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¿Qué es lo sobrenatural? Lo definiremos como cualquier fenómeno que viole de forma contundente nuestro conocimiento sobre el mundo natural. La levitación es un fenómeno sobrenatural porque viola la ley de gravitación. Utilizaremos sobrenatural y paranormal como sinónimos.

Siguiendo esto, ¿no sería sobrenatural un experimento crucial en donde descubrimos que nuestros conocimientos estaban equivocados? ¿No sería el experimento de Michelson y Morley un fenómeno sobrenatural? Sí, sería un fenómeno sobrenatural cuyos resultados pasaron a ser, posteriormente, parte de lo natural. Entonces, ¿lo que ahora es sobrenatural puede luego ser natural? Sí. Entonces, el espiritismo, la levitación, la telequinesia… podrían llegar a ser conocimientos aceptados por la ciencia. No, porque son pseudosaberes al haberse aportado gran cantidad de razones y pruebas en la contra de la mayoría de ellos. Con esto no se desecha la posibilidad de que algo que hoy consideramos como pseudociencia, no pueda ser ciencia en un futuro, pero sí que la mayoría de lo que hoy entendemos por ciencias de los paranormal seguirán siendo pseudociencias. El premio del millón de dólares de la Fundación James Randi para todo aquel que demuestre algún tipo de creencia paranormal es buena prueba de la falta de fundamentos de gran parte de estas creencias.

Miremos el video.

En la Edad Media, este fenómeno sería considerado como sobrenatural, seguramente, muestra de la brujería de un malvado alquimista (por cierto, ¿sabían que Isaac Newton dedicó mucho tiempo a la alquimia?). Ahora sabemos que el mágico efecto se produce por causa del hexafluoruro de azufre, transparente pero mucho más denso que el aire, por lo que «cae hacia abajo» y no se sale rápidamente de su recipiente como cualquier otro gas. Lo que antes formaría parte de lo paranormal, ahora es ciencia. Sin embargo, ¿qué pasa si yo percibo esto y no tengo explicación racional disponible en el momento?. Lo que no es lícito es pensar en que el espíritu de mi abuelo quiere decirme algo, que Jesucristo me dice que lidere al pueblo judío o que los extraterrestres me están avisando de que van a atacar la tierra. Este proceder, propio de los pseudosaberes, denominado «falsa atribución», no es propio de una mentalidad racional. Lo más lógico es ser escéptico ante el fenómeno. Admitir que uno no tiene una explicación para algo no es tan malo. Se puede decir: «Amigos, no entiendo lo que ha pasado. Cuando tenga algo claro se lo comunicaré ipso facto». ¿Por qué no podemos aceptar que desconocemos algo? Además, habitualmente, tras un pequeño estudio, en la mayoría de los casos, como pasa con el hexafluoruro de azufre, al final hay explicación científica.

Uno de los argumentos de los defensores de lo sobrenatural para sobrevivir a su falta de pruebas e inconsistencias es afirmar que la ciencia no puede encontrar lo sobrenatural porque no lo busca. El método científico sólo trabaja con lo mensurable, lo cuantificable… opera con variables dependientes e independientes, de tal modo que sólo se centra en un aspecto muy concreto de la realidad, ignorando todo lo demás. Además, la ciencia sólo acepta lo que es reproducible, lo que puede repetirse en sucesivos experimentos, por lo que los sobrenatural, que suele singularizarse por manifestarse en fenómenos únicos, no puede ser tratado por la ciencia.

Este razonamiento es terriblemente falaz. En primer lugar, da la impresión de que el científico está «ciego» ante todo lo que no sean números y probetas. El científico es una persona como cualquier otra, por lo que, a pesar de seguir unas directrices metodológicas, ve, oye y siente como cualquier otro humano. Si un científico mira por su microscopio buscando ver el crecimiento de una bacteria y, de repente, ve a la Virgen María, realmente la verá como cualquier otra persona. A los que creen en lo sobrenatural cabría preguntarles qué facultades pierden los científicos para perderse esa «parte de la realidad» que no pueden ver. Y, del mismo modo, los científicos «no están ciegos» ante lo que sólo ocurre una vez y no es reproducible. Aunque la Virgen María sólo se aparezca una vez, el científico da cuenta de ello. ¿Qué «capacidades sensoriales» tienen las personas que creen en lo paranormal que no tengamos las personas normales? Evidentemente, ningunas.

