En nuestros sistemas liberales, la mayoría de la gente (exceptuando a los igualitaristas más radicales) está dispuesta a aceptar cierto nivel de desigualdad social o económica, siempre que se parta del principio de igualdad de oportunidades. Robert Nozick lo explicaba muy bien con su famoso argumento de Wilt Chamberlain. Supongamos que nos gusta mucho el baloncesto y estamos dispuestos a pagar cierto dinero por ir a ver a jugar a los Lakers. Supongamos también que el beneficio de esas entradas se reparte equitativamente entre todos los jugadores. Sin embargo, Wilt Chamberlain es excepcionalmente bueno, por lo que él propone que si queremos verlo jugar, paguemos un pequeño extra en nuestras entradas que iría íntegramente para su bolsillo. A la mayoría de la gente le parece un buen trato, ya que ver a Chamberlain jugar es todo un espectáculo por el que merece la pena pagar un poco más de dinero. Entonces, Chamberlain gana más dinero que sus compañeros de equipo, se ha generado una desigualdad económica, pero en ella no parece haber nada éticamente reprobable: el público eligió libremente pagar una entrada más cara por ver a Chamberlain, y podríamos decir que Chamberlain merece más dinero ya que su talento y dedicación al equipo es mayor que el del resto de los jugadores. Además, se respetó perfectamente el principio de igualdad de oportunidades: todos los jugadores de los Lakers compitieron en igualdad para ser los mejores del equipo y Chamberlain lo consiguió sin ninguna duda.
El argumento de Nozick es muy ilustrativo para explicar por qué en nuestras sociedades alguien como Leonel Messi, que lo único que hace, aunque lo haga excepcionalmente bien, es darle patadas a un balón, cobre muchísimo más que un científico que está investigando la cura contra el cáncer. Parece algo muy injusto pero, realmente, no lo es: nosotros, al poner el partido en la tele, comprar su camiseta o ir al estadio a verlo, estamos eligiendo democráticamente que merece más la pena ver jugar a Messi que invertir en investigación para la cura de enfermedades. Si somos imbéciles, al menos, nadie nos está obligando a serlo. Nozick defiende el derecho a decidir por encima de la obligación moral de ayudar a los otros. Nos merecemos, con total justicia, la sociedad que tenemos pero, al menos, la habríamos elegido nosotros.
Pero la idea a la que queremos llegar es esta: ¿es cierta, o al menos posible o deseable, la igualdad de oportunidades? Si echamos un somero vistazo a la realidad social que nos rodea vemos que, con total contundencia, la igualdad de oportunidades no existe. Un chico proveniente de una familia rica y culta que le proporciona todas las facilidades para que estudie, no parte en igualdad de condiciones que otro de familia humilde, que comparte su minúscula habitación con otros tres hermanos, que no tiene ni siquiera un buen escritorio donde estudiar, y al que su padre le repite una y otra vez que no pierda el tiempo con los libros y que se ponga ya a trabajar y a ganar dinero.
¿Cómo podríamos solucionar algo así? Completamente imposible: habría que aislar a todo recién nacido de sus influencias familiares, educándolo estatalmente en una especie de comuna tal y como soñaba Platón, lo cual no parece para nada deseable. A mí me gusta muchísimo más una sociedad con una gran diversidad de familias que inculquen a sus hijos los más distintos valores y objetivos vitales, que otra en la que todos los niños sean educados por igual en la competencia por maximizar el éxito socio-económico.
Pero es que ni aún así habría igualdad de oportunidades porque, de nuevo, cada niño no partiría desde la misma posición. A día de hoy tenemos cada vez más evidencias que relacionan el cociente intelectual o la capacidad de esfuerzo de una persona con sus genes. Entonces, cuando una persona nace con unos genes que le dan un CI más alto que el de sus competidores, ya no parte desde la misma línea de salida, sino que tiene una ventaja crucial. Yo, como profesor, me encuentro constantemente ante la injusticia de tener que poner buena nota a alumnos vagos pero muy inteligentes, mientras que suspendo a otros que trabajan mucho más que ellos, pero que están menos dotados intelectualmente. Tener o no talento es consecuencia de la lotería genética, y no hay nada más injusto que la lotería.
Segundo mito del liberalismo: la meritocracia. De nuevo, parece razonable aceptar desigualdades siempre y cuando el que recibe más lo haga en función de su mérito. Solo nos parecería injusto el hecho de que alguien obtenga más que los demás si no lo merece. Echemos, de nuevo, un vistazo a nuestra sociedad: ¿se da una clara meritocracia? De nuevo, parece que no ¿Por qué? El fallo reside aquí en las diferencias de remuneración: no existe una correspondencia entre la distribución de los beneficios y el mérito.
Un ejemplo: Messi cobra unos 40 millones de euros, mientras que el sueldo anual de un médico en España puede rondar los 30.000 euros. Hacemos el sencillo cociente y comprobamos que Messi cobra 1.300 veces más que un médico. Es difícil cuantificar el mérito de lo que hace un futbolista de élite pero por mucho que le demos vueltas, no creo que tenga 1.300 veces más mérito que lo que hace un médico. En nuestro mundo la distribución de la riqueza es, claramente, injusta y no obedece a criterios de mérito (seguramente, influye muchísimo más la suerte que el talento como sostiene este estudio). Esta página te ofrece ver en qué posición estás con respecto al resto del mundo en función de tus ingresos (curioso que si eres un mileurista en España estás dentro del 7% de las personas más ricas del planeta).
