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Uno de los filósofos más grandes del siglo pasado, Donald Davidson, nos dejó, en su artículo «Knowing One’s Mind» (1987), uno de los experimentos mentales más comentados dentro de la filosofía analítica. No es más que otra variante de otra serie de populares experimentos de la teletransportación de los que los que ya escribimos aquí varias veces, pero tiene su gracia. Os lo traduzco del original:

Supongamos que un rayo cae sobre un árbol muerto en un pantano; yo estoy parado cerca. Mi cuerpo queda reducido a sus elementos, mientras que por pura coincidencia (y a partir de diferentes moléculas) el árbol se convierte en mi réplica física, Mi réplica, el Hombre del Pantano, se mueve exactamente como yo; de acuerdo con su naturaleza, sale del pantano, encuentra y parece reconocer a mis amigos, y parece devolverles el saludo en inglés. Se muda a mi casa y parece escribir artículos sobre interpretación radical. Nadie nota la diferencia.

Pero hay una diferencia. Mi réplica no puede reconocer a mis amigos; no puede reconocer nada, ya que, para empezar, nunca conoció nada. No puede conocer los nombres de mis amigos (aunque, por supuesto, parece que sí), no puede recordar mi casa. No puede querer decir lo mismo que yo con la palabra «casa», por ejemplo, ya que el sonido «casa» que profiere no fu aprendido en un contexto que le diera el significado, o ninguno en absoluto. De hecho, no veo cómo puede decirse que mi réplica significara nada [que sus palabras tengan algún significado] con los sonidos que hace, ni que tuviera algún tipo de pensamiento.

Espero (o eso creo) que la mayoría de los que acabáis de leer esto os sintáis intelectualmente repugnados, e incluso penséis que esto es una extravagante estupidez ¿Cómo el hombre del pantano no va a reconocer verdaderamente a los amigos de Davidson? ¿Cómo no van a tener significado sus palabras? ¿Cómo no va a pensar, si tiene un cerebro exactamente igual, molécula a molécula, al de Davidson original? Esperad, no es tan sencillo y da para muchísimo juego.

Davidson dice que el hombre del pantano no puede pensar porque está defendiendo una versión de la teoría externalista del significado: las palabras no significan algo debido a que se da un determinado estado interno de la mente o del cerebro, sino que deben su significado a una historia causal. Así, yo conozco a mis amigos porque llevo mucho tiempo siendo amigo suyo, porque comparto muchas experiencias vitales con ellos. Hay un proceso causal que va configurando mi comprensión de mis amigos que va desde el primer momento que los conocí hasta la actualidad, y todo ese proceso ocurre, como mínimo en parte, fuera de mi mente (de aquí externalismo. Aunque parezca extraño hay muchos filósofos que defienden que muchos procesos cognitivos no se dan en el cerebro). El hombre del pantano carece de todo ese aprendizaje pasado, por lo que no puede saber absolutamente nada de lo que sabía el auténtico Davidson.

Cuando hablamos de la identidad de alguien solemos hablar de una continuidad biológica o biográfica: yo soy yo porque he sido el mismo organismo biológico durante toda mi existencia, o yo soy yo porque he sido el protagonista de mi vida, el sujeto de todos los acontecimientos vitales que han formado mi biografía. William James, el gran padre de la psicología norteamericana, sostenía que nuestra consciencia es como un río, un chorro continuo de experiencias subjetivas, subrayando su continuidad como elemento esencial. Bien, pues el hombre del pantano no tiene ninguna continuidad con Davidson, ya que comienza a existir en el momento en el que el rayo combina sus moléculas. Hay una clara ruptura biológica y biográfica con el Davidson original.

Vale, respondemos, pero quizá no es así. Los recuerdos, las vivencias que han constituido la personalidad y la identidad de Davidson sí que han tenido continuidad, porque si el cerebro del hombre del pantano es idéntico al de Davidson, todos sus recuerdos y vivencias están allí almacenados. Si partimos de una perspectiva materialista o naturalista de la mente, las experiencias se codifican de alguna manera que la ciencia todavía no tiene muy clara, dentro del cerebro. Dos cerebros absolutamente idénticos a nivel físico tendrán exactamente los mismos recuerdos, por lo que el hombre del pantano tendrá exactamente la misma forma de ser, pensar y actuar que Davidson… ¡Incluso creerá firmemente ser Davidson!

Problema para el materialismo-naturalismo: propongamos una variante. Resulta que el rayo no mató al Davidson original, sino que éste aparece, de repente, manchado de ramas, hojas y barro ¿Cual de los dos Davidsons es ahora el auténtico Davidson? Todos diremos al unísono: ¡El original! ¡El renacido que creíamos muerto! ¡El otro solo es una vulgar copia! ¡Un impostor! Pero, parad un momento, ¿no habíamos dicho que el hombre del pantano tenía los mismos recuerdos y vivencias que el original? Claro, ¿y qué? ¿Entonces por qué decimos que el original es mas Davidson que el hombre del pantano? ¿Qué es lo que tiene uno de lo que carece el otro para ser el auténtico Davidson? ¡Ehhhh…! ¡Malditos filósofos liantes!