También es curioso que toda esta serie de apariciones, avistamiento de OVNIS, milagros, exorcismos, curaciones milagrosas… siempre sucedan en espacios recónditos, apartados, escondidos… a la vista siempre de un número muy reducido de testigos (casi siempre por la noche, en lo perdido del monte, en una «casa encantada…). ¡Qué manía de permanecer ocultos! ¿No podrían estar «fuerzas sobrenaturales» manifestarse de forma clara y nítida? Se me ocurre que las apariciones de Lourdes, en vez de ante una pobre niña, hubiesen sido más efectivas si ocurriesen en el terreno de juego de un Madrid-Barça… Me parece que esto no son sólo casualidades o que lo sobrenatural elige lugares muy concretos para manifestarse, sino otra muestra más de la irrealidad de todo esto.

No creo que exista una «realidad alternativa», paralela a la natural y que no sea captable por el método científico (que no es algo tan restrictivo como muchos suelen pensar). No creo que exista porque no me parece necesaria para nada. Es cierto que no conocemos gran parte de lo que nos rodea y que aún más lejos estamos de encontrar el sentido de todo, pero eso no implica que haya que postular entidades extrañas. Parece más razonable pensar que el sentido de la naturaleza está en la naturaleza misma, ¿Por qué iba a estar en otro lado?

También se postula la necesidad de lo sobrenatural o de lo trascendente siguiendo los argumentos tomistas centrados en la concatenación causal de la naturaleza: todo lo que ocurre tiene una causa y en la naturaleza no encontramos ningún ser que sea la causa de sí mismo, por lo que hace falta un creador que haya causado todo lo demás. Vale pero… ¿quién causó a ese creador ya que todo lo que existe tiene una causa? Nadie, Él es una causa incausada, motor inmóvil, acto y forma puros… Multiplicamos los entes sin necesidad. Ahora no sólo tenemos que explicar la naturaleza, sino también a Dios y la relación entre ambos. ¿No es más sencillo, aceptando además de que no tenemos ni idea de cómo es ese Dios causa incausada, pensar que la propia naturaleza es la misma causa incausada? Además, pensar en cadenas causales lineales llevan siempre a problemas de regresiones ad infinitum. Es mejor, y más realista, pensar la naturaleza como redes sistémicas. Al hacerlo no te encuentras de modo tan apremiante con la necesidad de causas primeras.

Otro famoso argumento utilizado por muchos filósofos (Leibniz o Hume) es el llamado argumento del mal de Epicuro, pues se le atribuye al pensador hedonista. En rigor, no es una demostración de la ¿Dios permite el mal?inexistencia de Dios ya que en ningún momento concluye en la no existencia de éste, simplemente pone en duda la compatibilidad de ciertas afirmaciones. Vendría a decir algo así:

Ante el hecho de que existe el mal (o el sufrimiento) en el mundo y Dios permite que siga existiendo se dice:

1. O Dios quiso eliminar el mal y no pudo. Entonces Dios no es omnipotente. Con rigor no podemos decir que Dios no exista, simplemente habría que negar su omnipotencia.

2. O Dios pudo eliminar el mal y no quiso. Entonces Dios no tiene una bondad infinita. No podemos decir que Dios no exista, simplemente habría que negar su bondad. Dios sería también malvado.

3. O Dios ni quiso ni pudo. Dios ni es omnipotente ni es bondadoso.

4. O Dios quiso y pudo. Este es el caso que da más juego. Es posible que Dios ya ha tomado medidas contra el mal en el mundo y nosotros no lo sepamos. Sólo en este caso se compatibilizan mal en el mundo, omnipotencia y bondad infinita, si bien a cambio de renunciar a nuestra verdad sobre la percepción del mal en el mundo, lo cual ya da píe a especular mucho. Luego lo veremos mejor.

¿Con qué argumentos se defienden los creyentes ante tales acusaciones? Veamos algunos:

1. Dios no es el responsable directo del mal en el mundo, ya que el mal no tiene entidad ontológica siendo solamente ausencia de bien.

