He de esperar a otros años de cuidadosa y precisa investigación, a muchas hipótesis atrevidas pero refutadas, o a que quizá no se sepa nunca. Sin embargo, al mirar la imagen de la célula me cuesta pensar que exista algo de mentira aquí, algo de conocimiento relativo o de escepticismo… ¿Es que acaso la célula vegetal no tiene las partes que aquí se mencionan? ¿Es que los procesos químicos de los que aquí se hablan no ocurren realmente? Podría darse que algunas cosas estuvieran equivocadas pero no la mayoría: las proteínas se sintetizan en los ribosomas, esto es algo extremadamente difícil de negar.

¿Hay algo de dogmatismo, de fortín de seguridad psicológica, de nueva ideología de moda, de servilismo estatal, de perezosa comodidad intelectual que ingenua no duda de sus fundamentos, en mi paseo por el manual de fisiología vegetal? No, aunque puede derivar en ello. Si afirmo que eso es lo único que puede decirse sin más sí, si niego toda posibilidad de otro discurso por principio sí, si tacho a priori de estupidez todo lo demás sí. Pero no es el caso, porque lo que se hace es tachar algunas cosas sólo a posteriori.

Después de comprobar los terribles esfuerzos de miles de biólogos durante siglos por conseguir hablar dos líneas de un minúsculo orgánulo, me encuentro con el filósofo posmoderno de turno (a lo Lyotard por ejemplo), el cual tira por la borda todo a partir de tres libros que ha leído y de dos tardes de pensar frente a la estufa. El conocimiento es relativo, una invención, una fabulación del hombre atormentado que no sabe  vivir en la incertidumbre… No hay hechos, sólo interpretaciones decía Nietzsche.¡Gödel lo ha demostrado desde las matemáticas, Feyerabend desde la historia de la ciencia! La ciencia es una ideología burguesa, cuya única justificación  es servir a la clase dominante… ¡Heisenberg ha destruido todos estos dogmas desde la física cuántica! Entonces vuelvo a mirar mi manual de fisiología y pienso: será verdad entonces y es que los ribosomas no sintetizarán proteínas. Será verdad, así que voy a negar todo esto no sea que me llamen dogmático o positivista que, en un alarde de ingenuidad, no se ha dado cuenta de que es un burócrata al servicio de un opresivo statu quo. Y es que, habitualmente, la mayoría de esta peña no se ha asomado ni por un segundo a mi querido manual.

A partir de este conocimiento tan dogmático e ingenuo, que se caracteriza (entre otras carencias) por su precisión, por haber sido elaborado con sumo cuidado en un trabajo comunitaro de muchísimas personas, y porque su modus operandi reside precisamente en no creerse nada hasta tenerlo muy pero que muy comprobado, podemos permitirnos el lujo (sin ser tachados de fanáticos o tiranos espero) de tachar a posteriori aquellas cosas que están hechas con menos precisión, esfuerzo o cuidado. Y eso es lo que se hace. Planteamientos como las filosofías de Aristóteles, Hegel o Leibniz (por las que tengo un sumo respeto) pierden la partida contra las teorías científicas porque adolecen de ciertas carencias. Aristóteles fue un gran observador pero lo faltó la experimentación, y Hegel o Leibniz se alejan tanto de la observación y del sentido común que acaban por plantear posturas excéntricas o descabelladas. Lo que criticamos (o yo critico) son las posturas alejadas de la naturaleza, que no tienen cuidado en comprobar de algún modo sus tesis (la teología cristiana es un claro ejemplo), que caen en las trampas del lenguaje (es la gran aportación de la filosofía analítica), que se pierden en infructuosas especulaciones (el pensamiento trinitario por ejemplo) o que, a fin de cuentas, no solucionan ningún problema (¿Me puede alguien decir qué problema teórico o práctico solucionó Heidegger?). Criticamos a aquel que se lanza a hablar páginas y páginas de la vida sin haber tocado mi manual de fisiología (estará faltando al respeto a todos los que lo hicieron posible).

Pero estoy abierto a que me ofrezcan otras cosas. Si alguien tiene algo mejor a la lógica matemática (la razón) y a la verificación experimental (la observación) que, por favor, me lo presente.

¿Qué es lo sobrenatural? Lo definiremos como cualquier fenómeno que viole de forma contundente nuestro conocimiento sobre el mundo natural. La levitación es un fenómeno sobrenatural porque viola la ley de gravitación. Utilizaremos sobrenatural y paranormal como sinónimos.

Siguiendo esto, ¿no sería sobrenatural un experimento crucial en donde descubrimos que nuestros conocimientos estaban equivocados? ¿No sería el experimento de Michelson y Morley un fenómeno sobrenatural? Sí, sería un fenómeno sobrenatural cuyos resultados pasaron a ser, posteriormente, parte de lo natural. Entonces, ¿lo que ahora es sobrenatural puede luego ser natural? Sí. Entonces, el espiritismo, la levitación, la telequinesia… podrían llegar a ser conocimientos aceptados por la ciencia. No, porque son pseudosaberes al haberse aportado gran cantidad de razones y pruebas en la contra de la mayoría de ellos. Con esto no se desecha la posibilidad de que algo que hoy consideramos como pseudociencia, no pueda ser ciencia en un futuro, pero sí que la mayoría de lo que hoy entendemos por ciencias de los paranormal seguirán siendo pseudociencias. El premio del millón de dólares de la Fundación James Randi para todo aquel que demuestre algún tipo de creencia paranormal es buena prueba de la falta de fundamentos de gran parte de estas creencias.

