Lord Byron mecánico

Publicado: 18 septiembre 2009 en Tecnología
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A fin de cuentas, cualquier obra de arte es un conjunto de unidades discretas en número finito. Pensemos en un poema. Está formado por estrofas, versos, letras, por la combinación de las 28 letras (más signos de puntuación) que conforman nuestro alfabeto. Con suma facilidad, esas 28 letras pueden pasar a un código binario de ceros y unos. Igualmente, si pensamos en una pintura, podríamos hacerla computable si trasladamos al ordenador un plano bidimensional dividido en casillas muy pequeñas (píxeles) a cada una de las cuales se le asigna una intensidad de color.

Si imaginamos una biblioteca de Babel en la que se dieran todas las combinaciones posibles de letras (sería una biblioteca con infinitos libros) tendríamos todos los poemas posibles, tanto los ya escritos como los que  están por escribir. La inmensa mayoría serían amasijos de letras sin sentido, pero allí estarían Lorca, Byron, Neruda… es más, también estarían las obras que ellos imaginaron pero que no llegaron a escribir e, incluso, sus mismas obras mejoradas o enriquecidas, si  es que decir eso tiene sentido.

Sin embargo, esto es imposible. Esa biblioteca jamás podría existir en acto. Volvamos a la realidad y pensemos en un ordenador muy potente que trabaja incesantemente realizando combinaciones de letras. Trabaja a millones de operaciones por segundo, por lo que es cuestión de tiempo que produjera poemas con sentido. El gran problema estaría en cómo la máquina distinguiría buenos y malos poemas, por lo que la tarea de los programadores sería introducir los algoritmos de distinción adecuados. En primer lugar, podría tener un potente diccionario y ciertas reglas gramaticales que le hicieran descartar los batiburrillos de letras sin sentido. Así, no haría combinaciones de letras sino combinaciones de palabras con lo que las posibilidades combinatorias se reducen enormemente. Asimismo,  diferenciaría verbos, sustantivos, adverbios, etc. de tal modo que eliminaría conexiones gramaticalmente incorrectas. Del mismo modo sabría todos los aspectos técnicos de la elaboración de poemas (tipos de poema, estrofas, versos, métrica, rima, etc.).

¿Un Lord Byron mecanico?

Empero, la cosa sigue siendo pobre. ¿Cómo va a distinguir la máquina un buen poema si ni siquiera los humanos tenemos un criterio para hacerlo? Algún criterio hay. Un poema hecho por mí será seguramente peor que el Don Juan de Byron. La tarea del programador sería aquí introducir algoritmos para que la máquina diferenciara elementos estéticos. ¿Cómo conseguir eso? A priori, habría que determinar qué tipo de poema queremos generar pues el mundo de la poesía está lleno de corrientes, tendencias, escuelas. Por ejemplo, supongamos que quisiéramos, simplemente, hacer un poema que emocionara al lector. Sabemos que existen expresiones más emotivas que otras: la palabra lágrima es más emotiva que radiodespertador. Así, tendríamos un archivo jerarquizado con palabras y expresiones que consiguen emocionar, catalogadas también en función del tipo de emoción a conseguir (alegría, tristeza, melancolía, amor, etc.), y que el ordenador combinaría en busca del poema que se adecue mejor a los objetivos. Ésto, en principio, suena muy simple, pero sería ir añadiendo nuevos criterios , restricciones y algoritmos de búsqueda, de tal modo que, al final, seguro que conseguiríamos poemas que pasarían el test de Turing con sobresaliente: nadie diferenciaría si los ha escrito un humano experto o una máquina.

Creo que habitualmente negamos la posibilidad de un computador poético debido a que pensamos que el proceso de creación literaria no obedece a nada computable. Pensamos en cosas como la inspiración, la genialidad, las musas…  discurso tan bonito como místico y falto de racionalidad. El hecho de que no conozcamos con precisión la lógica de la creación artística no implica que no exista. Aquí tendríamos una especie de metafísica de los huecos: donde no entendemos bien, introducimos jerigonza mística.

Otra objeción podría ser afirmar que los artistas no siguen el mismo proceso de creación que nuestra máquina. Lord Byron no probó millones de combinaciones hasta que eligió el Don Juan como la mejor. Seguramente que, por muchas correcciones y variaciones que barajara, Byron lo escribió de una vez, sin ese exponencial proceso de selección, además de los múltiples factores vitales que , evidentemente, influyen en la creación poética: toda la experiencia vital previa del autor, su personalidad, intenciones, etc. Es cierto, pero esta objeción da píe a otra buena idea: ¿por qué nos obstinamos en que las máquinas emulen a los humanos? ¿No tendrán ellas que seguir su propio camino? Muchos proyectos de AI han fracasado por sus utópicas expectativas a la hora de imitar lo humano, mientras que otros, menos ambiciosos han tenido mucho éxito debido a que se ceñían a objetivos diferentes y más realistas (prácticamente todos los artefactos que tenemos por casa no pretender imitarnos).  Las máquinas avanzan, y quizá no hacia nosotros, sino hacia otras formas quizá más sorprendentes y geniales que lo que pueda ser el homo sapiens.

comentarios
  1. […] Lord Byron mecánicovonneumannmachine.wordpress.com/2009/09/18/lord-byron-mecanico/ por Socratico hace pocos segundos […]

  2. Manu dice:

    Genial Santiago.

