El funcionalismo es la postura filosófica de la actual psicología cognitiva. Por ende, también lo es de la mayoría de los ingenieros en Inteligencia Artificial. Es, por tanto, una postura compartida por gran parte de la comunidad científica dedicada al tema de la mente, el stablishment contemporáneo (donde más disidencias hay es entre los neurólogos y, como no podría ser de otra manera, entre los filósofos). Vamos a elaborar un pequeño análisis crítico viendo sus ventajas pero, sobre todo, los inconvenientes que hacen de esta posición algo inviable y subrayando como conclusión la disyuntiva entre abandonarla por completo o reparar algunas de sus partes.

Todo surge con el problema epistemológico de la mente. Si la psicología pretendía ser una disciplina científica, tenía que hacer de la mente un objeto de estudio claro y preciso, algo cuantificable, observable empíricamente. Como no podía, decidió hacer como si la mente no existiera. Eso es el conductismo: entender la psicología como la ciencia de la conducta (algo que sí puede observarse), por lo que intentó explicarlo todo mediante el binomio estímulo-respuesta (sin nada entre ellos). El fracaso fue rotundo, por lo que surgieron alternativas: una es la teoría de la identidad en sus distintas vertientes. Los defensores de la identidad sostienen que los estados mentales son idénticos a procesos neuronales. Un estado mental es exactamente lo mismo que una red neuronal concreta en funcionamiento. La virtud de esta perspectiva es que es perfectamente monista y materialista y casa a la perfección con los avances de las neurociencias. Además, su negación, parece absurda: ¿qué si no van a ser los pensamientos que sucesos neuroquímicos? Sin embargo, tiene dos problemas bastante graves:

1. Que sepamos, no hay nada en las reacciones físico-químicas de una red neuronal que pueda explicar, ni remotamente, un pensamiento o  una sensación. Las descargas eléctricas de los potenciales de acción que recorren los axones de las neuronas o las reacciones químicas que se dan en las sinapsis no son estados mentales.

2. Ponemos en problemas a los ingenieros de IA. Si un estado mental es idéntico a un estado neuronal, no es idéntico al proceso computacional que se da en un ordenador. Únicamente los seres con un sistema nervioso similar al humano podrían tener estados mentales. Las máquinas no.

HilaryPutnam

Y entonces llegó el funcionalismo, como una reacción al conductismo y como una solución a los problemas de la teoría de la identidad.  La clave está en definir los estados mentales como estados funcionales. ¿Qué quiere decir esto? Que un estado mental es siempre algo que causa un efecto o que es efecto de una causa, y se define exclusivamente por su función. Por ejemplo, un dolor de muelas es un estado mental porque es la causa de que yo me tome un analgésico. Uno de los fundadores del funcionalismo (si bien luego se retractó y se volvió muy crítico con su criatura) fue Hilary Putnam, quien entendió lo que era un estado mental a través de la tablatura de programa de una máquina de Turing. Este tipo de máquina, además de una definición de computabilidad, es un ordenador primitivo, una máquina capaz de hacer cálculos. Putnam afirmaba que las diversas órdenes que el programa da a la máquina son estados mentales (ya que tienen poderes causales). Esta concepción podría parecernos extraña a priori, pero soluciona un montón de problemas:

1. Para el funcionalismo, la relación entre estados físicos y mentales no es de equivalencia sino de superveniencia. Dos entes físicamente idénticos tienen los mismos poderes causales (realizan las mismas funciones), pero una misma función puede ser realizada por diferentes entes físicos. Dicho de otro modo: misma materia implica misma función pero misma función no implica misma materia. El funcionalismo con su superveniencia parece una gran idea: incluye la mente olvidada por el conductismo, salva la objeción de la teoría de la identidad hacia la Inteligencia Artificial, a la vez que no se lleva mal con la misma teoría de la identidad. Veamos eso más despacio:

a) El conductismo tenía un embarazoso problema con lo que llamamos estados intencionales o actitudes proposicionales (por ejemplo, las creencias o los deseos). Como prescindía de todo lo que no fuera conductual, no podía explicar el poder causal de una creencia. Por ejemplo, si yo creo que va a llover y por eso me pongo un chubasquero, una creencia causa mi conducta. Para el conductismo, como una conducta (respuesta) solo podía ser causada por otra conducta (estímulo) las creencias no podían causar nada, así que los conductistas no podían dar cuenta de algo tan sencillo y habitual como ponerse un chubasquero porque va a llover. El funcionalismo no tiene problemas con las creencias: una creencia es causa de un efecto, por lo tanto, es un estado mental.

