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Habitualmente, cuando hablamos de terrorismo o fundamentalismo religioso hacemos mención a una interpretación literal de los textos sagrados. Parece ser que si ese bárbaro no interpretase así el texto, no llegaría a las conclusiones que le han llevado a cometer una atrocidad. De algún modo, se dice que el problema del fundamentalismo hunde su raíz en un error de interpretación.

Bien, vayamos a la Biblia y tomemos algún texto para comprobar qué posible interpretación no literal podría darse. Por ejemplo, hay muchos donde elegir, pero hoy cojamos Corintios 11, 3-7 por el siempre polémico tema del Burka islámico:

«Pero quisiera que compredierais esto: la cabeza de todo varón es Cristo, la cabeza de la mujer es el varón y la cabeza de Cristo es Dios. Todo varón que ora o habla en nombre de Dios con la cabeza cubierta deshonra su cabeza. Toda mujer que ora o habla de Dios con la cabeza descubierta deshonra su cabeza: viene a ser como si estuviera rapada. Por lo tanto, si una mujer con se cubre, que se corte el cabello. Pero si le resulta vergonzoso cortarse el cabello o raparse, entonces que se cubra. El varón no debe cubrirse la cabeza, porque es imagen y gloria de Dios. La mujer, en cambio, es gloria del varón»

San Pablo está explicando las normas que deben regir la asamblea y… ¿cómo interpretar este pasaje de tal modo que no obliguemos a las mujeres que van a la Iglesia a ir tapadas o a raparse la cabeza? Es decir, si un buen cristiano regaña a una mujer que asiste a la asamblea  mostrando su cabello… ¿podremos decirle con razón que su interpretación del texto sagrado no es correcta? ¿podremos acusarlo de fundamentalista por abusar de la literalidad del texto? ¿Qué otra interpretación cabe? Y luego decimos que los bárbaros son los musulmanes con sus mujeres. Sigamos con Corintios 14, 34-35:

«Como en todas las reuniones de los fieles, las mujeres callen en las asambleas, pues no les está permitido hablar, sino que se muestren sumisas, como manda la ley. Si quieren aprender algo, que se lo pregunten a sus propios maridos en casa, pues no está bien visto que una mujer hable en la asamblea»

Y es que si yo fuera cristiano (Dios mío líbrame de tus garras) sería fundamentalista porque, verdaderamente hay fragmentos de la Biblia polémicos, de difícil interpretación, pero en otros, no cabe duda alguna. Es decir, son los no literalistas, los no fundamentalistas los que realmente hacen una mala interpretación de los textos. Si las mujeres pueden hablar en la Iglesia es porque interpretamos mal la Biblia.

Solemos decir que la tradición occidental se nutre de dos grandes tradiciones: la cultura greco-romana y la judeocristiana. Realizar un análisis que pondere que hay de positivo y de negativo en cada una de ellas es harto difícil, habiendo ejemplos de todas las índoles. En nombre de valores como la libertad, la democracia o incluso la paz o los derechos del hombre, se han hecho atrocidades de todo tipo; y, en nombre de ideales menos dignos como podría ser la propia gloria personal o la más pura ambición se pintó la Capilla Sixtina o se construyeron las Pirámides.

No obstante, por hacer un comentario en estos días en los que se estrena Ágora de Amenabar, voy a recordar un bonito texto de Jeremías (10, 3-5):

«Porque las costumbres de los gentiles son vanidad: un madero del bosque obra de manos del maestro que con hacha lo cortó, con plata lo embellece, con clavos y a martillazos se lo sujeta para que no se menee. Son como espantajos de pepinar, que ni hablan. Tienen que ser transportados, porque no andan. No les tengáis miedo, que no hacen ni bien ni mal»

