Escapando de la cárcel del determinismo

Publicado: 22 febrero 2014 en Filosofía general
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deterministadados

Debido a mis continuos improperios dirigidos al ministro de educación en una manifestación, las autoridades competentes me detienen y me encarcelan. Y allí estoy yo, encerrado tras las paredes de una lúgubre celda pensando en cómo se han vulnerado mis derechos civiles, como se han violado mis libertades fundamentales. Pero, de repente, caigo en que soy determinista, en que no creo que exista nada que podamos llamar con propiedad «decisión libre», por lo que nuestra sensación de libre albedrío no es más que una ilusión mental. Entonces, me digo que no debería preocuparme. Dentro de una celda soy igual de libre que en el salón de mi casa, es decir, nada de nada. Sin embargo, no consigo calmarme. Yo no quiero estar en la cárcel, quiero salir… ¡quiero ser libre! ¿Qué ocurre entonces? ¿Es absurdo el determinismo?

No, simplemente, hay que revisar nuestras definiciones. Ted Honderich, profesor emérito del University College de Londres y un determinista a la vieja usanza clarifica muy bien la cuestión, en primer lugar, definiendo determinismo:

El determinismo, tal y como yo lo entiendo es la doctrina según la cual cada uno de nuestros eventos o episodios mentales o conscientes, incluida toda decisión, elección y , es el efecto de una decisión causal. La secuencia es anterior a la decisión, la elección o la acción, y a cualquier pensamiento al respecto.

Ted Honderich, entrevistado por Julian Baggini

en Lo que piensan los filósofos (Paidós, 2011).  

El universo es una gran red causal que avanza irreversiblemente hacia el futuro. Todos los sucesos están encadenados a fenómenos que ocurrieron temporalmente antes, de modo que estos sucesos causan necesariamente los anteriores. Honderich lo deja claro:

Cada suceso en ella es un efecto real, un suceso necesario, por así decirlo. Desde luego, no un suceso hecho probable meramente por los antecedentes. Es algo que tenía que ocurrir dados los antecedentes.

Si aceptamos el determinismo nos encontramos de lleno con el problema de la libertad. Si todo está determinado por sus antecedentes yo no soy libre de tomar ninguna decisión, por lo que hablar de libre albedrío carecería por completo de sentido. Entonces yo encarcelado no debería preocuparme mucho, ya que metido en una celda no soy más libre que descansando plácidamente en el sofá de mi casa. En ambos casos mis decisiones son tomadas de antemano por las circunstancias anteriores a mi elección. Si llevamos este argumento a su extremo hablar de derechos tan fundamentales como  la libertad de expresión o de culto, e incluso hablar de la misma democracia (voto libre) es absurdo.

Muchos pensadores optaron por lo que se conoce como compatibilismo. Intentaron hacer compatible esta idea de libertad personal con el determinismo físico. Creo que no lo consiguieron porque la mayoría de sus planteamientos se basaron en «sacar la libertad del orden físico». Para Descartes la mente es una sustancia diferente a la materia que se rige por otras normas. Kant optó por algo parecido: sacar la libertad del mundo fenoménico para meterla en el nouménico, otro mundo diferente al regido por leyes físicas. Sin embargo, sí es posible mantener el determinismo y que, al menos, tenga sentido hablar de libertad sin tener que postular otras realidades diferentes a la material, si redefinimos lo que significa el término. Así, Honderich distingue dos tipos de acciones «libres»: las acciones originarias y las acciones voluntarias.

[…] la acción originada […] es aquella que tiene una génesis, un inicio, bastante difícil de definir. En cierto sentido, sabemos que entienden por origen (origination) los incompatibilistas. Éste supone que el agente llega a una decisión, elección o acción de forma no determinista, y la decisión, la elección o la acción permanecen dentro del control del agente. Por encima de todo, el origen es el comienzo de una decisión o elección que hace responsable de ella al agente, moralmente responsable de ella en un sentido fuerte.

Si pensamos que algo funciona de modo determinista y, por lo tanto no es libre, si sucesos anteriores determinan sus acciones, una decisión, elección o acción libre tiene que «salirse» de esta cadena causal, no estando determinada por el pasado, es decir, debe ser un origen, algo que surge como una novedad pura ex-nihilo, un punto cero absolutamente inconexo con sus antecedentes temporales, un suceso incausado… Y algo así, tal como subraya Honderich es muy difícil de definir: ¿cómo es un fenómeno de esas características? Sería algo jamás observado por la ciencia hasta el momento, una especie de singularidad.