b) El funcionalismo permite que los ingenieros de IA construyan máquinas con estados mentales. Siguiendo a Putnam, la orden que da un programa a un computador es un estado mental que puede ser idéntico al de un humano si cumple la misma función, a pesar de que el sistema físico que los genera es diferente (uno de silicio y otro de carbono). Es la gran virtud de la relación de superveniencia.

c) El funcionalismo permite cierta independencia a la psicología sobre la neurología. Como lo explica todo en términos funcionales, permite que no tengamos que hablar siempre en términos neuroquímicos. Por ejemplo, para explicar que la creencia de que llueva ha causado que me ponga un chubasquero, no es preciso que hable en términos de axones y dendritas. Puedo decir que la creencia causa mi conducta con funciones claramente adaptativas: si me mojo puedo ponerme enfermo y morir. Predecir el clima tiene una clara función adaptativa. Así, el funcionalismo se lleva fantásticamente bien con la psicología evolucionista, ya que ésta, igualmente, explica la mente en términos adaptativos, es decir, de funcionalidad biológica. Los funcionalistas permiten que la psicología pueda hablar en un lenguaje que no se reduce al fisicalista, lo cual es fantástico para los psicólogos, ya que no tienen que estar constantemente mirando por el microscopio y hablando de neuronas.

d) El funcionalismo es perfectamente compatible con la neurología. No tiene problema alguno en admitir que un estado mental es idéntico a un estado neuronal, sencillamente, puede hablar de él sin que la ciencia haya descubierto aún tal identidad. Podemos decir que la creencia en que va a llover causa que yo me ponga un chubasquero, aceptando que la creencia en que va llover es idéntica a un estado neuronal concreto y reconociendo que aún la neurología no ha descubierto tal estado neuronal. Incluso si la neurología descubriera cada correlato neural de todos nuestros estados mentales, el funcionalismo podría seguir hablando en términos funcionales sin contradicción alguna. Simplemente diría que mi creencia es un estado neuronal x que, igualmente, causa que yo me ponga mi chubasquero, lo cual tiene una función claramente adaptativa.

e) Incluso el funcionalismo no tiene ningún compromiso ontológico con el monismo materialista. Podríamos ser funcionalistas y dualistas. Un estado mental podría no ser algo material y tener, igualmente, poderes causales sobre mi conducta. Algunos dualistas que, por ejemplo, para explicar la mente se basan en la distinción informática entre hardware (base física) y software (programas), sosteniendo que mientras el hardware es material, el software no lo es, pueden ser perfectamente funcionalistas. Por el contrario, si un funcionalista quiere ser materialista, solo tiene que añadir otra condición a la tesis de que los estados mentales son funcionales, a saber, que toda relación causal es material, que una causa y un efecto siempre son dos entes materiales. ¡El funcionalismo vale para todos los gustos!

Comprobamos que el funcionalismo es una gran teoría debido a sus grandes ventajas. De aquí su éxito en la actualidad. Sin embargo, tiene dos serios problemas, a los que a día de hoy, nadie ha encontrado una solución satisfactoria:

1. El problema de la conciencia fenomenológica o de los qualia. El funcionalismo no puede explicar de ninguna manera el hecho de que tengamos sensaciones conscientes (sentience). Cuando me duelen las muelas y, debido a ello, me tomo un analgésico, siento conscientemente el dolor de muelas. Una computadora no siente ningún dolor cuando algo falla en su sistema, aunque lo detecte y tome medidas para repararlo. Una computadora, a pesar de que pudiese tener una conducta muy similar a la humana, no siente que hace lo que hace, no desea hacerlo, no se enfada ni se pone nerviosa cuando se equivoca… ¡Una máquina no es consciente de absolutamente nada! No poder dar cuenta de la distinción entre estados conscientes e inconscientes es un gravísimo problema del funcionalismo: ¿por que la selección natural ha gastado tantos recursos en hacer que sintamos cuando podría haber conseguido lo mismo generando organismos totalmente inconscientes? Es la objeción de los zombis de Chalmers ante la que el funcionalismo calla.