Con esta afirmación, apología sin duda de la tolerancia y el respeto entre religiones y muestra clara de apertura de miras sobre otras culturas, Jeremías se refería al arte  mesopotámico en concreto, pero sus frases fueron aplicadas por las comunidades cristianas a todo el arte pagano posterior. Así, cuando el cristianismo fue en ascenso, se pensó que era un deber piadoso destruir toda estatua de esos falsos ídolos. ¿No os habéis preguntado alguna vez por qué conservamos tan pocas estatuas del arte de la Grecia Clásica y, las pocas que tenemos, son copias posteriores? Porque las pocas que hemos conservado de la destrucción son las  copias que encargaron los romanos o las originales que sustrajeron para decorar sus jardines como si fueran souvenirs (como los ingleses con los frisos del Partenón y demás obras de saqueo). Todo lo demás, las múltiples esculturas y edificaciones de Fidias, Praxíteles, Mirón, Lisipo, Policleto o Ictino entre tantos otros, esos «espantajos de pepinar» de Jeremías, perdidas para siempre en el olvido. Y es que, ¿no era esto una consecuencia lógica de la vulgaridad y el chabacanismo del Cristianismo primitivo? ¿No es propio de una cultura inferior, bárbara, ser incapaz de apreciar la belleza y el arte?

Ruinas de Delfos


Una de las características de nuestra especie, que también compartimos con otras, es la de la posibilidad de sexo lúdico. La inmensa mayoría del mundo animal sólo realiza el coito para procrear, la mayoría de las veces, sólo en ciertas épocas del año, cuando la hembra es fértil. Nuestra especie es diferente, ya que las hembras no tienen una época de celo marcada, sino que pueden mantener relaciones durante todo el tiempo, siendo más fértiles secuencialmente durante la ovulación.

Es curioso que los que defienden que el hombre es algo mucho más «digno» que los animales, en el tema de la sexualidad no acepten nada más que la conducta animal, es decir, el sexo para procrear. O sea, que se congratulan de que el hombre sea el único animal que tiene sentimientos religiosos, pero que el sexo supere los límites de los puramente orgánico y entre en el campo de lo cultural les molesta… ¿Por qué?

Un tema polémico es la cuestión de si la homosexualidad es una elección libre del sujeto. Aparentemente, parece que no, ya que la atracción sexual es algo que te sobreviene de forma no voluntaria. Al igual que yo no elijo ser heterosexual y excitarme en presencia del sexo femenino, el homosexual tampoco lo elige. Sin embargo, si uno mira los resultados del famoso informe Kinsey puede cambiar de idea. En los años 50, Alfred Kinsey, entrevistó a 20.000 norteamericanos, preguntándoles por su sexualidad. Los resultados fueron muy sorprendentes (sobre todo para su época): el 37% de los hombres y el 13% de las mujeres habían tenido alguna práctica homosexual en su vida, y el 4,5% de hombres y 3% de mujeres eran predominantemente homosexuales. Una de las conclusiones que se sacaron fue que, aunque la homosexualidad plena se da en un pequeño porcentaje de la población, todos los hombres tienen un cierto grado de bisexualidad. En este sentido, por ejemplo, Michel Foucault afirmaba que los roles sexuales clásicos (hetero, homo, bi) no existen, siendo una construcción social. La sexualidad humana se antojaba mucho más compleja para encasillarla en tres categorías excluyentes. En este caso, la homosexualidad no es algo simplemente impuesto biológicamente, sino que estaría muy influido por factores culturales, teniendo un papel más importante la propia elección. Según Kinsley, la mayoría de las personas elige la heterosexualidad porque la homosexualidad está socialmente castigada. En una sociedad que no las penalizara, las relaciones homosexuales esporádicas serían mucho más comunes (como sucedía en Grecia o Roma).

La homosexualidad es muy común en los mamíferos

Pero, ¿qué finalidad evolutiva podría tener la homosexualidad? Aparentemente, parece la contraventaja biológica por excelencia. ¿Qué puede ir más en contra de la supervivencia de tus genes que no tener descendencia? Este es el argumento principal de los homófobos, por el que dicen que es algo antinatural, una monstruosidad sin parangón en el mundo animal. ¿Sin paragón en el mundo animal? El biólogo canadiense Bruce Bagemihl nos dice que la homosexualidad ha sido observada en casi 1.500 especies y está bien corroborada en unas 470.  Además tenemos relaciones de todas las modalidades: esporádicas o más duraderas, monógamas y polígamas, plenamente homosexuales (rechazando toda relación con el otro sexo) y hasta vitalicias (en el caso de algunas especies de pingüinos). Un dato curioso es, por ejemplo, en estructuras sociales matriarcales como es la de los bonobos, la homosexualidad es muy común, sobre todo el lesbianismo, que constituye el 60% de las relaciones entre hembras. Y es que, los homófobos suelen utilizar el concepto de naturaleza como les da la gana. A menudo confunden natural con normal o tradicional: si es algo que no hace todo el mundo o que no se ha hecho de toda la vida, ya es antinatural.