Miremos el video.

En la Edad Media, este fenómeno sería considerado como sobrenatural, seguramente, muestra de la brujería de un malvado alquimista (por cierto, ¿sabían que Isaac Newton dedicó mucho tiempo a la alquimia?). Ahora sabemos que el mágico efecto se produce por causa del hexafluoruro de azufre, transparente pero mucho más denso que el aire, por lo que «cae hacia abajo» y no se sale rápidamente de su recipiente como cualquier otro gas. Lo que antes formaría parte de lo paranormal, ahora es ciencia. Sin embargo, ¿qué pasa si yo percibo esto y no tengo explicación racional disponible en el momento?. Lo que no es lícito es pensar en que el espíritu de mi abuelo quiere decirme algo, que Jesucristo me dice que lidere al pueblo judío o que los extraterrestres me están avisando de que van a atacar la tierra. Este proceder, propio de los pseudosaberes, denominado «falsa atribución», no es propio de una mentalidad racional. Lo más lógico es ser escéptico ante el fenómeno. Admitir que uno no tiene una explicación para algo no es tan malo. Se puede decir: «Amigos, no entiendo lo que ha pasado. Cuando tenga algo claro se lo comunicaré ipso facto». ¿Por qué no podemos aceptar que desconocemos algo? Además, habitualmente, tras un pequeño estudio, en la mayoría de los casos, como pasa con el hexafluoruro de azufre, al final hay explicación científica.

Uno de los argumentos de los defensores de lo sobrenatural para sobrevivir a su falta de pruebas e inconsistencias es afirmar que la ciencia no puede encontrar lo sobrenatural porque no lo busca. El método científico sólo trabaja con lo mensurable, lo cuantificable… opera con variables dependientes e independientes, de tal modo que sólo se centra en un aspecto muy concreto de la realidad, ignorando todo lo demás. Además, la ciencia sólo acepta lo que es reproducible, lo que puede repetirse en sucesivos experimentos, por lo que los sobrenatural, que suele singularizarse por manifestarse en fenómenos únicos, no puede ser tratado por la ciencia.

Este razonamiento es terriblemente falaz. En primer lugar, da la impresión de que el científico está «ciego» ante todo lo que no sean números y probetas. El científico es una persona como cualquier otra, por lo que, a pesar de seguir unas directrices metodológicas, ve, oye y siente como cualquier otro humano. Si un científico mira por su microscopio buscando ver el crecimiento de una bacteria y, de repente, ve a la Virgen María, realmente la verá como cualquier otra persona. A los que creen en lo sobrenatural cabría preguntarles qué facultades pierden los científicos para perderse esa «parte de la realidad» que no pueden ver. Y, del mismo modo, los científicos «no están ciegos» ante lo que sólo ocurre una vez y no es reproducible. Aunque la Virgen María sólo se aparezca una vez, el científico da cuenta de ello. ¿Qué «capacidades sensoriales» tienen las personas que creen en lo paranormal que no tengamos las personas normales? Evidentemente, ningunas.

También es curioso que toda esta serie de apariciones, avistamiento de OVNIS, milagros, exorcismos, curaciones milagrosas… siempre sucedan en espacios recónditos, apartados, escondidos… a la vista siempre de un número muy reducido de testigos (casi siempre por la noche, en lo perdido del monte, en una «casa encantada…). ¡Qué manía de permanecer ocultos! ¿No podrían estar «fuerzas sobrenaturales» manifestarse de forma clara y nítida? Se me ocurre que las apariciones de Lourdes, en vez de ante una pobre niña, hubiesen sido más efectivas si ocurriesen en el terreno de juego de un Madrid-Barça… Me parece que esto no son sólo casualidades o que lo sobrenatural elige lugares muy concretos para manifestarse, sino otra muestra más de la irrealidad de todo esto.

No creo que exista una «realidad alternativa», paralela a la natural y que no sea captable por el método científico (que no es algo tan restrictivo como muchos suelen pensar). No creo que exista porque no me parece necesaria para nada. Es cierto que no conocemos gran parte de lo que nos rodea y que aún más lejos estamos de encontrar el sentido de todo, pero eso no implica que haya que postular entidades extrañas. Parece más razonable pensar que el sentido de la naturaleza está en la naturaleza misma, ¿Por qué iba a estar en otro lado?

También se postula la necesidad de lo sobrenatural o de lo trascendente siguiendo los argumentos tomistas centrados en la concatenación causal de la naturaleza: todo lo que ocurre tiene una causa y en la naturaleza no encontramos ningún ser que sea la causa de sí mismo, por lo que hace falta un creador que haya causado todo lo demás. Vale pero… ¿quién causó a ese creador ya que todo lo que existe tiene una causa? Nadie, Él es una causa incausada, motor inmóvil, acto y forma puros… Multiplicamos los entes sin necesidad. Ahora no sólo tenemos que explicar la naturaleza, sino también a Dios y la relación entre ambos. ¿No es más sencillo, aceptando además de que no tenemos ni idea de cómo es ese Dios causa incausada, pensar que la propia naturaleza es la misma causa incausada? Además, pensar en cadenas causales lineales llevan siempre a problemas de regresiones ad infinitum. Es mejor, y más realista, pensar la naturaleza como redes sistémicas. Al hacerlo no te encuentras de modo tan apremiante con la necesidad de causas primeras.