2. El problema semántico expuesto por John Searle.  Estamos ante el archiconocidísimo argumento de la caja china que no voy a entrar a explicar. La idea tiene como trasfondo el concepto de intencionalidad de Franz Brentano: los estados mentales tienen la cualidad de siempre referirse a algo que no son ellos mismos. Su contenido siempre es otra cosa diferente a ellos, siempre apuntan a otra cosa. En este sentido, los estados mentales son simbólicos. Si analizamos el funcionamiento de un ordenador, la máquina trata todo con lo que trabaja como objetos físicos y no como símbolos. Un computador que traduce del español al chino, no entiende realmente ninguno de los dos idiomas. Trata las palabras como objetos físicos que intercambia siguiendo unas pautas sin entender nada de lo que está haciendo. La conclusión de Searle es que las máquinas no tienen semántica sino tan solo sintaxis. Es un argumento bastante fuerte y aunque se han hecho muchos intentos de refutarlo, ninguno lo ha conseguido del todo.

FranzBrentano

No he conocido ninguna teoría que, ya desde su comienzo, no haya tenido serios problemas. El funcionalismo no es diferente, pero debe resultarnos chocante que el sustrato filosófico que hay debajo de la psicología actual más comúnmente aceptada por la comunidad científica sea deficiente. A mí no deja de resultarme difícil de digerir como conocidos científicos cometen errores garrafales por no tener ni idea de lo que están hablando cuando hablan de la mente. Entre otros, me refiero al popular Ray Kurzweil, el cual ignora completamente la filosofía de la mente a la vez que habla constantemente de temas por ella tratados (y además, tiene el atrevimiento de decir que muy pronto vamos a construir una mente indistinguible de la humana). Nos quedan dos alternativas: o lo abandonamos completamente y pensamos algo radicalmente nuevo (o volvemos a otras posturas más viejas), o intentamos arreglar los desperfectos. Hay algunos intentos: por un lado está el interesante materialismo anómalo de Donald Davidson o, el mismo David Chalmers de los zombis, quien intenta una especie de compatibilismo entre los qualia y el funcionalismo. Hablaremos de ellos otro día.

comentarios
  1. El problema está en que no sabemos qué es lo que origina los estados mentales, no obstante tal como se indica en el artículo, un programa computacional podría perfectamente bien representar un estado mental.

    Ahora bien, como no es la computadora sino el programador el que tiene “conciencia fenomenológica” los programas representan los intereses de él, y no los del computador o la máquina, cualquiera sea ésta.

    Para que la máquina generase sus propios programas tendría que poseer la capacidad de tener y demostrar conductas mediante el desarrollo de intereses propios, sensaciones, emociones, etc. Para lograr esto resulta entonces imprescindible conocer cuales son los procesos neurológicos que provocan la existencia de la conciencia fenomenológica y en definitiva, de los intereses en general.
    Desde el principio el paradigma ha sido siempre el mismo, salvo algunos pequeños cambios de enfoque, “no tenemos idea cómo funcionamos pero creemos que de esta manera se resuelve”, en esto son coincidentes todas las teorías, todas ellas tratando de adivinar.

    El enfoque correcto debe ser investigar el origen de los estados cerebrales y no hacer como si bastara con simular unos pocos que casualmente convengan a determinados propósitos “funcionales”, ello, porque resulta que ni el conductismo ni el funcionalismo ni ninguna otra teoría, incluida la evolutiva, puede explicar de buenas a primeras por qué alguien es fanático de un equipo de fútbol y va al estadio a gritar y exaltarse, o bien porque lo es de la ópera, del arte abstracto, de los deportes de alto riesgo, de la investigación científica, etc.

    Todas estas actividades e infinitas otras, cuya explicación está a años luz del paradigma simplón, son convenientemente ignoradas por los estudiosos de la mente, el cerebro, la inteligencia artificial, etc. Y sin embargo son justamente esas las que le dan el sentido a la vida de cada cual. Es decir, desde el principio se ha ignorado el elemento más importante, este es, el mecanismo que permite la subjetividad, tanto en la percepción sensorial como en los tipos de conductas posibles frente a una misma circunstancia. Formulas elegantes como “conciencia fenomenológica», e incluso intencionalidad, no resuelven el problema, solo lo cubren cual caja negra.

  2. Pitiklinov dice:

    “¿por que la selección natural ha gastado tantos recursos en hacer que sintamos cuando podría haber conseguido lo mismo generando organismos totalmente inconscientes?”
    Pues la respuesta más parsimoniosa a eso es que las emociones, los sentimientos y la subjetividad ayudan a hacer más copias de organismos que su ausencia. La evolución no gasta en cosas que no utiliza y si decidió invertir en eso (a partir de cierto nivel de complejidad) es porque ofrecía ventajas adaptativas. Nos falta aclarar los detalles pero tiene que ser así. Todo lo que hacemos es emocional desde ir a trabajar, jugar un partido de fútbol, enamorarnos, admirar el Universo. Toda nuestra motivación es emocional y sin emociones no podríamos funcionar. Pero preferimos pensar que somos seres racionales que se dedican a sopesar alternativas y elegir entre ellas. Así que la emocionalidad nos parece un añadido necesitado de explicación. Es lógico pensar que poner deseos e intencionalidad y subjetividad motivaría a realizar las conductas que favorecen la reproducción mejor que si fuéramos todos señores Spock.