Las funciones evolutivas de la homosexualidad podrían ser las siguientes:

1. Favorecer la cohesión del grupo. Si no tenemos normas morales que la sancionen, la homosexualidad tiene una función integradora, y un grupo más unido, que colabora más, tiene más probabilidades de supervivencia. Por ejemplo, en el caso de los leones, los miembros de una pareja que ha tenido relaciones homosexuales cuidan juntos a las crías de uno de ellos, favoreciendo sus oportunidades de supervivencia.

2. La homosexualidad puede ser una alternativa vicariante cuando faltan individuos de otro género (como suele ocurrir en centros de reclusión: cárceles, cuarteles, conventos…). Se pudo realizar para aliviar tensiones después de un conflicto o situación estresante (como pasa con los chimpancés).

3. Retirar algunos competidores en la lucha por las hembras podría haber reducido la conflictividad, aprovechando este excedente energético (conquistar a las hembras supone un gasto terrible muchas veces no demasiado rentable) para otros menesteres evolutivos.

4. La existencia de individuos sin obligaciones familiares (mantener a sus hembras y crías) permitía nuevas funciones alternativas a la caza como, por ejemplo, la vigilancia, el seguimiento de animales o la fabricación de herramientas.

5. Puede ser una expresión de pautas de mando y sumisión. El macho dominante muestra su poder sodomizando a otros miembros más débiles del grupo.

Contra todos los tópicos y prejuicios, la homosexualidad tiene una función biológica, es decir, es algo tan natural como la propia heterosexualidad, porque el único sitio donde pueden buscarse leyes naturales es en la misma naturaleza, en el mundo de la biología, y no en los textos bíblicos (en los que, por cierto, se anima a la beligerancia contra el homosexual y se lo expulsa sin paliativos del Reino de los Cielos).

Hoy hace exactamente 538 años del nacimiento del renacentista Alberto Durero. Para celebrarlo tenemos su visión del Apocalipsis de San Juan. Aquí vemos a sus cuatro jinetes: hambre, guerra, muerte y peste, sembrando el pánico a su paso.

El apocalipsis según Alberto DureroLa creencia en el apocalipsis, es decir, en que va llegar un día x en el cual el mundo se va a acabar con la segunda venida de Jesucristo, es uno de los dogmas centrales del Cristianismo y, en consecuencia, aceptado como cierto por la comunidad cristiana. O sea, que a cuatro siglos de la Revolución Científica, gran parte de la humanidad todavía cree en el fin del mundo.  Muy bien, celebremos entonces The end of the world con REM.

He tenido el displacer de leer lo más salvaje, iletrado y lamentable que puede leerse a día de hoy en la blogsfera. En este post el señor sacerdote murciano José Gil Lorca afirma que el proyecto de ley aprobado por el gobierno brasileño para la defensa de los homosexuales es terrorismo ideológico de Estado pro-gay que pretende imponer el estilo de vida gay. Es decir, aprobar una ley en defensa de los homosexuales nos va a convertir en homosexuales a todos los heteros (¿pero la homosexualidad no era algo que no podía elegirse? ¿Si me esfuerzo mucho acabarán por gustarme los hombres?) Lo más tristemente gracioso es que él mismo pone en el post algunos de los puntos que trata la ley, concretamente, acciones que van a ser sancionadas legalmente y que el señor cura ve, consecuentemente, muy mal que se sancionen (pego directamente del post de José Gil):

Se sanciona también:

-impedir o prohibir el ingreso de homosexuales a cualquier lugar, público o privado, abierto al público, (de uno a tres años de reclusión)

-negar, impedir, retardar o excluir el empleo o la promoción jerárquica o profesional de homosexuales, en cualquier nivel del sistema educativo, público o privado (de uno a tres años de reclusión).

