En busca del organismo perfecto

Publicado: 20 enero 2014 en Evolución
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Dando una vuelta por coloridos manuales de zoología, creyéndome durante unos segundos Linneo, me he encontrado con estos bichitos: los metamonadinos. Son protozoos flagelados anaerobios y, en su mayoría, simbiontes.  Su característica, aparentemente, más llamativa es que tienen uno o dos núcleos asociados a varios pares de flagelos. Una estructura poco usual pero nada que no pudiera darse en seres de estas características. Hasta aquí nada interesante, nada digno de interés, pero, de repente, me encuentro con la discusión sobre su origen: antes se pensaba que eran eucariontes primitivos muy antiguos (los arqueozoarios) ya que no tienen mitocóndrias, ni cloroplastos ni aparato de Golgi; pero después se descubrió que no, que tuvieron mitocondrias pero que las perdieron después (tienen vestigios mitocondriales como hidrogenosomas y mitosomas, e incluso tienen genes mitocondriales no funcionales). Vale, ¿y qué?

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Pues que hace unos días hablábamos de la increíble superadaptación que consistió fagocitar mitocóndrias capaces de realizar el ciclo de Krebs. Los organismos que lo hicieron consiguieron un sistema obtención de energía magnífico para multiplicar sus funciones celulares. ¿Por qué, entonces prescindir de él? ¿Por qué teniendo el motor de un Ferrari volver al de un 600? Evolución, amigos, de nuevo, simplemente evolución. La selección natural premia a los más aptos dado un entorno concreto. Como los entornos son distintos y cambiantes ser más apto es algo relativo: un organismo muy apto para las bajas temperaturas lo será muy poco para las altas. Y así tuvo que ocurrir: los metamonadinos evolucionaron en unos entornos en los que no fue necesaria tal producción de energía y punto. Las mitocondrias eran una carga inútil de la que había que prescindir y se prescindió. El motor de un Ferrari está muy bien para correr en un circuito, pero si no tienes demasiado dinero para gasolina y solo vas a usar el coche para ir de compras al supermercado que está a dos manzanas de tu casa, mejor es un diesel de poca cilindrada.

Los metamonadinos son una prueba más de la invalidez de la ortogénesis lamarckiana, de pensar que la evolución va generando organismos cada vez más perfectos. La «perfección» es relativa al entorno, y un entorno cambiante condena, sin pestañear, a organismos perfectamente adaptados al momento previo. Sin embargo, la ortogénesis podría seguir defendiéndose apelando a que las adaptaciones no solo sirven para adaptarse a un entorno dado, sino que sirven para algo aún mejor: para adaptarse a más de un entorno, a entornos posibles. Es lo que llamamos adaptaciones generalistas. Por ejemplo, ser omnívoro es una adaptación generalista ya que te permite sobrevivir en nichos ecológicos con diferentes fuentes de alimentos. Un herbívoro estricto tan especializado como el koala, que solo come hojas de eucalipto, se extinguirá si desaparece su exclusivo y preciado alimento, mientras que el ser humano, perfectamente omnívoro, se adapta a casi cualquier dieta. Parece entonces que las adaptaciones generalistas son mejores que las muy específicas, por lo que podríamos imaginar el organismo perfecto: aquel que tiene un fenotipo tal que le permite adaptarse a todos los nichos ecológicos posibles. Como tal organismo sobrevivirá por delante de los sujetos con adaptaciones específicas, podría decirse que la evolución tiende hacia el progresivo diseño de ese organismo perfecto, la idea platónica de superviviente. La ortogénesis lamarckiana podría ser verdadera.

Pero no, volvemos a la misma idea. Si tenemos un entorno muy estable, a las especies que se adapten específicamente a él les irá muy bien. A una especie más generalista, gran parte de sus adaptaciones no le servirían para nada (ya que su utilidad solo es válida para otros nichos posibles) y las que le sirvieran no serían tan buenas como las de las otras especies, ya que serían menos específicas.  Tendríamos un Ferrari que consume mucha gasolina para mantener un motor que no le vale para nada en su mayor parte y que, precisamente por eso, se extinguiría compitiendo con seiscientos que aparcan más fácilmente, consumen poquito y son muy aptos para ir a la compra. No existe tal especie generalista absoluta hacia la que tiende la evolución, no existe la especie perfecta. La evolución es relativa.

comentarios
  1. Masgüel dice:

    Bien jugao. Pero la ortogénesis aún tiene cartas que jugar, mediante una redefinición neolamarckiana del fitness biológico. Para la teoría sintética, el fitness es un premio de lotería genética. Tanto el efecto Baldwin como la herencia epigenética apuntan sin embargo a que la evolución de las especies sí está orientada. Pero no hacia un fin prefijado, sino hacia los cambiantes fines que orientan la conducta de los seres vivos. Sus necesidades y, sobre todo, las nuevas respuetas conductuales que consiguen satisfacerlas, dibujan las características fisiológicas que los cambios genéticos habrán de implementar para ser seleccionados.

  2. Yack dice:

    En términos generales, y sin entrar en casos puntuales, yo diría que la vida evoluciona hacia el perfeccionamiento, entendido este como hacer más y mejor con menos.