Este argumento no es más que decir lo mismo de otra manera. Al ser Dios el creador del mundo, pudo haberlo creado sin que pudiera darse de la ausencia de bien. Si Dios creó el mundo en su totalidad y es omnipotente, es el responsable de todo mal que en él ocurra.

2. Los culpables del mal son los hombres y no Dios. Nosotros somos los que hacemos el mal pues Dios nos hizo libres para elegir entre el bien y el mal o, con más precisión, para hacer el bien o dejar de hacerlo.

¿O es el hombre el único responsable de su destino?En muchas ocasiones el hombre no es responsable del sufrimiento. Una epidemia o un desastre natural pueden causar mucho sufrimiento sin que el hombre tenga directamente la culpa. Si Dios es omnipotente y sumamente bueno podría evitar tales catástrofes.

3. Santo Tomás contestaba que había pensar de otra manera: no comenzar por el mal en el mundo para concluir que no hay Dios, sino comenzar por Dios y, a partir de hay razonar. Él decía que si hay mal, Dios existe. Ya que si hay mal es porque hay bien y Dios es la causa del bien, el hecho de que exista mal es una prueba de que Dios existe.

Sí, esto es enunciar el problema de otro modo pero presuponiendo como premisa que Dios causa el bien (podría ser que el bien lo causen exclusivamente los hombres al no existir Dios) e ignorando las otras: Dios es omnipotente y sumamente bueno. Este argumento no resuelve nada.

4. No tenemos una concepción correcta de lo que es el bien y el mal. Los filósofos no han llegado a un acuerdo para definir lo que es el bien o lo bueno, por lo tanto no tenemos herramientas para juzgar las acciones de Dios, aún más cuando presuponemos que es infinitamente sabio. Nuestra inteligencia es tan sumamente inferior a la de Dios que es ya una presunción intentar comprender y, aún peor, juzgar sus actos. Ya decía Santo Tomás de Aquino que los efectos de la creación son inadecuados en virtud a la causa. Dios es infinitamente más listo que nosotros, no pretendamos comprenderlo. ¿Podría una cucaracha comprender el mundo de los humanos?

Este es el mejor argumento (no obstante, los creyentes siempre acaban por apelar o a su fe o a la inescrutabilidad de los caminos del Señor) que no es más que adoptar el caso 4 del argumento de Epicuro. Los cristianos dicen que Dios ya tomó medidas contra el mal, pero no como nosotros las esperábamos (eliminando el mal ipso facto), sino enviando a su hijo a que muriera por nosotros.

Yo personalmente apuesto por esta última argumentación. No tenemos demasiado claro qué es el mal ni el bien, además de que me parece poco lógico atribuir intencionalidad moral a cosas como tsunamis y epidemias de gripe. Creo que sólo se puede atribuir moralidad a los actos humanos y no a los naturales (hacerlo me parece burdo animismo). Sin embargo, del mismo modo afirmo que es igualmente absurdo atribuirle tantas características a Dios como hacen los cristianos: suma bondad, omnipotencia, omnipresencia, omnisciencia… No comprendo como saben tanto sobre Dios y luego acusan a la razón de soberbia. Al afirmar estos atributos y, además, darles un grado infinito, los teólogos cristianos se meten en complicados laberintos y paradojas sin necesidad. ¿No será lo más honesto y humilde, tanto para creyentes como para ateos, afirmar que realmente sabemos muy poquito para afirmar nada?

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San Anselmo y San AgustinSan Anselmo de Canterbury (1033-1109) dedicó gran parte de su vida a encontrar una demostración irrefutable de la existencia de Dios. En su Proslogion ( 1078 ) nos dejó su famoso argumento, denominado tradicionalmente como argumento ontológico. Dice aproximadamente así:

1. Si nos ponemos a pensar en la cosa más grandiosa tal que nada más grandioso (perfecto) pudiera pensarse (aliquid quo nihil majus cogitari possit) nos viene a la cabeza la idea de Dios. Parece evidente que Dios es lo máximo pensable.