-impedir o restringir las expresiones o manifestaciones de afectividad entre homosexuales en locales públicos o privados abiertos al público; se tendrá como delito también retirarse de un lugar público como rechazo a esas manifestaciones de afecto homosexual (de dos a cinco años de reclusión).

-prohibir la libre expresión de afectividad de los ciudadanos homosexuales, bisexuales o transgéneros, incluso en las escuelas (de dos a cinco años de reclusión).

-rescindir un contrato de trabajo -incluido el trabajo doméstico- a causa de la orientación sexual; (fuentes de Brasil destacan que una familia no podría prescindir de una niñera lesbiana, aunque ésta pervierta a sus hijas).

-impedir el ingreso de homosexuales en hoteles, moteles, pensiones, etc.; impedir la compra o alquiler de propiedades a parejas de homosexuales.

¿A alguien en su sano juicio no le parece que cualquiera de estos actos ES LÓGICAMENTE SANCIONABLE? O ¿ALGUIEN VE BIEN QUE NO SE LE DE TRABAJO A UN GAY O QUE NO SE LES DE HABITACIÓN EN UN HOTEL?

Es decir, cristianos del mundo, no den trabajo a los gays, no les dejen pasar a los lugares públicos y… dónde va a parar, a la privacidad de sus casas. Si ven a dos gays por la calle besándose, denúncienlos, ya que están haciendo algo malo e ilegal… Si no lo hacen, ya saben, son terroristas pro-gays…

¡QUÉ VERGÜENZA LAMENTABLE!

En estas fechas, en vez de ver por enésima vez Ben hur o Espartaco, podemos disfrutar de algún documental como este:

Viñerta de Forges

Traslado aquí literalmente el artículo 2266 del Catecismo de la Iglesia Católica:

2266 La preservación del bien común de la sociedad exige colocar al agresor en estado de no poder causar perjuicio. Por este motivo la enseñanza tradicional de la Iglesia ha reconocido el justo fundamento del derecho y deber de la legítima autoridad pública para aplicar penas proporcionadas a la gravedad del delito, sin excluir, en casos de extrema gravedad, el recurso a la pena de muerte. Por motivos análogos quienes poseen la autoridad tienen el derecho de rechazar por medio de las armas a los agresores de la sociedad que tienen a su cargo [Las negritas son mías].

Vaya, parece que la vida no es algo que sólo Dios nos puede quitar…

Partimos de la no simetría entre una proposición existencial afirmativa y una negativa a la hora de aceptar su verdad. Si yo digo «No existen los duendes bicéfalos» no tengo por qué aportar razones a favor de mi enunciado. Si así fuera cada vez que mi imaginación se encontrara con cualquier fantasía y como el universo es inmenso y harían falta millones de vidas para registrarlo entero, debería aceptar su existencia al no poder probar su inexistencia. Ergo, una afirmación existencial negativa se acepta sin tener que aportar razones a favor.

Por el contrario, una proposición existencial afirmativa tal como «Existe el monstruo del Lago Ness» sí que requiere de razones para aceptar su veracidad. De la calidad de tales razones extraeremos nuestra aprobación. Por lo tanto, cuando un cristiano se defiende de los ateos sosteniendo que no han sido capaces de demostrar la inexistencia de Dios no tienen razón. Es el cristianismo el que tiene que aportar razones para que creamos en lo que nos dice. Sería como si un amigo me dice que esta tarde ha visto un OVNI y, si yo dudo de ello, me responde que le demuestre que él no ha visto un OVNI. No, ha de ser el que propone el enunciado el que aporte pruebas a favor de su afirmación.

