El yo no es un comandante… es un farsante

Publicado: 26 enero 2010 en Filosofía de la mente
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Leo esto en La tabla rasa de Steven Pinker:

«Una de las demostraciones más espectaculares de la ilusión del yo unificado es la de los neurocientíficos Michael Gazzaniga y Roger Sperry, que demostraron que cuando los cirujanos cortan el cuerpo calloso que une los hemisferios cerebrales, literalmente parten el yo en dos, y cada hemisferio puede actuar libremente, sin el consejo ni el consentimiento del otro. Y lo que es aún más desconcertante, el hemisferio izquierdo teje constantemente una explicación coherente pero falsa de la conducta escogida sin que lo sepa el derecho. Por ejemplo, si el que realiza el experimento lanza la señal «Andar» al hemisferio derecho (manteniendo la señal en la parte del campo visual que sólo el hemisferio derecho puede ver), la persona cumplirá la orden y empezará a andar para salir de la habitación. Pero cuando a la persona (concretamente, al hemisferio izquierdo de la persona) se le pregunta por qué se levantó, dirá, con toda sinceridad: «Para tomar una Coca-Cola», y no «Pues no sé» o «Simplemente me entraron ganas de hacerlo» o «Llevan años haciéndome pruebas desde que me operaron, y a veces hacen que haga cosas pero no sé exactamente qué es lo que me pidieron». Asimismo, si al hemisferio izquierdo del paciente se le muestra un pollo, y al derecho se le muestra un paisaje nevado, y ambos hemisferios han de escoger una imagen que se corresponda con lo que ven (cada uno utilizando una mano diferente), el hemisferio izquierdo elige una pata de pollo (correctamente), y el derecho, una pala (también correctamente). Pero cuando al hemisferio izquierdo se le pregunta por qué la persona en su conjunto tomó esas decisiones, dice alegremente: «Pues es muy sencillo. La pata del pollo va con el pollo, y se necesita una pala para limpiar el gallinero».

Lo espeluznante es que no tenemos razones para pensar que el generador de tonterías del hemisferio izquierdo del paciente se comporte de modo alguno de forma distinta a los nuestros cuando nosotros interpretamos las inclinaciones que emanan del resto de nuestro cerebro. La mente consciente – el yo o el alma – es un creador y manipulador de opinión, no el comandante en jefe.»

comentarios
  1. Tay dice:

    Muy interesante.

    Realmente el investigador habla con el hemisferio izquierdo del paciente… al no tener acceso a la información del derecho, se lo inventa de la forma más coherente posible. Este es un fenómeno similar al de las abducciones alien… aunque suene algo extraño decirlo, pero se cree que son una forma «absurda» que tiene el cerebro de rellenar «huecos» de incertidumbre, después de determinados sucesos, como puede ser un desmayo.

    Estoy muy de acuerdo en que el yo es un «efecto óptico» de la mente, pero no lo estoy tanto con Rodolfo Llinás (Hola José Manuel :), al menos con lo que he oído o leido de él, ¡a ver si consigo ese libro y cambio de opinión!

    Un saludo!

  2. José Manuel:

    Muchas gracias por la recomendación y el enlace. Casualmente, hoy un compañero me hablaba de la figura de Llinás. Yo no sé nada de él, así que habrá que ponerse manos a la obra. Te dejo una entrevista con él:

    http://www.revistanumero.com/39cere.htm

    Bio:

    ¿Con qué hemisferio has escrito este comentario? Mira que no me fío… 😉

    Un saludo.

  3. Tay dice:

    Jejeje sí, es normal que te suene raro, yo tampoco me fiaría de mi hemisferio izquierdo!

    Las zonas del cerebro encargadas de procesar el lenguaje están mayoritariamente en el hemisferio izquierdo, a excepción del tono con el que se habla, tanto de la «emisión», como de la comprensión de las palabras. Oliver Sacks tiene algunas anécdotas muy curiosas con esto (¡¿y de qué no las tiene?!).

    Cuando hablas con alguien de cuerpo calloso seccionado hablas con su hemisferio izquierdo, forzosamente. De hecho hablando con cualquiera hablas con esa sección del cerebro, excepto en la entonación, eso lo «pilla» el derecho, mientras que el izquierdo sería incapaz de cantar, por ejemplo.

    Yo le pediría al paciente que explicase cantando que foto ha escogido y por qué… a ver qué pasa 😀

    Lo de las abducciones lo he sacado de un documental donde trataban de dar una explicación científica al asunto, se basaban en la DMT, una molécula alucinógena derivada de la melatonina, que nos provoca ensoñaciones mientras dormimos.

    Un saludo!

  4. yack dice:

    Curioso lo que nos enseña la neurociencia sobre nuestra personalidad. Enlazando con el post anterior, en el que se planteaba el tema de cómo compatibilizar el egoísmo a corto plazo con el egoísmo a largo plazo (ética), se me ocurre la siguiente teoría:

    Tal vez una parte del cerebro decide lo que conviene hacer y la otra se encarga de buscar una explicación “ética”, que viene a significar: “que no te ocasione problemas con tus semejantes”.

    Para atender a la necesidad de mentir tantas veces y tan convincentemente, a fin de compatibilizar el egoísmo real con el altruismo fingido, contamos con dos puntos a nuestro favor:

    1 Creernos nuestras propias mentiras. Esto ayuda a que sean más creíbles a los demás, nos evita caer en contradicciones delatoras y además evita el dispendio en trabajo de computación que supondría gestionar varias teorías contradictorias.