2. Entonces, como mínimo, Dios existe en mi mente (o entendimiento) ya que puedo pensar en él, es un contenido mental; pero si existiese además fuera de él (en la realidad) sería aún más grandioso (perfecto). Si tenemos dos objetos, uno que existe y otro que no, parece lógico afirmar que el que existe es más perfecto que el que no existe. La existencia es un atributo de perfección (sin embargo, si analizamos bien esta afirmación, parece gratuita. Y de hecho, el concepto de perfección es muy ambiguo. Si entendemos perfecto, a lo griego, como algo que ya está acabado pues no carece de nada – o que ya ha actualizado todas sus potencias – algo que no existe es tan perfecto o quizá más que algo que existe).

3. Si Dios sólo existiera en mi mente cabría pensar en otro ser superior a él que existiera también en la realidad. Pero como Dios es lo máximamente pensable (lo más perfecto que cabe concebir) ha de existir también en la realidad ya que si no no sería lo máximamente pensable. Ergo, Dios necesariamente ha de existir.

Esta demostración, al igual que todo argumento que intenta demostrar la existencia o inexistencia de algo a priori, es falaz (vease la prueba de la inexistencia de Dios que comentábamos hace unos días) como bien vieron Santo Tomás y Kant.  Probemos otro argumento de estructura similar para reducirlo al absurdo:

1. Como soy un glotón, para mí, en este instante del presente, lo máximamente deseable es tener delante de mí un exquisito chuletón de Ávila.

2. La existencia parece atributo de deseabilidad. Es absurdo desear cosas que no existen. Por lo tanto, si el chuletón de Ávila no existiera en este instante del presente aquí delante, no sería lo máximamente desable para mí.

3. Ergo, el chuletón de Ávila ha de estar necesariamente delante de mí ya que si no fuera así contradecimos el punto 1.

En general, el argumento de San Anselmo confunde el plano mental con el real. La necesidad lógica sólo implica la correcta deducción a partir de las premisas, nunca la existencia de algo en la realidad, y lo realmente discutible son siempre las premisas. No obstante, este argumento quedó no como una demostración irrefutable sino, más bien, como un refuerzo de la fe de los que ya la tienen. Para un creyente puede servir como ayuda, pero para un no creyente no sirve absolutamente para nada más que como juego intelectual.

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En la Web atea que vemos primera si buscamos ateísmo en Google aparece un artículo titulado Demostración matemática de la existencia de Dios. Tal demostración es tan falaz como cualquier intento de demostrar a priori la existencia o inexistencia de algo (del mismo modo todas las demostraciones de la existencia de Dios, desde San Anselmo a Santo Tomás son igualmente falaces), pero no deja de ser interesante.

En resumidas cuentas viene a decir así:

Tenemos un superconjunto en donde están todas las cosas que pueden existir pero cuya existencia no ha sido demostrada. Este superconjunto se puede dividir en dos: uno, el de las cosas cuya existencia no ha sido demostrada pero que existen realmente, y otro con todas las cosas cuya existencia no ha sido demostrada y que no existen. El tamaño de ambos conjuntos es bastante desigual. El de las cosas que no existen es un conjunto infinito (esto lo da por supuesto el autor del argumento si bien a mí me parece que no tiene por qué serlo.  El conjunto de todas las cosas que imagino que pueden existir y que no existen es finito, mientras que el de cosas imaginables es infinito. Hay que distinguir entre infinito actual y potencial) y el de las cosas que existen es finito (yo apostaría porque sí, pero podríamos vivir en un universo infinito).

Si pensamos en Dios como en una cosa que puede existir pero que no está demostrada su existencia, Dios será un elemento del superconjunto pero, ¿en qué subjconjunto estará? ¿en el de las cosas que existen o en el de las que no? Ya que el conjunto de las que no existen es infinito, la probabilidad de que Dios no exista será del 100%. Ergo, Dios no existe.

¿Cuál es el punto flaco de este argumento? Que según él, todas las cosas cuya existencia no está demostrada no existen, ya que igual que con la idea de Dios pasaría con todos los demás elementos del superconjunto. Todos los elementos tienen un 100% de probabilidades de estar en el subconjunto de las cosas que no existen. Además, como este argumento no diferencia entre pasado, presente y futuro, llega a absurdos. Urano era un planeta cuya existencia no se demostró hasta 1781. Hasta ese año, Urano tenía un 100% de probabilidades de no existir y sin embargo ¡existe! ¿Cómo es posible que algo exista cuando sabíamos al 100% que no existía?