1. La baja participación, no por no ser peor que en las europeas del 2009, deja de ser preocupante. Que el 54,16% del censo electoral se haya quedado en casa, deslegitima bastante las mismas elecciones y la representación de los partidos participantes. Esto puede leerse de dos formas: una enorme apatía política fruto de una sociedad con una gran incultura política que piensa que lo que se hace en Europa, o en política en general, no tiene ni la más mínima importancia. Habría mucha gente que vive muy feliz pasando olímpicamente de la política. Están en su derecho, pero es pésimo que sea así. La solución pasa por potenciar la educación política en los centros educativos, cosa que no parece tenerse mucho en cuenta en la nueva ley Wert. La otra lectura es que la gente que no vota muestra su desacuerdo total con el mismo sistema democrático; no solo no se sienten representados por ninguno de los casi cuarenta partidos (ya que aquí tienen la opción del voto en blanco o incluso nulo) sino que no creen en el sistema de elección. Esto es, igualmente, muy grave: mucha población no creería en la misma democracia. No obstante, pienso que esta opción no es mayoritaria. Los ciudadanos que no han votado han confundido la opción del voto en blanco con la abstención; sencillamente, no se sienten identificados con los políticos en general.
2. El Partido Popular ha sufrido el mayor varapalo desde que entró en el poder por segunda vez. Tengamos en cuenta que con algo más de cuatro millones de votos, solo representa el 26% de los votos y un pingüe 14% sobre el total del censo electoral. La conclusión es dura: el partido gobernante solo ha sido votado por algo más de uno de cada diez censados. De nuevo, el resultado deslegitima su mandato y muestra su escasa representatividad.
3. El PSOE se hunde irreversiblemente. Parece increíble que pierdan nueve diputados, uno más que el PP, estando en la oposición y con el gran descontento social hacia las políticas de su rival. Y es que este partido escribió su carta de defunción en la última etapa de ZP cuando aplicó medidas neoliberales, confesando que dado el actual sistema económico no cabe hacer otras políticas. En este caso, mejor que las haga el PP, que está en su papel. No creo que ni siquiera la dimisión de Rubalcaba y la renovación de rostros vaya a mejorar la situación de este partido a medio plazo.
4. El fenómeno Podemos tiene tan solo un 2,7% del censo, es decir que a pesar de su fulgurante comienzo, su representación es nimia. Puede vaticinarse que subirá y que, quizá, pueda aglutinar el voto de la izquierda, absorbiendo a IU y a los sectores más izquierdistas del PSOE. Se les ha acusado de populismo de izquierdas y hay parte de razón en eso. Si miramos su programa electoral, la mayor parte de las medidas que proponen son muy agradables al oído, pero si pensamos en su viabilidad la cosa cambia bastante. Por poner un ejemplo, plantean que las empresas que tengan dinero en paraísos fiscales sean duramente sancionadas. El problema es que si esto se hace así, no habrá empresa alguna que invierta en España. Si yo soy un empresario y lo que quiero es ganar dinero, aunque no sea muy honesto ingresar dinero en un paraíso, si es legal, lo ingresaré. La solución pasaría con un pacto transnacional que prohibiera a nivel mundial la existencia de los paraísos, cosa que está lejísimos de ocurrir. Por lo tanto, la medida propuesta por Podemos es inviable pero efectista a nivel electoral, es decir, populista. Sin embargo, si el realismo político consiste en jugar eficazmente dentro del sistema empobreciendo sistemáticamente a su población tampoco queremos seguir jugando. Esta es la gran paradoja: la utopía nos hace perder en un juego injusto y el realismo nos hace ahondar más en la injusticia. Por eso creo que la solución a nuestros acuciantes problemas no está, evidentemente, en más derecha, pero tampoco está en más izquierda. La solución tampoco vendrá, desgraciadamente, en dos días, sino en un cambio progresivo que refunde el sistema desde nuevos puntos de vista.
5. En esta línea me parecen más interesantes otras opciones como UPyD, Ciutadans o RED, entre otros. Dentro de ámbitos más realistas pretenden, igualmente, romper el bipartidismo y, lo que me parece aún mejor, terminar con las ideologías, cosa que creo que es el futuro de la política: tomar medidas buscando el bien común con independencia de su color político. UPyD, por ejemplo, propone el patriotismo constitucional como alternativa al nacionalismo independentista (algo mucho mejor que responder con nacionalismo españolista), o RED, el partido el Elpidio Silva, propone medidas muy concretas contra la corrupción jurídica, defendiendo, ante todo, la separación y equilibrio de poderes (condiciones esenciales y necesarias como base de un sistema democrático). También hay que tener en cuenta a los ecologistas (PACMA o Equo), siempre ignorados en España (que no en Europa), nos alertan de los graves peligros que el deterioro medioambiental conlleva (igualmente ignorados, sobre todo, por la derecha española).
6. Muchos medios nos están avisando de que una cosa son las elecciones europeas y otras las generales. Los votantes no votan con el mismo criterio y es verdad. Creo que nos estamos precipitando mucho al diagnosticar el fin del bipartidismo y al ilusionarnos con nuevos tiempos. De momento, lo único que legítimamente podemos deducir es que ha sido un serio aviso para los dos grandes, pero nada más. Paciencia.