    En cuanto a que el funcionalismo no explica la conciencia creo que ahora mismo nadie la explica así que en ese problema está empate con todas las demás posturas.

  3. Masgüel dice:

    Santiago, una entrada estupenda.

    Sergio, lo dices como acusándoles de algo. Claro que se trata de saber cómo se generan los estados conscientes. En eso andan. Pero tanto el conductismo como el funcionalismo han sido propuestas teóricas muy valiosas. En ambos casos, asumen la necesidad de hacer psicología sin entender las tripas de la caja negra. El problema, a menudo, consiste en hacer de la teoría un bunker ontológico, excluyendo cualquier otra consideración, en lugar de tratarla como un modelo útil para nuestros propósitos.

    En mi opinión, la revisión del funcionalismo no pasa por el externalismo. No me convence el experimento mental de la Tierra gemela. El significado de agua es el mismo en los dos planetas. Prefiero la aproximación de Searle. El funcionalismo entra en vereda cuando asume que el significado no es un algoritmo. Los símbolos pululan en su propio nivel de organización. El juego de la metáfora es cualquier cosa menos una secuencia de instrucciones bien definidas.

  4. Estimado Pitiklinov:

    El sentir es parte de la respuesta biológica que impulsa la ejecución de conductas, de mayor complejidad pero funcionalmente equivalentes a los tropismos y tactismos, en la medida que estos tipos de respuestas también permiten posicionar ventajosamente a los organismos respecto de condiciones específicas del entorno.

    Las sensaciones son el motor de las conductas en las especies con sistemas cerebrales más complejos. La función adaptativa que justifica y explica su evolución está en la capacidad que ofrecen para generar un rango de conductas mucho más amplio y diverso que las que permiten los mecanismos aparentemente más simples y «cerrados», ante variaciones significativas del entorno. Digamos que es posible incluso que dentro de los mamíferos, los depredadores (carnívoros) tengan una mayor posibilidad de «sentir» que los vegetarianos estrictos, puesto que sabemos que los depredadores requieren elaborar estrategias (in situ)y todas ellas dependen de la evaluación de un sinnúmero de variables, cuya apreciación solo puede estar dada por la sensibilidad (o capacidad de reacción conductual) ante sus características perceptibles. Las sensaciones están directamente relacionadas con la capacidad de generar respuestas conductales ( y recuerdos) ante determinados objetos o situaciones perceptibles.

    Así pues las sensaciones no tienen nada que ver (directamente) con la racionalidad. La racionalidad es un concepto que surge de las ideas, lo mismo que la religiosidad, la ética, la estética, la justicia, etc. y ninguna de estas está asociada directamente con una función orgánica específica, sino con la capacidad genérica de construir ideas acerca de cualquier cosa. Es esta capacidad genérica la que depende de las sensaciones, pero, las ideas que se pueden construir a partir de ellas, no tienen ningún límite argumental, y para quien las construya, sus ideas, representarán su particular forma de entender las cosas.

    Por último, sí existe una explicación para la conciencia bastante bien fundamentada, la mía (aunque resulte un poco falto de humildad decirlo)

    Sergio

  5. Javi dice:

    Buena entrada, Sólo un apunte. Sé que no era el objetivo del post (y ahora voy a buscar más entradas en el blog sobre el tema) pero lo cierto es que esa es descripción del conductismo es un hombre de paja. Es cierto que yo también creí en esa versión durante mucho tiempo, pero no se sostiene leyendo los textos.

    Es posible que exista una escuela filosófica conductista que proponga esas cosas, pero desde las psicologías conductistas al uso (algunas de ellas muy mainstream como la RFT) se puede explicar por qué la gente se pone un abrigo y más cosas.

    Nada, lo dicho, me pongo a leer otros posts relacionados con el tema para ver si me hago una idea de la crítica completa.

