En Philosophical foundations of neuroscience Hacker y Bennett realizan una interesante crítica a las neurociencias.  Los primeros que abordaron el problema de la relación entre mente y cuerpo fueron eminentemente cartesianos: entendían la mente y el cuerpo como dos sustancias, dos realidades diferentes. Charles Sherrington, Edgar Adrian, John Eccles o Wilder Penfield, los científicos que dominaron el panorama de la neurología desde comienzos del siglo XX, eran dualistas. Por el contrario, la siguiente generación de investigadores fue firmemente monista: no sabemos muy bien cómo pero los estados mentales pueden reducirse a estados físicos (habitualmente estados neurológicos) o la mente no es más que un proceso, una función del cerebro o una propiedad emergente (Searle o Bunge) que no nos tiene por qué llevar a aceptar la existencia ontológica de otra realidad paralela a la material. Sin embargo, según Hacker y Bennett (H&B a partir de ahora), esta generación de científicos sigue cometiendo el mismo error conceptual que sus maestros: donde antes se nombraba al individuo, al yo, al alma o al cogito cartesiano como sujeto de atributos psíquicos,  ahora se nombra el cerebro (en el fondo, sólo hemos cambiado una palabra,  esencialmente seguimos obrando como dualistas). Donde antes decíamos la mente de Descartes piensa, ahora decimos que el cerebro de Descartes tiene experiencias, cree cosas, interpreta a partir de información o hace conjeturas.

Gerald Edelman, Colin Blakemore, Antonio Damasio, Benjamin Libet o David Marr, caen en lo que H&B denominan la falacia mereológica: atribuir a las partes propiedades que sólo son atribuibles al todo. Mi cortex visual no es el que ve, al igual que mi lóbulo frontal no es el que toma decisiones. El que ve o el que toma las decisiones es el individuo en su totalidad. No es que el cerebro no piense ni deje de pensar, es que no tiene sentido atribuirle este predicado. Por ejemplo, cuando decimos que el halcón vuela o que el leopardo corre, atribuimos el vuelo o la carrera al halcón o al leopardo en su totalidad. No tendría sentido decir que las alas del halcón son las que vuelan o  que las patas del leopardo son las que corren.

Esta crítica, muy polémica debido a su alcance (todos hemos caído en esta falacia alguna vez), nos lleva a cuestiones filosóficas muy interesantes. Parece que H&B tienen razón en que el cerebro, por sí solo no puede hacer todo lo que se le atribuye. Mi cerebro no puede hacer mucho sin un sistema cardiovascular que lo irrigue, sin ojos y oídos que le transmitan información (sin un sistema nervioso periférico al completo), sin un esqueleto que lo sostenga y proteja… Vamos, sin la totalidad de un individuo. Pero es que, precisamente, la noción de totalidad es equívoca. El cerebro tampoco podría hacer nada sin el oxígeno de la atmósfera, sin los nutrientes del entorno o sin una fuerza de la gravedad que evite que se desparrame… ¿dónde situamos el límite de esa totalidad a la que atribuimos predicados psíquicos?

Es más, pensando de modo inverso, podemos aplicar la paradoja de Teseo: ¿cuántas cosas podemos quitarle a la totalidad del individuo para que ya no se le puedan atribuir predicados psíquicos? Podemos pensar en un humano sin extremidades, sin ojos ni oídos que siguiera teniendo estados mentales. ¿Hasta dónde podemos llegar? Hasta donde la ciencia nos pudiera permitir. Suponemos que sólo mediante un pulmón y un sistema cardiovascular artificiales podríamos mantener un cerebro vivo y pensante.  ¿Sería ese el legítimo sujeto mínimo al que podemos atribuir pensamiento?

comentarios
  1. Tay dice:

    Una muy buena exposición!

    Leí el libro en el que Dennett y Searle discutían esto junto con Hacker y Bennett, y, la verdad, me da la sensación de que se pierden ellos solos.

    Me gustó la respuesta de Searle, en la que decía que el pensamiento es comparable a la digestión, es evidente que el cuerpo se alimenta por completo, pero es el estómago el que realiza la digestión. De igual modo, es el cerebro el que piensa.

    Creo que si se establece desde un principio a qué nos referimos con «pensar» dicha falacia desaparece totalmente.