Pero podemos definir un acto libre de otra manera, como acción voluntaria:

El tipo de libertad que supone la voluntariedad viene a ser el siguiente: una acción libre es aquella que fluye desde los deseos, la personalidad y el carácter del agente, en lugar de oponerse a éstos. El agente no está en una cárcel, no es la víctima de un hombre con una pistola, no está sujeto a una compulsión interior que no quiere tener. Actúa de tal suerte que sus acciones fluyen de él. Según esta definición, una acción libre es, en efecto, lógicamente compatible con el determinismo. El determinismo no dice que no haya acciones que fluyen del agente. Simplemente dice que existe algún trasfondo causal que fija el resultado. Según la interpretación compatibilista, la acción libre es justamente aquella que posee un trasfondo causal interno y fundamental para el agente, por así decirlo, en lugar de externo.

Explicado de otro modo: la libertad entendida como acción voluntaria quiere decir que yo hago algo libremente si, realmente, la acción está acorde (es efecto) con mis deseos, creencias o intenciones, a pesar de que éstas estén completamente determinadas por causas anteriores. Yo quiero salir de la cárcel, creo que es horrible estar allí. Entonces toda acción que obstaculice tales deseos me privará de mi libertad.

De esta forma mantenemos una postura totalmente determinista, seguimos sosteniendo que la libertad (originaria) es una ilusión, y sigue teniendo sentido hablar de libertades fundamentales o democracia. Y, lo mejor de todo, no hay que recurrir a extrañas piruetas conceptuales compatibilistas que terminan por llevarnos al dualismo.

comentarios
  1. Bento dice:

    Muy interesante.

    Personalmente, siempre me ha costado comprender la supuesta incompatibilidad del determinismo con el libre albedrío. Adoptemos el punto de vista determinista por un momento: ¿las decisiones que dan lugar a mis actos están férreamente vinculadas a una causa o varias causas más o menos identificables? Afirmativo. ¿De ello se deduce que no soy yo el agente de ellas, que no las he tomado libremente en el sentido de no haber sido sometido a coacción por parte de otros? Negativo.

    Son decisiones tanto libres y determinadas. Supongamos que está lloviendo y, en consecuencia, cojo el paraguas cuando salgo a la calle. ¿El hecho de que lo haya cogido porque está lloviendo -si no estuviera lloviendo, habría salido sin él- convierte la decisión en un acto «no libre»?

    No. De la misma manera que soy yo el sujeto de la acción «coger el paraguas», también soy yo el sujeto de la acción «decidir coger el paraguas». No hay nadie más.

    Es bastante sencillo, no da para tanta reflexión, ni mucho menos «mundos alternativos» cartesianos.

    Y por otro lado, el libre albedrío -o la consciencia, o cualquier otra cosa- podría ser una «ilusión» de la misma manera que lo es que las cosas caigan «hacia abajo» cuando las soltamos, pero eso no quiere decir que podamos o debamos salirnos de esa ilusión en nuestra vida real. De la misma manera que los conceptos de arriba y abajo siguen siendo esenciales en el 99% de nuestra vida física e intelectual, podemos operar tranquilamente «como si» fuéramos libres, «como si» fuéramos conscientes, etc. Podemos, y en realidad, debemos, porque, sencillamente, somos incapaces de otra cosa.

  2. Bento dice:

    En la serie «True detective» uno de los protagonistas es una especie de poli nihilista que suelta cosas como «el universo es cíclico: estamos condenados a repetir eternamente todos nuestros actos». Estas «revelaciones profundas» parecen sumamente perturbadoras pero, en realidad, tienen el mismo efecto en nuestra vida que una jarra de agua sobre una piedra. Vale, supongamos que todo se repite. Si no me voy a dar cuenta -dado que todo se repite, también lo hará mi inconsciencia fenomenológica de ese hecho-, ¿qué demonios me importa? Parece una variante no teísta de la idea de la reencarnación, ¿qué más me da reencarnarme en una abeja en la vida futura? Seré una abeja, no voy a echar de menos haber sido otra cosa en ningún momento. Claro, los creyentes religiosos en la reencarnación, la rueda de la vida, etc., se dieron cuenta de ese fallo -que hacía completamente inane toda la creencia- e introdujeron modificaciones «ad hoc» como que algunas almas excepcionales son capaces de trascender el ciclo, o que hay un nirvana o estado superior. Será un disparate, pero al menos es un disparate relevante si decides creértelo. La versión atea, ni eso: está a la altura de otras revelaciones como «la consciencia es una ilusión» o «hay infinitos universos entre los cuales no hay ninguna comunicación posible», ese tipo de pensamientos ante los que solo cabe responder: «vale, ¿y?». Me quedo igual.