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comentarios
  1. D dice:

    Buenas Santiago. Como siempre un placer leerte. El post de hoy me ha recordado al capítulo 3×06 de rick y morty (serie muy chula si no la has visto nunca). Los protas van a un spa y entran a una máquina de desintoxicación y pasa esto: https://www.youtube.com/watch?v=jg8G9qKhjkU

    un saludo.

  2. En realidad los dos son auténticos. Es como si tienes un programa almacenado en una tarjeta y lo copias en otra. Si ejecutas los programas en dos ordenadores ¿Cual es el auténtico? Desde que existen las copias digitales (perfectas) no tiene sentido el concepto de original o auténtico.

  3. D:

    Rick y Morty son una obra maestra. Se podría hacer todo un curso de Filosofía, simplemente, viendo cada capítulo y comentándolo. De hecho, creo que este verano lo mismo me vuelvo a ver la serie completa.

    Un saludo, y gracias por leerme.

    Vivirdeverdad:

    No, ¡Claro que tiene sentido el concepto de original o auténtico! Piensa que tú eres Davidson y te pasa toda la historieta: aparece un hombre del pantano que dice ser tú, y tú sobrevives al rayo. Entonces os cogen a los dos y dicen: vamos a ejecutar a uno de vosotros ¿A cuál preferirías que ejecutaran?

  4. F. Joya dice:

    Aun siendo los dos molecularmente idénticos, sosteniendo en sus redes neuronales los mismos recuerdos y experiencias, podría presentarse un problema de ‘arranque inicial’, de que al igual que cuando se le para el corazón a un individuo, a veces un masaje cardiaco le puede inicializar de nuevo, tal vez necesitara de una inicialización, de un halo vital que lo pusiera de nuevo en marcha, que ‘descongelara’ el estado ‘inerte’ de las partículas tras la transferencia

  5. F. Joya:

    ¿Estás planteando un tipo de «influjo vital» a lo Frankenstein? Mira que la teoría del vitalismo está muy denostada por la ciencia en estos tiempos…

  6. Santiago, esta es otra pregunta que tiene dos respuestas, una fácil y otra difícil.

    La fácil es que para todos los seres humanos excepto para los dos implicados, es indiferente, aunque no para ellos que lo interpretan como su posible extinción.

    La difícil involucra el concepto de consciencia y de identidad. El conflicto se puede arreglar amistosamente a gusto de todos (excepto de algún filosofo recalcitrante). Se les dice por separado a A y a B que son ellos los que van a sobrevivir y se les mete en dos habitaciones distintas. A uno de ellos (supongamos que a B) se le volatiliza (a traición) con un láser megatrónico en un nanosegundo para que no tenga tiempo de sufrir. Y asunto arreglado.

    Si pero te has jodido al B, que diría el filósofo recalcitrante.

    Pero no es así. Digamos que el presente F(0) dura un cronón y que está desconectado del pasado F(-1) y del futuro F(+1) sencillamente porque ni el pasado ni el futuro existen. El sujeto B desde el presente F(0) tiene noticias del pasado porque posee memoria y del futuro porque posee imaginación.

    Entonces, si elimino con el láser su futuro, B(0) no se inmutará y B(+-1…+-n) menos aún. Si además existe A(+1…+n) que es idéntico a B, ¿Cuál es el problema?

    La clave está en el hecho de que nuestra identidad está descompuesta en fragmentos infinitesimales (de un cronón) desconectados entre sí y la muerte solo es la creencia errónea que tenemos los humanos en T(0) de que nuestra identidad se prolonga misteriosamente hacia el pasado y hacia el futuro inmediato.

  7. F. Joya dice:

    “¿Estás planteando un tipo de «influjo vital» a lo Frankenstein? Mira que la teoría del vitalismo está muy denostada por la ciencia en estos tiempos…”

    No, estoy hablando de que se transfiere un instante del sistema constituido por todas las moléculas del cuerpo del sujeto. Lo aclararé. Tú (o el filósofo al que haces referencia) plantea un hecho mágico o milagroso, la intervención de un rayo que milagrosamente transfiere el sistema hombre a un árbol. Algo más sensato sería una teleportación en la que cada molécula de un cuerpo pasa a ocupar otro lugar en el espacio manteniendo los estados de cada una de las partículas. Para ello, la máquina teleportadora debería tener el conocimiento del estado de todas las partículas. Ahora bien, veo dos inconvenientes para la réplica con tales condicionamientos. El primero, tal vez el menos defendible, que ya que se transfiere un instante, no se transfiera la inercia de las partículas, tan solo su posición en ese considerado instante, lo que fulminaría inmediatamente a la réplica. Pero imaginemos que la no; imaginemos que la máquina ha hecho también los cálculos de la velocidad instantánea de cada una de las partículas. Entonces surge un problema, el principio de indeterminación de Heisenberg: la máquina no podría conocer la posición y velocidad de cada partícula sino con errores. Así que el cuerpo réplica no sería el mismo que el cuerpo replicado (porque quien replica es la máquina, que dispone de información errónea) y seguramente se derrumbaría fulminado al instante.

  8. Yo creo que al tratarse de un experimento mental, lo que cuenta es la situación final que se propone y no cómo se ha llegado a ella o si es posible llegar a ella. Lo que se pretende es discernir en qué consiste la identidad consciente.

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