    Unos razonamientos indiscutibles, diría yo.

    A decir verdad, yo hace tiempo que me planteé si en realidad los sistemas vivos basados en la química del carbono, como nosostros, no seremos más que un simple y efímero eslabón de la cadena evolutiva natural hacia otro tipo de sistemas vivos ¿los robóticos?, mucho más eficientes y duraderos.

    Millones de años de evolución basados en la genética del ADN, desembocando (a través de nuestra especie, tal vez) en otras formas de vida autoreplicantes e inteligentísimas (en comparación con las orgánicas).

    De hecho, las primeras «esporas» que han abandonado nuestro planeta vagando a la conquista de nuevos horizontes, «hasta el infinito y más allá», son una especie de «seres» más o menos autónomos y «semi-conscientes», fruto de la evolución natural de la materia-energía. Todavía sin capacidad de autorreplicación y enormemente limitados y dependientes, pero al paso que va la burra…, todo se andará.

    Tal vez la vida basada en el carbono termine por extinguirse, cediendo el relevo a otras formas de vida mejor dotadas para la supervivencia.

    Y sí, ya sé que parece un plagio de «Terminator», «Yo Robot», «Matrix», etc., pero en ningún momento he dicho que sea una idea original, ni muchísimo menos, sino una posibilidad muy real de próxima evolución «natural» de la materia energía universal que, ni se crea ni se destruye.

    ¿O alguien duda que algún día nos extinguiremos?.

    Tampoco pienso que estas otras potenciales futuras formas de vida sean las definitivas ni muchísimo menos, sino simplemente otro eslabón más de la cadena ¿interminable? basada en la ¿casualidad? más natural.

    Un saludo.

  3. Un buen artículo y creo que no difiere en lo esencial en mi opinión que di el otro día, salvo en el lugar en el que pones los acentos. Admito que puedan darse unos patrones para generar automáticamente poemas y que sean unos patrones finitos, con ser muy numerosos. Ahora bien, remarco dos puntos, el primero de los cuales lo has expuesto tú:

    1) Byron no actuó mediante un proceso de filtrado tan exhaustivo como la máquina. Probablemente no siguió nunca en dos poemas el mismo proceso exacto en cuanto a su elucubración mental, por lo cual no siguió un algoritmo. Que una máquina pueda componer versos algorítmicamente daría (supongamos) como resultado una fenomenología parecida o digamos idéntica a la de Byron, pero Byron contaba con la capacidad de asignación semántica y la interrelación semántica de ideas, lo cual le ahorraba bastante trabajo que la ideal máquina debería llevar a cabo para destilar un poema simplemente correcto. Ni que decir tiene que para que una máquina creara no un poema sino un nuevo estilo (válido y valioso en cuanto tal para el lector humano), una escuela literaria, debería ser capaz de emular o sustituir todas las variables emocionales e históricas que permiten tal cosa. Jodido, pues.

    2) El cerebro es una máquina, de acuerdo, pero una máquina muy particular cuyas funciones dependen íntimamente del material, las proporciones y la forma. Su plasticidad y su autopoiesis difícilmente se conseguirían con otro objeto que no fuera la masa de carbono que llevamos incorporada y cuya formación es tan difícilmente factible para unos ingenieros en un laboratorio. Que existan otras formas de pensar, ni lo niego ni lo afirmo. Pero creo que para pensar humanamente se necesita un cerebro idéntico al humano, cuyo diseño no creo que seamos capaces de reproducir a la perfección en bastante tiempo (y ojalá me equivoque). Y para producir todo el corpus de un artista de calidad eximia en el tiempo récord en que se lleva a cabo (pensemos en Bach) se necesita pensar humanamente en sentido estricto, no valen las aproximaciones mediante algoritmos y filtrados.

    En síntesis, reproducir la mente humana me parece lógicamente posible y fácticamente imposible (hoy por hoy).

  4. José Manuel dice:

    Estupendo artículo. Lo que no se menciona en él es la combinación hombre-máquina, que es más concebible, lógico, plausible y mejor para nuestra especie. No lo hagamos para guerrear, por favor.