  6. JC dice:

    Excelente entrada y blog! ¿Qué hay de la teoría de la identidad? ¿No love? Me siento un bicho raro cada vez que la defiendo, pero es que me parece que se le dió carpetazo demasiado pronto. Por ejemplo, a mi me parece que las sensaciones simples como la auditiva sí que se explican muy bien desde la neurociencia y van a favor de la identidad. Sabemos como se codifica el tono, timbre e intensidad de un estímulo auditivo, y podemos hacer predicciones que se cumplen en el laboratorio, mostrando una correspondencia 1:1 entre el evento neurofisiológico y la cualidad de la sensación. Así, al perder cierta célula ciliada en la membrana basilar pierdo tal tono, o al perder tal receptor en la vía visual pierdo la visión de 1 color. Esta correspondencia tan precisa es la base conceptual que hace posible el diagnóstico topográfico en neurología. Cuando nos vamos a cosas más complejas, lo que ocurre es que pasamos de tener 1 estado mental simple a otro mucho más complejo que probablemente está formado por capas y capas de actividad mental mucho más sencilla, que a modo de ladrillos construyen un evento mental complejo. Pero a la escala de lo simple, de los ladrillos que configuran la actividad mental más compleja, sí podría cumplirse la identidad de tipos. Quizá a otra escala es donde el funcionalismo cobre sentido.

    Respecto a la segunda objeción que citas a la teoría de la identidad, me parece que no es tan problemática si tomamos prestada de la biología la distinción entre analogía y homología. Los estados mentales de los distintos seres vivos comparten cierto grado de homología entre ellos proporcional a su grado de parentesco. Por el contrario, las máquinas de IA podrán tener estados mentales pero serán en todo caso análogos a los del ser humano, al igual que lo serían los de cualquier otro ser vivo no emparentado con un ser humano, por ejemplo un alien, ya que se originan en estructuras diferentes.

    Me ha gustado el análisis del auge del funcionalismo y conductismo, y por extensión del por qué del carpetazo a los buenazos de Smart y Feigl. La psicología necesitaba un paradigma filosófico que le permitiese hacer sus mapas sin necesidad de tener en cuenta el terreno, ya que de lo contrario ¿en qué se diferenciaría la psicología de la fisiología de entonces? Ahora parece que estamos viviendo un neuroboom en el que incluso la psicología cognitiva ha salido del armario como neurociencia cognitiva, y aunque siga siendo funcionalismo, ya no lo es tanto…

  7. gabriel dice:

    Con respecto a la critica al conductismo, se confunde el condicionamiento clásico con el operante. La escena que comentas involucra ambos procesos. El condicicionamiento clasico funciona de una maneraa determinista, pero el operante en terminos de probabilidad. El operante justamente predice que las conductas más probables de ocurrir son las que han sido recompensadas en el pasado, en este sentido potencia conductas funcionales como ponerse el chubasquero en el caso que mojarse es un estimulo aversivo y estar seco apetitivo. De hecho la creencia no es la causa de nada, es solo la verbalizacion de un aprendizaje, lo que provoco la conducta fueron todos los estimulos condicionados que predicen la ducha y activaron las sensaciones que producen (escalofríos, etc), por lo cual se aumenta la probabilidad de toda conducta que permita detener esta sensación, o ponerse el chubasquero o quedarse en la casa.

  8. Gracias por tu entrada. Con tu permiso me gustaría enlazarla a la página de apuntes para que la usen mis alumnos/as como material de lectura.
    Quiero ser breve. Creo que el funcionalismo se enfrenta a dos graves problemas. Por un lado, está prisionero de una teoría computacional clásica en la que computación es igual a manipulación de símbolos. El funcionalismo no parece tener en cuenta otras arquitecturas computacionales como el conexionismo o el dinamicismo. De otra, le resulta difícil escapar de las objeciones contra cualquier forma de dualismo de propiedades.
    Gracias de nuevo

  9. biotay dice:

    Hola Santiago

    En mi opinión esos dos problemas que planteas no son problemas del funcionalismo. Es similar a la crítica a la selección natural en las que se dice que no explica el origen de la vida. Claro que no lo hace, no es su objetivo. El problema de los qualia, y el que plantea Searle, son más profundos que el funcionalismo.

    El que los ordenadores traten objetos y no símbolos depende de los «grados de incertidumbre». El color rojo no sería nada para nosotros si no existiesen otros colores. Un objeto se convierte en símbolo en el momento que se interrelaciona con otros objetos en un entramado de relaciones (perdón por la redundancia). Pero todo eso es ajeno al funcionalismo.

    El funcionalismo podría seguir siendo correcto en un mundo en el que los ordenadores jamás llegasen a usar símbolos, simplemente porque nadie simulase una mente como la nuestra en ellos. Al fin y al cabo, las neuronas por separado tampoco entienden de simbología.

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