  3. Esa era justo la explicación de Locke sobre el tema del libre albedrío.
    Por cierto, sobre este tema os recomiendo este artículo mío: http://www.uned.es/dpto_log/jpzb/docs/2011%20COMO%20EL%20AVE.pdf

  4. sirnewton3813 dice:

    Pues la verdad que me ha gustado la definición que da Honderich sobre el determinismo en el contexto en el que lo da.

    Yo creo que determinación y libertad es más difícil emparejarlos como complementarios que como opuestos.

    Se puede estar de acuerdo en que una acción es libre siempre y cuando desde la fuente de nuestros deseos en donde nace el germen de esa acción futura, llegue a ser acción sin ser coartada por nada más.
    Claro si tengo sed y por ello bebo agua, la acción de beber agua es libre pues nace en mi y no es coartada por nada, ya que al final ejecuto la acción de beber agua.
    Pero claro, por la misma regla de tres quizás pueda alguien decir que precisamente mi acción de beber agua responde no a la libertad sino a la esclavitud en este caso de mi sed que hace que parezca que nazca una acción libre de saciar esa sed, ya que en última instancia bebo agua no por una decisión libre sino porque estoy encadenado irremediablemente a tener esas acciones que son beber agua, comer, etc..

    Si además me impiden beber agua, entonces ni siquiera soy libre de ejecutar la acción de beber agua.

    Bento :

    Si al final decides coger el paraguas, y lo coges, tanto la ocurrencia de coger el paraguas, como la decisión final de coger el paraguas, como al final ejecutar la acción de coger el paraguas, te lo han impuesto tus procesos mentales, luego eres esclavo de como se combinen tus procesos mentales, tus acciones son esclavas de tus ocurrencias que en ningún modo son controladas por ti, ya que tu también eres producto de tus procesos.

  5. v miquel dice:

    No tiene nada que ver la libertad, en sentido político o físico, con el libre albedrío como concepto filosófico que implica que nuestras acciones escapan a las leyes neuroquímicas de nuestro cerebro. El que crea que la mente es algo más que su cerebro, es decir, el que mantenga una posición dualista podrá tener la ilusión de tener libre albedrío. Pero descartado el dualismo, no hay espacio para el indeterminismo ni para el libre albedrío. Y tiene repercusiones mucho más importantes que coger el paraguas o no cuando llueve. Por ejemplo la responsabilidad ante la justicia de nuestras acciones
    Un saludo

  6. Miquel

    No hay que llevarse las manos a la cabeza por la cuestión de si el determinismo implica la inexistencia de responsabilidad moral o legal. Al fin y al cabo, aunque sea verdad que no existe esa responsabilidad, el determinismo también implica que la gente no puede dejar de hacer lo que hace, incluyendo el aceptar la existencia de esa responsabilidad.
    Si es verdad que el criminal no pudo evitar cometer su crimen, también es verdad que el juez no pudo evitar condenarlo.

  7. Bento dice:

    «Si al final decides coger el paraguas, y lo coges, tanto la ocurrencia de coger el paraguas, como la decisión final de coger el paraguas, como al final ejecutar la acción de coger el paraguas, te lo han impuesto tus procesos mentales, luego eres esclavo de como se combinen tus procesos mentales, tus acciones son esclavas de tus ocurrencias que en ningún modo son controladas por ti, ya que tu también eres producto de tus procesos.»

    Perdón, pero esto me suena a decir que soy «esclavo» de mis decisiones; o incluso que soy «esclavo» de mi libre albedrío; o todavía más, que soy «esclavo» de mí mismo. (Qué otra cosa es mi yo salvo mis procesos mentales).

    Me parece innegable que mis procesos mentales determinan buena parte de mis acciones (la otra parte la determina el mundo exterior), pero de ahí no se deduce la inexistencia del libre albedrío.

