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Un Dios imperfecto

Publicado: 11 enero 2010 en Ciencia y religión, Humor
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Fuente: Panfleto Laetus

He rescatado estas imágenes de la Web de FidA, del Blog Dios es ateo y en Reason Proyect donde podéis ver más.

Un poquito de respeto...

Sin noticias de Dios

Métodos diferentes...

La Religión puede afectar seriamente su salud

Análisis racional de la Santísima Trinidad

Prueba de la existencia de DiosEstos mamíferos tienen unas ocurrencias...

Observemos estas dos proposiciones:

1. Dios existe.

2. Estas dos proposiciones son falsas.

No hay mucho que decir, la única alternativa que nos queda para no caer en una paradoja es aceptar la primera proposición como verdadera y la segunda como falsa. Ergo, Dios existe.

Sin embargo, sería conveniente añadir que podemos sustituir la proposición 1 por cualquier otra imaginable tal como «Yo tengo siete cabezas» o «En España no hay crisis sino desaceleración» y, siguiendo la férrea lógica autorreferencial, también demostraríamos que son afirmaciones verdaderas.

Véase:

Por qué no soy cristiano. Razones para el ateísmo

Otra serie de argumentos en contra de la existencia de Dios

El argumento del mal de Epicuro para probar la inexistencia de Dios

Una demostración de la existencia de Dios. El argumento ontológico de San Anselmo

Un argumento de la inexistencia de Dios

Desde el Blog Ocurrencias habituales nos llega este videojuego. A estas alturas me parecía extraño que algo así no se hubiera hecho antes. Con toda la caña que habitualmente se mete a las religiones por todos lados  (desde este Blog, por ejemplo) el videojuego debería parecer anacrónico (y lo es, si pensamos en series televisivas como South Park o Padre de Familia). Sin embargo, más vale tarde que nunca, aquí lo tenemos: Jesucristo dando mamporros al primogénito de Shiva,  Ganesha, a Buda o a Mahoma. Curiosamente, el juego parece no aceptar la Santísima Trinidad ya que Jesús y Dios son dos personajes diferentes (estos protestantes ya no respetan nada).

Aparte de si el juego es una chorrada o no (que lo es), la cuestión importante es la de siempre: los límites de la libertad de expresión.   La hermosa libertad de expresión, uno de los grandes bienes de Occidente que sangre, sudor y lágrimas costó conseguir. A mí me da mucho miedo cada vez que por la razón que sea (seguridad nacional, razón de estado son términos  que no acepto) se habla de recortar esa libertad. Sin embargo, es evidente que esta acaba donde comienzan los derechos de otra persona… ¿Cuándo vulneramos esos derechos? ¿Donde está el límite de una sátira? ¿Cuándo estamos hablando de injuria y cuando no? ¿De cualquier tema se puede bromear o hay temas intocables? ¿Puedo reírme abiertamente del presidente del gobierno pero no del rey o de Dios? ¿Puedo ridiculizar a la Iglesia Católica pero no al Islam?

Estamos ante un problema evidente de conjunto borroso. Si te llaman gilipollas te están insultando, y es denunciable,  está claro, pero si alguien te dice que haces declaraciones desafortunadas en función de una genética y unos estímulos ambientales que no fueron los mejores… ¿Podrías denunciarlo?¿Podríamos trazar un límite preciso entre lo que es insultar y lo que no? ¿Este videojuego constituye un insulto a las diferentes religiones? ¿Una sátira es un insulto? ¿Una crítica es un insulto? ¿Podríamos, igualmente, trazar un límite preciso sobre los temas sobre los que se puede bromear y los que no?

Por un lado tenemos que el humor nihiliza, es decir, el humor quita peso, valor a circunstancias que de primeras lo tienen. Reírte de un político quita solemnidad a su cargo, lo banaliza, lo trivializa, a fin de cuentas lo convierte en nada. De tanto reírnos de los políticos al final conseguimos que nuestra visión de ellos sea más una parodia, una caricatura que una realidad. El político pasa a ser un patán, un cretino, no vale nada. Cuando nos reímos de algo lo estamos destruyendo. ¿Estamos en una sociedad zafia y burda, que se ríe de todo porque ya no cree en nada?

Sin embargo, ese descargador de sentido que es el humor también es necesario. Hay ocasiones en las que está bien quitar esa solemnidad, restar algo de esa sacralidad que puede llegar a ser artificiosa o incluso ridícula. En estas ocasiones, el humor es lucidez, es un aviso de que nos estamos pasando, de que hay algo equívoco en nuestra actuación. En muchas ocasiones es necesario saber reírse de uno mismo. Pero,  ¿Cómo distinguir entre este humor nihilizante de un humor necesario?