    Un saludo

  2. Nunca entenderé estas ganas de enredarse en asuntos semánticos. Formúlense hipótesis, propónganse definiciones, desarróllense teorías, contrástesen datos, reformúlese todo ante nueva evidencia y déjense las discusiones banales.

    Tiene tanto sentido (o tan poco, pero esta es la discusión banal) decir que el cerebro piensa como que el corazón bombea sangre o el estómago hace la digestión (por lo menos la de muchos alimentos).

    Cuando se le amputa a alguien una pierna o se le pone en un pulmón artificial, sigue pensando. Cuando se le van extirpando partes del cerebro, lo hace, pero cada vez menos, y, según parece, con una pérdida de capacidad de pensamiento específica asociada a partes del cerebro específicas.

  3. Tay:

    A mí siempre me ha gustado mucho la explicación emergentista. No obstante, y para seguir dando por saco, tiene el problema de que aun no sabemos, precisamente, nada de cómo emerge el pensamiento de la materia viva.Cuando yo pienso en mi perro, veo por neuroimagen que hay una parte de mi cerebro que se enciende, y si me amputan esa parte de mi cerebro ya no puedo pensar en mi perro. Con esto sé que mi cerebro tiene que ver con pensar en mi perro pero no cómo mi cerebro causa mi pensamiento. Tenemos una correlación no una causación. Nuestras neurociencias están aún en pañales.

    José Luis:

    Es que, además lo subrayan Hacker y Dennett, en neurología, cuando uno diseña experimentos los aspectos semánticos o conceptuales son muy importantes (y en cualquier otra ciencia). Errores conceptuales pueden conllevar errores empíricos pues depende de cómo plantees las preguntas, tendrás unas respuestas u otras. No es lo mismo lanzar una hipótesis adoptando un modelo dualista, monista o conductista. Unos partirán de una mente inmaterial, otros de una mente física y otros de la no existencia de la mente. Cada uno buscará unas cosas diferentes y dará explicaciones diferentes a los hechos con los que se encuentre.

    Hay que tener en cuenta que nuestras teorías científicas están hechas con palabras y las palabras significan unas cosas u otras.Decía Ortega y Gasset que las palabras había que utilizarlas con la precisión de un bisturí.

    Un saludo

  4. Santiago:

    Entiendo lo que dices, y es cierto. Lo que digo es que preguntas como esa que planteabas, en plan paradoja de Teseo, sobre dónde ponemos el límite a esa totalidad, no pueden ser respondidas a priori. Según avance nuestro estudio sobre el tema iremos viendo qué relaciones son relevantes y cuáles no. Decir que todo influye en todo, en plan holista, es no decir nada.

  5. Héctor M dice:

    Leí el libro en el que Bennett criticaba a ciertos neurofilósofos por caer en la falacia

    (un pequeño detalle -que debiera comprobar pero que no lo hecho y no lo haré a no ser que se me pida- y es que la falacia es Mereológica.)

    En cuanto a la sustancia, hay que decir que tanto Dennett como Searle aceptan la falacia aunque consideran que se les malinterpreta y a pesar de lo que se llega a decir en los comentarios la cuestión no es en absoluto trivial, si acaso sútil pero no es lo mismo. Efectivamente, el quid se asemeja a la idea wittgensteniana de que «Sin conducta no hay dolor», esto es, que son las conductas visibles las que nos permiten hacer comprensibles los conceptos referidos a nuestra exitencia intramental. Por lo tanto, los atributos psicológicos sólo tendrán razón de ser si se atribuyen a un cuerpo in totum. En este sentido, no se produce la falacia porque el cerebro «dependa de» sino por lo anteriormente referido a propósito de cuándo se pueden utilizar las palabras. Es como la célebre metáfafora del escarabajo negro en la caja.

    Pero en cualquier caso aciertas en encontrar semejanzas entre el problema de la consciencia y el argumento de Teseo. Yo ya lo hice en su momento para precisamente recalcar que es imposible asociar ninguna instancia material a una identidad.

  6. Tay dice:

    Hola Santiago

    Claro! eso es lo más fascinante de todo. De hecho, desde que leí «La mente consciente» de David J. Chalmers, me considero más cercano del dualismo que de cualquier otra «creencia» neurocientífica. 🙂

    Al dualismo naturalista de Chalmers, claro está… que está más cerca del monismo que del resto de dualismos, pero dualismo es al fin y al cabo.

    Un saludo!