    Daniel Dennett explica muy bien, aquí, el debate entre incompatibilistas (el determinismo excluye el libre albedrío: algunos afirman que, dado que creen que tenemos libre albedrío, el universo no puede ser determinista, o bien no del todo, creando esos artefactos «ad hoc» del gusto de Roger Penrose que combinan cerebros y física cuántica, y que no son otra cosa que vueltas al dualismo; otros creen que el universo está completamente determinado y, por lo tanto, no somos libres ni responsable) y compatibilistas (que creen que la cuestión del libre albedrío es independiente del determinismo: Dennett entre ellos y, según cita, una mayoría de filósofos, aunque no de científicos).

    http://www.samharris.org/blog/item/reflections-on-free-will

  8. v miquel dice:

    Sexador de ángeles:
    el determinismo no implica la inexistencia de responsabilidad. Mas bien pienso lo contrario. No me explicaría bien en el anterior comentario, pero no quiero extenderme más porque ya lo hago en mi blog: http://memoriasdesoledad.blogspot.com.es/2011/08/determinismo-libre-albedrio-y.html

    Un saludo

  9. sirnewton3813 dice:

    Bento

    «Perdón, pero esto me suena a decir que soy “esclavo” de mis decisiones; o incluso que soy “esclavo” de mi libre albedrío; o todavía más, que soy “esclavo” de mí mismo. (Qué otra cosa es mi yo salvo mis procesos mentales)»

    Claro, eso es lo que quiero decir que somos esclavos, pero tampoco no hay nada malo en ello, que más me da si puedo llegar a ser feliz , aunque la raíz de esa felicidad me venga impuesta de cualquier forma.
    De todas formas yo no soy determinista en ciertas escalas de la naturaleza, pero esta claro que ha ciertas escalas, el biológico y por tanto el mental, está determinado pues si hay causa que genera un efecto, esa causa está atada a ese efecto, y lo biológico y sus consecuencias, como lo mental, tienen una causa clara, el cerebro y su entorno.

    Entiendo yo que libertad está unido intrínsecamente a «no causa » si es posible algo que sea nacido de «sin causa » entonces si existe el libre albedrío, pero si no es posible entonces no existe el libre albedrío.

    En el fondo subyace el prejuicio de lo «horribilis» que es ser «no libre», pero creo yo que si se entiende o se siente que tampoco no hay nada malo en estar determinado por lo que sea, que más da, uno seguirá sintiendo placer cuando sacie la sed, aunque uno dependa de ello.

    Saludos.

  10. Miquel
    estoy de acuerdo; el determinismo sólo es incompatible con la existencia de responsabilidad si ésta se entiende desde ciertos presupuestos metafísicos; pero en un sentido más «de andar por casa», me parece claro que podemos distinguir entre decisiones responsables y decisiones irresponsables, aunque ambas sean el resultado de procesos deterministas (igual que podemos distinguir entre procesos deterministas que consisten en «tomar una decisión», y procesos deterministas que consisten en «orbitar alrededor de una estrella»).
    Un saludo

  11. Jose dice:

    La única forma de hacerse responsable de los actos creo que es a través de una perspectiva determinista. ¿Qué sentido tiene juzgar a alguien que cometió sus crímenes por puro azar o por algo que no puede controlar? Es PORQUE y no a pesar de un proceso mental que ocurre en el cerebro y que es determinista que podemos ser responsables de nuestras acciones. A no olvidar de la interacción con el ambiente y de la propia capacidad del humano de cambiar su entorno y realidad, lo que puede o no gatillar determinados procesos mentales y llevarnos a actuar de determinada forma

  12. Jorge dice:

    La dualidad mente/cerebro (dimensión vital de la subjetividad y dimensión vital de la naturaleza pura y dura mecánica) tiene la culpa de este cacao. Nosotros no podemos desprendernos de la identificación ni sensación automática con la subjetividad. Ese es el mundo vital subjetivo, el mundo experiencia. Es cuando miramos esa experiencia con el arma de la razón critica cuando entendemos como es el mundo y como funciona. (La ciencia funciona porque conoce las causas) Ahora sabemos que el alma es el cerebro, es su manifestación, es el cerebro que se engaña a si mismo, se proyecta hacia afuera con la mascara subjetiva. Mas sabemos que todo pensamiento no nace de la nada, tiene un soporte desde donde parte. Parte de un cerebro físico, determinado por unos genes que lo dotan de una potencialidad, depende de esa potencialidad y depende de otros factores o eventos físicos no voluntarios que se manifestara ese cerebro/pensamiento. Nadie elige nada como subjetividad realmente. La subjetividad es la ultima facultad de ese organismo o movimiento natural (pensamiento) que hace el acto pero no puede hacerlo de otra forma. Esta determinado.

  13. Emerson dice:

    No quiero sonar magufo, y declaro que mis nociones de fisica son muy pobres, y lo que dire sea respecto a Roger Penrose… En vez de miceotubulos no seria valido ver hacia el vacio cuantico que contienen los atomos de nuestras neuronas?

    Ojala me respondan.

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