    2 Hemos sacrificado una buena parte de nuestro cerebro a la tarea de idear mentiras, en lugar de emplearlo en tomar decisiones acertadas. Y ese es uno de los costos que tiene vivir en sociedad. ¿Será por eso que tenemos el cerebro más grande? ¿Para idear buenas mentiras?
    De ahí que cuando los dos hemisferios se desconectan por accidente, la máquina de idear mentiras, al ignorar el hecho de que los agentes externos conocen las auténticas razones de la conducta, idea justificaciones incoherentes.

    Pero en realidad, ese es el trabajo que hace siempre, (elaborar explicaciones “educadas” y “adecuadas”), aunque lo hace tan bien que nadie puede descubrirlo salvo, claro está, cuando el Yo se escinde y a la máquina de la mentira no le llegan todos los datos necesarios para fabricar mentiras coherentes.

    Saludos.

  5. Hola Yack:

    Muchos pensadores se plantearon la idea de que nuestra inteligencia tiene su origen en la invención de mentiras. Pronto sería el momento en que un organismo «se dio cuenta» de que era más económico fingir algo que serlo realmente. Inventado el sistema nervioso como receptor de señales, inventados inmediatamente modos de engañar a ese sistema nervioso. El lenguaje, por su naturaleza simbólica, encerraba una alta potencialidad de falseamiento, bastaba por poner un rugido, una onomatopeya… una palabra, en lugar de otra; se veía el efecto y se comprobaba que con ese nuevo uso, el lenguaje era más útil. Y de aquí a, viviendo en sociedades donde prima la comunicación, ese juego de mentiras y contramentiras fue el modo común de actuar.

    A mí me llama la atención la distinción moderna entre vida privada y vida pública. ¿Por qué hace falta diferenciarlas? Porque tu vida privada será la de las miserias o extravagancias que quieres ocultar y la pública será la gran mentira que querrás vender. No veo otra necesidad de distinción, ni otra justificación de la importancia desmedida que damos a nuestra intimidad o privacidad.

    Pero, como dice Pinker, lo espeluznante es que cada vez tenemos más claro que nuestra conciencia no gobierna el barco (no somos dueños de nosotros mismos) pero, y esto da más miedo, quizá ni siquiera nos damos cuenta de ello y nos autoengañamos en modo absoluto, lo cual haría bastante grotesca nuestra existencia.

    Un saludo.

  6. yack dice:

    Estoy bastante de acuerdo con todo lo que dices, Santiago.

    En alguna parte leí que tal vez nuestra conciencia sólo sea un truco para vernos a nosotros mismos como nos ven los demás, una especie de supersimulación que nos da una perspectiva externa de nosotros mismos en relación con los demás. Este supersimulador tendría asignada la tarea de optimizar las interacciones con los demás.

    Creo que la distinción que haces entre vida privada y pública es muy acertada y pienso que es una separación indispensable para mejorar la vida emocional y práctica del individuo.

    En cada uno de los dos ámbitos, se aplica una estrategia diferente en base al tipo de relaciones que se establecen con los agentes externos (familia y amigos) frente a enemigos, desconocidos, compañeros de trabajo, miembros del partido, etc. De ahí el peligro que conlleva, y en el que se cae a menudo, mezclar la vida privada con la pública. La información sensible se difunde rápidamente y se convierte en munición para nuestros enemigos.

    El problema es que nos hemos creído que la supersimulación somos nosotros mismos, cuando en realidad sólo es un puesto de observación más elevado para hacer mejores predicciones.

    Las decisiones salen, sólo pueden salir, de la aplicación de algoritmos genéticos a la información disponible en el cerebro. Y todo lo demás son creencias tan melifluas como infundadas, que hay que dejar a un lado.

    Saludos.

  7. Carlos S dice:

    Es… «bastante grotesca nuestra existencia» vista desde el propio racionalismo, por eso entra en bancarrota a cuenta del Golem que puso en marcha con el nombre de Ciencia. Pero… ¿es «justo» ese enfoque que se acaba contradiciendo y entrampando a sí mismo?

  8. Hola Carlos:

    Desde el conocimiento científico actual, no se deduce nada sobre lo grandioso o indigno de la vida humana, porque precisamente eso es hacer una valoración, juicios de los que la ciencia huye como de la peste. Mi afirmación es una valoración a partir de una especulación sobre cierto tipo de experimentos. Pero, en el caso supuesto de que la interpretación más razonable de los datos a los que nos llevara la ciencia hiciera muy razonable concluir aspectos muy negativos de la vida humana… ¿qué habría de contradicción o entrampamiento en ello?

    Un saludo

  9. […] Para más razones véase El yo no es un comandante… es un farsante […]

  10. La conjugacion de las dos posibilidades hemisfericas tiene algo que se podría resolver en terminos de logica difusa, las calificaciones adjetivas de este procedimiento de autoanalisis observadas arriba parecen comprobar este argumento. En terminos de la necesaria precision del lenguaje se tendría que aceptar la posición fenomenologica acerca de la infinitud de las definiciones humanas, sin embargo en términos del valor que tiene la consciencia yo diría que las habilidades hemisféricas son complementarias en un balance de la personalidad. La autopercepcion intuitiva del cerebro derecho que emerge como un eureka en cualquier momento del dia, o bien, la pragmatica conversacional que permite hacer inferencias justo en el momento en que nos dirigimos a un objetivo concertado.

  11. […] Véase Falso ciego o El yo no es un comandante… es un farsante. […]

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