  7. yack dice:

    Sobre este tema creo que la informática puede ayudar mucho a contestar cualquier tipo de preguntas.

    Un programa en ejecución es percibido por el usuario como un fenómeno «inteligente» e interactivo, como algo parecido a la mente de un ser humano. De hecho, cuando se juega al ajedrez contra un ordenador, la diferencia es imperceptible.

    Puesto que conocemos desde abajo arriba todo el proceso informático, porque lo hemos construido nosotros, paso a paso, podemos responder a todas las cuestiones sin dificultad.

    ¿Es el software o el programa en ejecución un ente independiente del hardware? No. todo el conjunto son átomos interaccionando que son percibidos por la mente como dos entidades diferentes, aunque se necesitan mutuamente para crear esa otra entidad que llamamos programa en ejecución (mente).

    En cuanto a las propiedades emergentes son el resultado de combinar astuta y pacientemente propiedades elementales de la materia. No hay ninguna emergencia, más allá de la percepción del observador iletrado. El ingeniero, y el programador saben que todas las emergencias son el producto de su esfuerzo y que la aparente facilidad con la que fluye un programa sólo es eso, aparente. En el fondo, sustentándolo todo, hay un trabajo arduo y un conocimiento profundo.

    En el cerebro humano, el trabajo de trenzado de propiedades elementales, lo ha hecho la selección natural y por eso permanece parcialmente inaccesible a nuestra comprensión, aunque cada vez en menor cuantía.

    En resumen, yo diría que las divisiones entre cerebro y espíritu/mente son sólo métodos que nos ayudan a entendernos y a manipular la complejidad del mundo real. Pero basta con ser consciente de ello para no trabarse en estériles disquisiciones metafísicas que sólo consumen tiempo sin aportar soluciones, sencillamente porque no hay respuestas a preguntas incoherentes. Y aquí volveríamos a la metafísica, o el arte de perder el tiempo.

    Saludos.

  8. José Manuel dice:

    No olvidaros de leer a Rodolfo Llinás (el mayor especialista en la interacción cerebro-mente-consciencia, para mi opinión). Los seres humanos no tenemos cerebro. Somos nuestro cerebro.

  9. yack dice:

    Tienes razón Jose Manuel. Yo díria que todo el universo sólo existe en cuanto está codificado en nuestro cerebro y sólo a través de esa codificación llega y puede llegar a nuestra conciencia.
    Nos podemos plantear incluso si además de la codificación a la que nuestra conciencia tiene acceso existe el universo, porque si le metemos la navaja de Ocam nos quedamos sin universo. Y el cerebro entonces sería la cosa que maneja la navaja y elimina lo superfluo.
    Saludos.

  10. José Manuel dice:

    La navaja de Occam, Yack. La repesentación de nuestro particular universo se va codificando en nuestro cerebro desde la niñez temprana por medio de los sentidos (que son las ventanas de la individualidad, el yo y el resto). Sin sentidos nos confundiríamos con el todo. ¿Qué siente una piedra? Es todo y nada.

    Saludos

  11. yack dice:

    Ocan, para los amigos, José Manuel.

    Lo irritante es que hasta la propia existencia de los sentidos son teorías codificadas en nuestra mente. Al final tenemos que fiarnos, por pura fe, de lo que está escrito en nuestra mente y hasta el concepto mismo de mente forma parte de esa historia indemostrable.

    Los experimentos, las constataciones científicas o intuitivas, los razonamientos, las predicciones, las validaciones, los modelos, todo ha de estar previamente codificado para que pueda llegar a nuestra conciencia.

    Al final, la Realidad sólo es la cinta de papel perforado de una máquina de Turing que se mueve ante la cabeza lectora de nuestra conciencia a la que sólo le queda creérselo todo porque tanto el programa (el pensamiento) como los datos (las percepciones) sólo son secuencias de ceros y unos que alguien o algo ha puesto en la cinta de nuestra memoria.

    Y la ciencia sólo puede intentar averiguar qué o quien escribió esos unos y ceros a través de lo que ellos mismos cuentan, y eso sería casi como leer la Biblia para asegurarse, confiando en lo que dice, de que fue escrita por dios.

    Pero eso forma parte del juego de la vida y hay que aceptarlo sin más, como aceptamos las normas del ajedrez cuando nos ponemos a jugar una partida. La ciencia lo ha aceptado y se concentra en aprender a jugar cada vez mejor. También están los que hacen trampas durante el juego para simular, ante los indoctos espectadores, que ganan las partidas.