Aplicando lo dicho al Cristianismo, sabemos que las pruebas aportadas para la existencia de Dios son insuficientes, por lo que lo más razonable es no ser creyente. La filósofa Ayn Rand lo explica mejor que yo:

Podría objetarse, siguiendo a San Anselmo y, en la actualidad, a Jay Gould que ciencia y religión son dos cosas diferentes. Razón y fe son dos cosas inconmensurables, condenadas a no entenderse porque su naturaleza es distinta. Esta es la postura protestante por antonomasia, surgida desde el nominalismo de Ockham. El problema que tiene es que si se acepta se imposibilita cualquier tipo de teología racional. La razón no puede hablar de Dios. Sin embargo, el catolicismo sí que intenta construir teorías racionales en torno a Dios, por lo que a tenor de lo dicho el catolicismo es insostenible.

La única religión posible, siendo estrictos, sería la propuesta por el primer Wittgenstein. Los positivistas lógicos no entenideron demasiado bien el Tractatus ya que, a partir de él, postularon el absurdo de la religión. Wittgenstein era un hombre muy religioso pero entendía que la religión estaba en el ámbito de «lo que no se puede hablar» . La religión estaba en lo que él denominada como lo místico, algo fuera del mundo y, por lo tanto, fuera de los límites del lenguaje. La religión se vive, se siente, pero no se puede teorizar racionalmente sobre ella. A mí ésta me parece la única forma  honesta posible de religión.

De lo que no se puede hablar mejor es guardar silencio

¿En España prima la ignorancia o la indiferencia?

Las estadísticas que el diario Público sacaba hace unas semanas acerca de las creencias religiosas de los españoles no dejaban de ser curiosas. Pero lo que más me llama la atención no es lo realmente poco católicos que se muestran todos estos españoles que van a misa los domingos y que bautizan y mandan a catequesis a sus niños, lo cual era una verdad vox populi desde hace tiempo, ni lo aún menos católicos que realmente son los que ni si quiera se declaran católicos practicantes, sino algo mucho más inquietante.

En primer lugar, lo que me preocupa es lo terriblemente ignorantes que son gran parte de los entrevistados. ¿Cómo es posible que si te declaras católico no creas en la vida después de la muerte, que Cristo era hijo de Dios o que Dios creó el Universo? Es realmente curioso como un 20% de los católicos no practicantes dudan de la existencia de Dios… pero… si dudas de Dios… ¿cómo leches te declaras católico? Esto demuestra un gravísimo desconocimiento de las propias creencias. La mayoría de los creyentes no tienen ni idea de lo que creen, lo cual sí que es terrible.

Y, en segundo lugar, se me ha derrumbado una tesis. Yo pensaba que el Cristianismo daba píe a la superstición. Si en la Biblia te hablan de resurrecciones, curaciones increíbles, gente que anda sobre las aguas, etc. no hay más que un paso para creer en el mal de ojo o en la existencia de espíritus. Y así parece al principio del artículo cuando se afirma que un 25% de los creyentes practicantes cree en la astrología, un 24% en el mal de ojo y un 22% en la existencia de  brujas o personas con creencias maléficas; llegando a un total del 52% con creencias paranormales. Vale, lógico, pensaba yo, pero mi gozo en un pozo cuando leo que entre los ateos la creencia en supersticiones es similar. El 14% de personas sin creencias religiosas creen en la vida del alma después de la muerte (dan por sentado que el alma existe), otro 14% cree en los milagros y un 18% en la astrología. Así, el 33% de ellos tiene creencias supersticiosas, porcentaje no mucho menor que en el de los creyentes.

Conclusión: lo realmente grave, repito, no es que el 90% de españoles católicos que suele apuntarse la Iglesia como acólitos o militantes, no sean realmente tan creyentes y, en gran parte de los casos, herejes en toda regla. Lo grave es que la población española no tiene ni idea de en lo que cree. Sus creencias son irreflexivas, supérfluas, contradictorias. Lo grave es que, en el fondo, al personal le importa un pito si Dios existe o noy eso no es más que la clásica y omnipresente ignorancia. No sé cómo andarán las cosas en los demás países europeos, pero, en vista de esta encuesta se puede decir, por lo menos, que España sigue siendo un país de incultos como siempre lo ha sido. Nada nuevo bajo el sol.