  5. En primer lugar, gracias a todos, me alegra que os haya gustado el artículo.

    Manu:

    Es una hipótesis muy interesante la de las máquinas como siguiente eslabón en la cadena evolutiva. Lo que si es cierto es que de aquí a, pongamos 50.000 años para no arriesgarnos a errar, estoy seguro de que el hombre, tal y como lo conocemos ahora no existirá, bien porque la historia acabe mal (crucemos los dedos contra la gripe A) o bien porque habrá evolucionado ya sea mediante la bioingeniería a otras formas de vida, ya sea a formas biomecánicas (fusión hombre-máquina)o ya sea porque las máquinas han acabado por sustituirnos.

    Cuando uno dice estas cosas parece un friki, fiel seguidor de Star Trek, pero es que yo lo veo muy claro 😉

    Perpetrador:

    1) Es interesante la objeción. En otra entrada Irichc afirmaba lo mismo poniendo como ejemplo el asno de Buridan: si ningún animal moriría de hambre ante dos alternativas idénticas es porque funciona no algorítmicamente, porque existen elementos no computables en su decisión. Pero es que, precisamente es con esto con lo que no estoy de acuerdo. Lord Byron no siguió exactamente los mismos patrones a la hora de elaborar dos poemas (no te puedes bañar dos veces en el mismo río) pero eso no implica que no funcionara algorítmicamente, simplemente es que los algoritmos que utilizó son muchos y muy complejos. Tal es la complejidad y las variables que nunca obramos dos veces exactamente igual.

    Supón que vamos introduciendo más y más restricciones a toda esta explosión de combinaciones. Podríamos hacer que nuestra máquina tuviera capacidad de establecer asignaciones y relaciones semánticas. Al fin y al cabo, un diccionario refiere unas palabras a otras y las palabras las computamos sin problemas. Creo que, sin demasiada dificultad, nuestra máquina podría diferenciar familias semánticas. Pero es que aquí está la clave. La mente puede ser ese algoritmo que evita explosiones combinatorias, ese «software» que nos hace que no tengamos que procesar millones de alternativas. Pensemos en que al final, después de años perfeccionando nuestra máquina llegamos al momento en que las restricciones son tantas que la computadora sólo puede elegir una opción posible (su generador de combinaciones ya no le vale para nada)… ¿qué diferencia habría con Byron?

    2) Estoy de acuerdo contigo en la dificultad de crear un cerebro, pero no creo que para pensar como un humano, necesariamente tengamos que crear un cerebro idéntico al humano. Por ejemplo, así a bote pronto, existe una gran parte del cerebro que se encarga de cosas que no son pensar: control muscular, respiración, sueño… en fin, todo lo que es gestionar el resto del cuerpo. Eso no lo tendríamos que copiar, o sólo copiarlo en la medida en que interfiere en los procesos de pensamiento. Pero la cuestión sigue siendo la de siempre: ¿Qué tiene la mente humana que no sea computable? ¿No podríamos copiar toda esa química del carbono en un ordenador?

    José Manuel:

    De hecho, creo que el proceso de fusión hombre-máquina lleva tiempo en marcha. Toda persona que usa gafas, marcapasos, audífonos, clavos en alguna fractura ósea… es ya un pequeño cyborg. Si nos ponemos estrictos, esa fusión comenzó cuando aparecieron las primeras herramientas allá con el habilis.

    Y sí, siempre estamos poniendo a guerrerar a las máquinas con los humanos. Supongo porque la idea es morbosa y muy rentable cinematográficamente hablando. Yo personalmente pienso igual que tú, no creo que acabemos guerreando contra ellas. Mario Bunge dijo en una conferencia que creo que ya mencioné en el blog: «Si las máquinas te dan miedo, desenchúfalas».

  6. José Manuel dice:

    Santiago, me refiero más bien a cuando las máquinas formen parte del cerebro. Es decir, mejoren las cualidades evolutivas y ciegas. Y sí, con las primeras herramientas comenzó el proceso…

  7. Adolfo dice:

    Pues yo creo que no todos los procesos que lleva a cabo el cerebro sean computables, por lo que no creo que se vaya a poder desarrollar un emulador humano. Por otro lado, esto creo que hará más interesante la existencia del hombre.

    Estoy plenamente de acuerdo en que intentar generar una máquina que haga aquello que hace bien el hombre no tiene mucho sentido. Hay cosas que nosotros hacemos de forma natural y que a una máquina le cuesta mucho (v.g. detectar un gato en una foto) y otras que directamente es imposible que hagan (v.g. comprender qué está haciendo ese gato en la foto). Por otra parte, hay cosas que una máquina hace muy bien y a nosotros nos cuesta mucho (v.g. obtener información de un recurso que se encuentra a miles de kilómetros). Por ello, creo que es mucho más razonable que los esfuerzos se dirijan a poder combinar de forma eficiente lo que hacemos bien cada uno, de manera que se produzca una simbiosis hombre-máquina.