    Saludos.

  12. jesús dice:

    ¿Y es el culo el que caga, o todo el ser humano?

  13. Hector M dice:

    Con esa pregunta, Jesús, se demuestra que no has entendido nada. No entiendes, por ejemplo, por qué cuando digo tengo dolor y a pesar de estar haciendo referencia a una sensación estrictamente subjetiva se me entiende.

  14. Héctor:

    Sí, era mereológica, gracias por la corrección.

    Jesús:

    Te metes en un problema muy complejo pues el concepto de culo es ambiguo. ¿Dónde acaba el culo y comienza la espalda? ¡¡¡Podríamos llegar a la paradoja de decir «He cagado con la espalda»!!!

    Un saludo.

  15. ayllapangekvyentray dice:

    En mi opinión el problema no es que atribuyamos características de la totalidad a las partes como dicen H&B. Los filósofos emergentistas que dicen que la mente es al cerebro (o a las neuronas) como el agua es a las partículas singulares de Hidrógeno y Oxígeno están equivocados, porque tanto el agua como las partículas son objetos físicos, mientras que la «mente» no lo es. Desde un punto de vista objetivo, la mente (los pensamientos, intenciones, emociones, etc.) simplemente no existe. Creer que Juan reacciona de un modo porque yo le hablo es tan ingenuo como creer que el volcán erupciona porque yo se lo pido. Esta última creencia es del tipo de las de los pueblos indígenas, que atribuyen alma e intencionalidad a todos los fenómenos naturales. Nosotros hacemos lo mismo que ellos, pero atribuimos alma e intencionalidad sólo a las personas (o, a lo sumo, hasta cierto punto, a algunos animales). Las intenciones tuyas de escribir algo en este blog o las mías de comentar tu artículo son tan inexistentes como las intenciones del volcán de eripcionar. lo que ocurre es que los seres humanos occidentales aún no estamos preparados para aceptar que no tenemos intenciones (aunque a diferencia de los pueblos indígenas, si estamos preparados para aceptar que el volcán o un relámpago no tienen intenciones). Nuestra consciencia sigue siendo (como las consciencias indígenas), todavía, demasiado «afectiva».

    Stefano

  16. Nicolás dice:

    Tengo algunas dudas que tal vez puedan responder. ¿Por qué al hablar de que ‘el universo sólo existe en cuanto es codificado por el cerebro’ no se incluye al cerebro como parte del universo? No veo ninguna razón para no tomar al cerebro como una cosa más.

    La segunda cuestión es que no parece correcto decir que una creencia es falsa sólo porque tiene un parentezco con antiguas creencias indígenas… Sería tal falaz como rechazar la idea opuesta porque culturas no-occidentales antiguas lo creen.

    Saludos

  17. Hola. Ando leyendo a Damasio (Sentir lo que sucede) y sólo quería añadir un matiz: según lo que yo entiendo, no está tanto por las partes antes que el todo. Precisamente pone ahí -como ejemplo- de una orquesta integrada. Textualmente:
    «Pese a los varios componentes, el producto conductual de todo momento es un todo integrado, una fusión de contribuciones, no muy distinto de la fusión polifónica en una ejecución orquestral».
    Gracias por compartir. Un saludo.

  18. alex dice:

    en que consiste el error categorial ? y la falacia mereologica ?

  19. Iván dice:

    Tengo 41 años. Os estoy leyendo y voy pensando de una determinada manera. Podría haber hecho eso con 15 años? El cerebro tiene que estar ahí, pero y mis experiencia? No puedo evitar pensar en mi campo. Se dan pastillas para que una persona con la compulsión de lavarse las manos no lo haga, si le cortamos las manos tampoco lo hará. Así que tenemos que un cerebró es el que es por las experiencias, y por lo que todo el cuerpo permite q esas experiencias tengan lugar. Dónde se siente un orgasmo? En él cerebro? Pues q pena. Y que significa un orgasmo para una mujer que sufrió abusos? Desde luego cerebro tiene que haber. Un ejemplo de Pérez alvarez, la escritura. Parece ser que se tienen localizadas las estructuras cerebrales implicadas en ello. Pero curiosamente la escritura (como práctica social) es posterior al cerebro. Siento las abreviaturas y mi mensaje telegráfico pero estoy con la tablet.

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