    Así, por ejemplo, la aparición de los ojos supone una ventaja incuestionable en términos absolutos sobre las especies ciegas, ya que permite explorar el entorno a larga distancia, sin apenas esfuerzo y en tiempo real.

    La luz existió siempre sobre el planeta y por lo tanto, los primeros ojos no solo fueron una adaptación a una circunstancia del entorno, sino un logro en términos de diseño que requirió por parte de la selección natural de un extenso acopio de conocimiento en ingeniería biológica.

    Es el mismo caso de la tecnología, en la que existe una clara mejora en las prestaciones y en las posibilidades a través del tiempo. Existe una flecha del tiempo en la tecnología y en la evolución biológica, al margen de ocasionales retrocesos oportunistas.

    Los mamíferos, por ejemplo, suponen una diseño mejorado respecto a los reptiles y por eso ganaron la partida cuando se les presentó la ocasión, a pesar de que existían reptiles de todas las formas y tamaños posibles cuando impactó el meteorito que acabó con los de mayor tamaño.

    Con toda seguridad los mamíferos se habrían impuesto a los reptiles, aunque sin la ayuda de la suerte, les hubiese llevado un poco de tiempo extra. Y eso porque eran «modelos» más avanzados, basados en un mayor acopio de conocimiento en diseño y eficacia.

    Y por último, la inteligencia humana, máximo exponente del perfeccionamiento evolutivo, requirió de un largo tiempo para alcanzar el estado actual y desplegar todas sus capacidades. No fue un determinado entorno el que la propició, sino la acumulación de mejoras sucesivas filtradas por la selección natural y favorecidas por las circunstancias ambientales.

    Saludos.

  3. Masgüel dice:

    En cualquier caso, lo más importante para un organismo perfecto es aprender a fonillar despacio.

  4. Jose dice:

    Que osado Yack! Los reptiles dominaron la tierra por millones de años, copando todos los nichos y manteniendo a raya a los mamíferos. Simplemente no había cómo hacerles frente. Y eso ocurrió por muchísimo más tiempo del que los mamíferos llevamos «dominando» (con el permiso de los insectos).

    A mi entender, habría una posibilidad de hacer una «especie perfecta»: un constructor que puede modificar todo ambiente a su beneficio. Esa estrategia, la que aplicamos los humanos, es interesante e inversa a la planteada. La lógica sería «ya que no puedo yo adaptarme a todo tipo de ambiente, adapto todo tipo de ambiente a mi». Hay que reconocer que mal no nos va: somos el animal grande más esparcido por el mundo (rivalizan sólo los que domesticamos), somos varios miles de millones y ahora hay planes de colonizar planetas foráneos

  5. Yack dice:

    José, los reptiles dominaron la tierra porque eran un buen diseño en aquella época pero no convivieron todo ese tiempo con los mamíferos. De hecho, cuando compartieron un mismo escenario perdieron la partida a pesar de que ocupaban todos los nichos.

    No se mide la efectividad de una especie o diseño computando el tiempo de su hegemonía, sino comparándolo con otra alternativa en igualdad de condiciones.

    La civilización egipcia duró 3000 años y eso no significa que sea mejor que la civilización occidental actualmente dominante..

    Por otra parte, la especie humana es una de las más versátiles y oportunistas, pero la clave de su superadaptación es su inteligencia, que a su vez es una solución de «última generación» que no habría podido surgir en el jurásico. Por idéntica razón, tampoco abrían podido surgir los ordenadores en la civilización egipcia..

    Saludos.

  6. Solrac dice:

    Puede resumirse como que la evolución no se dirije a lo perfecto, sino a lo eficaz.

  7. Solrac:

    Siendo lo eficaz relativo a un ecosistema dado. No existe un eficaz absoluto.

  8. Yack dice:

    Yo diría que la inteligencia humana es uno de los mejores ejemplos, aunque no el único, de un eficaz absoluto.

    Saludos.

  9. Yack:

    Las hormigas o las bacterias son tontas como ellas solas y les va bastante bien. Es más, dudo mucho que un costoso y pesado cerebro les otorgara más éxito evolutivo.

  10. Yack dice:

    Santiago, les va bien como especie debido a su pequeño tamaño y a su rapidez en la reproducción (gracias a que son pequeñas), pero como individuos son extremadamente frágiles y efímeros en relación con los individuos humanos, que puede llegar sin problemas a los 80 años.

    Evidentemente para tener un cerebro como el nuestro, la primera condición es tener un organismo capaz de transportarlo.

    En todo caso, a estas alturas, resulta incuestionable que la inteligencia es un factor útil a todos los animales y que cuando se sobrepasa cierto nivel, proporciona el completo control de todas las otras formas de vida y la capacidad de expansionarse sin limite. Incluso incluye la capacidad de rediseñarse a nivel de ADN.

    Creo que estás afectado por el meme del socialismo biológico: Todos los seres vivos somos iguales en dignidad y eficiencia. Las diferencias se explican como adaptaciones a entornos diferentes».

    Esto, siendo cierto en buena parte, omite el hecho de que hay un avance lento pero continuo en el descubrimiento (por parte de la selección natural) de nuevas estrategias y diseños que reemplazan, por ser más eficaces, a otras más primitivas.

    Saludos.

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