    Mi opinión es que la Web Semántica busca justamente esto (y no una Inteligencia Artificial, como creen algunos). En este sentido, la Web está siendo, y cada vez lo es más, un enorme cyborg. Quizá ya se pueda hablar de una mente (¿o quizá conciencia?) distribuida en millones de agentes, algunos máquinas y otros humanos.

  8. Hola Adolfo:

    Interesante tu planteamiento. Quizá la red sea ya un enorme cyborg, simbiosis de hombre y máquina, cada uno con sus virtudes y carencias propias.

    Sin embargo, te hago la terrible pregunta: ¿Qué es lo que tiene el cerebro humano que no sea computable?

  9. Adolfo dice:

    Sí que es terrible la pregunta sí. De hecho, así formulada la considero imposible de resolver, te indico por qué:

    Si yo soy capaz de indicar por qué hago algo y cómo lo hago, entonces eso es Turing-computable, y por lo tanto computable. Por lo tanto no puedo decirte «esto que hago no es computable». De hecho, lo que no es computable es justamente aquello que es totalmente irracional, que no puedo decir por qué lo hago, pero lo hago. No puedo justificar las condiciones que son necesarias y suficientes para ese hecho.

    Se me ocurre que no es computable el amor que siento hacia mi novia. No puedo indicar, de forma racional, las condiciones que debe cumplir un ser para que yo me enamore de él.

    Aquí viene muy bien esta cita:

    «La razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades».
    Crítica de la Razón Pura, Prologo de la Primera Edición. A VII.

    Por cierto, hago explícito que esto que acabo de decir se basa en que la tesis de Church Turing sea correcta, si entramos en temas de súper-computación entonces la cosa puede cambiar. No obstante, hasta donde yo sé, nadie ha planteado un modelo de súper-computación aceptado.

    saludos,
    Adolfo

  10. Hola Adolfo.

    Es que los límites de lo computable es uno de los problemas filosóficos que más me preocupan (filosóficamente hablando, claro. Duermo bien por las noches). No sé bien qué características tiene que tener algo para que no pueda ser computable. Cuando me dicen que cosas como la soledad, el amor o la muerte no son cosas computables o no las puede realizar una máquina creo que se equivocan en dos sentidos:

    1. La soledad, el amor y la muerte son conceptos entendidos de modo poético que no refieren a nada preciso, son oscuros, equívocos. Son, en este sentido, pseudoconceptos. Sin embargo, los sentimientos que acompañan a una persona que se siente sola, enamorada o que siente la muerte cerca, sí son plenamente racionalizables y, por ende computables, como respuestas neuronales u hormonales.

    2. Aunque pudieran ser difícil computar algunas cosas, no veo por qué no puede ser posible replicar el soporte físico que las genera. No sé qué puede tener una neurona que no sea matematizable.

    Con respecto a Kant, su planteamiento me ha parecido desde siempre magnífico, pero me resisto a aceptarlo. No creo que existan cosas cuya naturaleza las hagan de suyo incomprensibles.

    Seguiremos pensando.

    Un saludo.

  11. Adolfo dice:

    Creo que llegado a este punto es fácil hacer explícitas las diferencias de partida entre ambos, que son las que hacen que nuestras posturas sean diferentes:

    Estoy de acuerdo en que la soledad o el amor son conceptos cuya definición explícita se hace imposible y por tanto no son conceptos computables. Pero no por ello son «pseudoconceptos», sino que son conceptos tan dignos como cualquier otro. Piensa en la sentencia ‘Yo amo a esa mujer’. Esa sentencia tiene un significado semántico para cualquiera que la lea y comprenda el castellano. Está claro que toda semántica implica un compromiso ontológico implícito, y por tanto tanto deben existir ciertos conceptos a los que se refieren el sujeto, el objeto y el verbo. Además, como la comunicación de esa sentencia es posible, la conceptualización de los tres conceptos debe ser compartida por el emisor y por los receptores.

    PERO no veo la manera de definir de forma explícita una ontología (por ejemplo en OWL u otro lenguaje semántico formal) donde se contemple el concepto «amor». Se puede definir el concepto ‘Adolfo’ y el concepto ‘perro’, pero no sé cómo se podría definir el concepto ‘amor’.

    Tu segunda objeción es el eterno debate hardware/software. No entraré en él, tan sólo diré que si bien cualquier sentimiento puede ser visto como un proceso químico, no es sólo un proceso químico. Es decir, un sentimiento no es reductible a un proceso químico según mi opinión.

    Por último, yo tengo el pleno convencimiento de que, por naturaleza, existen fenómenos del mundo incomprensibles para la razón humana. Una de las tareas de la filosofía es descubrir cuál son esos límites.

  12. […] Poema que pasa perfectamente el Test de Turing de los poemas. Parece ser que ya se adelantaron 60 años a mi Lord Byron Mecánico. […]

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