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Tenemos una baraja en la que sólo existen las cuatro cartas que se ven abajo. En esta baraja, las cartas tienen tanto en sus caras como en sus dorsos o letras o números, cumpliéndose la regla de que si en una cara hay una letra, en el dorso habrá un número y viceversa. Por ejemplo, en el dorso de la primera carta (A) habrá necesariamente un número cualquiera mientras que en la carta tercera (4) habrá siempre una letra. Pues bien, si decimos que en esta baraja se cumple la regla: «Si una carta tiene una A en una cara entonces tendrá un 4 en la otra», ¿qué cartas hemos de levantar para verificar o falsar dicha regla?

Este simple experimento utilizó el psicólogo P. C. Wason (1966) para mostrar que los individuos no somos demasiado lógicos a la hora de tomar decisiones. Muchas personas se equivocan a la hora de elegir qué cartas levantar aún cuando para tomar la decisión simplemente hay que utilizar unas simples reglas de inferencia que usamos constantemente para hacer el más nimio razonamiento de nuestro día a día.

Algunos levantaban la carta dos (B) cuando es absolutamente irrelevante para verificar nada. Que detrás de ella haya un 4 no afecta para nada la regla ya que ésta te dice que si hay una A habrá un 4 pero esto no prohíbe que puedan haber cuatros detrás de cualquier otra letra.

Mucha gente levantaba la tercera carta cometiendo un grave error lógico. Solían pensar que detrás de ese 4 debería haber una A para que se cumpliera la regla. ¡No! La regla te dice que si hay una A entonces habrá un 4 pero no dice nada de que si hay un 4 tenga que haber una A. Aquí se está confundiendo el condicional con el bicondicional. Mucha gente no cae en la cuenta de que si A es condición para 4, 4 no tiene por qué ser condición para A.

Y lo que es muy curioso es que casi nadie levantaba la cuarta carta (7), cuando ésta es claramente necesaria. Si detrás del 7 hubiera una A, la regla quedaría falsada pues ella nos dice que, siempre, detrás de una A tendrá que haber un 4. Estamos ante un típico modus tollens.

La solución, como todos habréis deducido ya, mínimamente por eliminación, está en levantar la primera y la última cartas. La primera es la más evidente (y la que más gente acertaba) ya que, necesariamente, detrás de esa A tiene que haber un 4 (es aplicar un modus ponens). Wason viene a demostrar que no siempre nos regimos por la lógica deductiva a la hora de tomar decisiones. Esto tampoco quiere decir que decidamos irracional o estúpidamente, sino que tenemos en cuenta otros elementos o que utilizamos mecanismos de elección extralógicos.

Otro ejemplo que me llama la atención a la hora de criticar las teorías de elección racional es cuando razones secundarias usurpan la primera fila y se hacen definitorias para tomar una determinada decisión. Esto suele ocurrir cuando no tenemos suficiente información para elegir racionalmente entre dos opciones. Pensemos, por ejemplo, que tenemos que elegir la universidad en la que queremos estudiar. Las dos opciones son la universidad de Albacete o la universidad de Santander. Para tomar una decisión racional deberíamos saber datos como el plan de estudios de cada facultad o qué profesores imparten clase allí. Sin embargo, no sabemos absolutamente nada. ¿Cómo elegir? Razones secundarias toman el mando. Por ejemplo, si somos de Cuenca podemos pensar que elegir Albacete será mejor porque está más cerca de casa y así el viaje será más corto. ¿Garantiza esta razón que mi decisión será la más acertada? Para nada, la universidad de Albacete podría ser malísima y habrías cometido un gran error. Sin embargo, en este caso la decisión es totalmente racional dada la información que tenemos. Curioso, una decisión racional que me garantiza el éxito tanto como el lanzamiento aleatorio de una moneda.