Tengo una televisión que hace cosas maravillosas: produce imágenes en movimiento a gran resolución, imágenes que son réplicas exactas de cosas que están pasando a miles de kilómetros, muchas veces en riguroso directo. Mi televisión capta ondas invisibles que viajan por el aire y las transforma en preciosos paisajes a todo color.  Es una cosa alucinante que hubiera hecho que Isaac Newton se cagara en los pantalones si la viera. Es la cima de la evolución tecnológica, fruto de verdaderos diseñadores inteligentes. Sin embargo, cuando algo tan maravilloso se estropea, se avería sin que exista el modo de repararlo… ¿a dónde se van las imágenes en color que producía? ¿A dónde va ese sonido envolvente de tan grande calidad? ¿Dónde estarán sus más de doscientos canales?¿A dónde van las películas que compartí con ella? ¿Dónde estarán la final de la Eurocopa o el festival de Eurovisión?

No soy técnico ni ingeniero, así que no tengo ni idea de cómo el sustrato electrónico de mi tele produce esas imágenes y sonidos inmateriales. Encuentro la relación causal pero no comprendo la causa eficiente… ¿cómo produce mi tele esas imágenes tan magníficas? Mi conocimiento no lo puede explicar y esa incertidumbre me deja preplejo (la Grandeza del Misterio). Pero no puede ser que algo tan maravilloso se quede en la nada, en el vacío de la existencia. ¿Cómo puede acabar siempre mal la vida de cada tele? ¿No podrían las teles funcionar para siempre? Es injusto. Es más, podríamos preguntarnos ¿qué había antes de la televisión? ¿Será el mismo vacío que después? Mi tele fue una gran tele, nunca ser averió y siempre estuvo allí cuando la necesité.  No se merece acabar así… No puedo soportar su ausencia… ¿Habrá ido a un lugar mucho mejor? Las imágenes eran inmateriales por lo que seguro que pueden sobrevivir sin el soporte electrónico… ¿Podré volver a reencontrarme con ella y volver a ver House los martes por la noche? ¿O quizá se reencarne en las nuevas teles que salen de la fábrica?  La verdad es que ninguna televisión ha vuelto del más allá para contárnoslo por lo que creo que no lo sabremos nunca.

Esta entrada continua: ¿Qué hay después de la muerte?

¿En España prima la ignorancia o la indiferencia?

Las estadísticas que el diario Público sacaba hace unas semanas acerca de las creencias religiosas de los españoles no dejaban de ser curiosas. Pero lo que más me llama la atención no es lo realmente poco católicos que se muestran todos estos españoles que van a misa los domingos y que bautizan y mandan a catequesis a sus niños, lo cual era una verdad vox populi desde hace tiempo, ni lo aún menos católicos que realmente son los que ni si quiera se declaran católicos practicantes, sino algo mucho más inquietante.

En primer lugar, lo que me preocupa es lo terriblemente ignorantes que son gran parte de los entrevistados. ¿Cómo es posible que si te declaras católico no creas en la vida después de la muerte, que Cristo era hijo de Dios o que Dios creó el Universo? Es realmente curioso como un 20% de los católicos no practicantes dudan de la existencia de Dios… pero… si dudas de Dios… ¿cómo leches te declaras católico? Esto demuestra un gravísimo desconocimiento de las propias creencias. La mayoría de los creyentes no tienen ni idea de lo que creen, lo cual sí que es terrible.

Y, en segundo lugar, se me ha derrumbado una tesis. Yo pensaba que el Cristianismo daba píe a la superstición. Si en la Biblia te hablan de resurrecciones, curaciones increíbles, gente que anda sobre las aguas, etc. no hay más que un paso para creer en el mal de ojo o en la existencia de espíritus. Y así parece al principio del artículo cuando se afirma que un 25% de los creyentes practicantes cree en la astrología, un 24% en el mal de ojo y un 22% en la existencia de  brujas o personas con creencias maléficas; llegando a un total del 52% con creencias paranormales. Vale, lógico, pensaba yo, pero mi gozo en un pozo cuando leo que entre los ateos la creencia en supersticiones es similar. El 14% de personas sin creencias religiosas creen en la vida del alma después de la muerte (dan por sentado que el alma existe), otro 14% cree en los milagros y un 18% en la astrología. Así, el 33% de ellos tiene creencias supersticiosas, porcentaje no mucho menor que en el de los creyentes.

Conclusión: lo realmente grave, repito, no es que el 90% de españoles católicos que suele apuntarse la Iglesia como acólitos o militantes, no sean realmente tan creyentes y, en gran parte de los casos, herejes en toda regla. Lo grave es que la población española no tiene ni idea de en lo que cree. Sus creencias son irreflexivas, supérfluas, contradictorias. Lo grave es que, en el fondo, al personal le importa un pito si Dios existe o noy eso no es más que la clásica y omnipresente ignorancia. No sé cómo andarán las cosas en los demás países europeos, pero, en vista de esta encuesta se puede decir, por lo menos, que España sigue siendo un país de incultos como siempre lo ha sido. Nada nuevo bajo el sol.

Dios y los hackers

Publicado: 1 enero 2009 en Ciencia y religión
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Dios y los HackersEs bonita la metáfora que compara al investigador como a un «hacker» que intenta encontrar la contraseña para burlar un intrincado sistema de seguridad de orígen divino. ¿Estará esta contraseña escrita en caracteres matemáticos como sostenía Galileo? ¿O estará escrita en el lenguaje de las razones del corazón que la razón desconoce que decía Pascal?