La igualdad de oportunidades y la meritocracia, dos principios básicos sin los cuales nadie aceptaría el liberalismo como sistema de distribución de bienes sociales y económicos son mitos. Y, evidentemente, la idea de que se autorregulan de alguna manera sin la injerencia de los estados mediante la mano invisible de Adam Smith es, igualmente, un mito.
Entonces, ¿ya está? ¿Nos lanzamos a las calles para destruir los cimientos de nuestro sistema? De ninguna manera. Que estos dos principios básicos sean imposibles, y ni siquiera deseables si los aplicáramos con todo su rigor, no implica que no puedan utilizarse como ideales regulativos. Lo explico: nunca los conseguiremos plenamente, pero eso no quita que tengamos que estar constantemente intentándolo ya que, dada cualquier situación concreta, será más justa si en ella se dan que si no. De hecho, no podemos renunciar a ellos porque nadie querría vivir en la plena injusticia. Imaginad un mundo en el que no exista en absoluto respeto por la igualdad ni por la meritocracia… ¡Sería algo así como volver al estado natural de Hobbes en donde homo homini lupus!
¿Y cuál es la forma de llevar esto a la práctica? Cuando se entra en discusiones en las que se defiende o ataca la educación pública, creo que el gran argumento a su favor está aquí: servir de trampolín socio-económico. La educación pública será el gran catalizador de la igualdad de oportunidades y de la meritocracia. Va a permitir que individuos mejoren su situación en base a su mérito y talento y, al fomentar esa movilidad social, sirve para reducir la desigualdad extrema. Sirve, en este sentido, como un re-distribuidor de riqueza y estatus social. Por eso es tan sumamente importante defender nuestros sistemas educativos, y no llego a entender la pequeña partida presupuestaria que un país como España les administra.
Con esto no estoy diciendo, huelga decir, que no debería existir la educación privada. Me parece totalmente saludable que exista, sobre todo porque es muy positivo que existan centros de enseñanza alternativos al modelo oficial del estado, de modo que se fomente la divergencia de formas de ser y pensar. Además, con ella se posibilita el derecho de los padres a elegir qué tipo de educación deben recibir sus hijos. No obstante, la educación privada debería ser minoritaria o, al menos menos importante que la pública, debido a que una sociedad donde la privada fuera mayoritaria la función esencial de trampolín social quedaría diluida.
Nozick defiende la idea de un estado mínimo que, por un lado parece muy aceptable pero por otro no. Sostiene que solo debe existir el estado necesario para mantener los derechos fundamentales (que para él, esencialmente, es el derecho a la propiedad). Estoy de acuerdo en que es cierto que el estado no debe engordarse innecesariamente (y de hecho sucede muchísimo, siendo un síntoma inequívoco de corrupción), pero difiero en lo que debe considerarse por «mínimo», porque para mí hay tres elementos que jamás podrían ser completamente privados: sanidad, educación y justicia. Nozick argumenta a favor de una sanidad y una educación completamente privadas, pero no consigue hacerlo con solvencia cuando nos referimos a la justicia. Y es que no hay por dónde cogerlo: ¿cómo sería posible una justicia privada? ¿Cómo podríamos tener un sistema de justicia privado que diera el mismo servicio a pobres y a ricos?
El análisis se plantea desde el positivismo, es decir, cuando alguien tiene mejores condiciones que otros. En este caso parece sencillo proponer ciertas condiciones iniciales para equilibrar inequidades de origen, las que obviamente pagarán a través de sus impuestos los exitosos, puesto que el estado no hace aparecer el dinero (en los estado normales), solo distribuye lo que recauda.
Ahora bien, qué pasa con aquellos individuos cuya genética los hace conflictivos socialmente, o simplemente los lleva a ser buscadores sistemáticos de ventajas frente a los débiles o incautos, eso sin contar a los sicópatas y otros sociopatas irredimibles que también los hay en número no despreciable.
Tampoco debemos desdeñar el hecho de que muchos de estos individuos disfuncionales (en términos de la coexistencia social) pueden llegar a ser exitosos en cuanto a obtener posiciones de poder en todo tipo de áreas.
En fin, no solo están los que no logran ser capaces de hacer o ser socialmente productivos y respetuosos de las leyes comunitarias, sino que por el lado opuesto están los individuos cuyas «habilidades», incluso extraordinarias, pueden ser muy perjudiciales para la sociedad.
Así que en términos de las bases que deben considerarse para una convivencia social y armoniosa justa, aparte de la justicia, debe tenerse en cuenta la reducción de derechos a los que por su naturaleza (genética) atenten contra el espíritu positivista.
Saludos
«La educación pública será el gran catalizador de la igualdad de oportunidades y de la meritocracia.»
¿Qué opina de la hipótesis de que la educación pública es regresiva? El ejemplo típico del obrero pagandole la educación al hijo del rico…
«para mí hay tres elementos que jamás podrían ser completamente privados: sanidad, educación y justicia»
Efectivamente, veo problemas con la justicia. Pero sanidad y educación (y pensiones) parecen muy preferibles vía mercado. Dice usted, o del texto extraigo, que ve con buenos ojos que la sociedad elija descentralizadamente. Pero en sanidad y educación no le parece tan bien. ¿Es posible que esté asimilando los conceptos de privado y universal? ¿Es consciente de que, organizándose la oferta de forma privada, podríamos los consumidores estar «eligiendo democráticamente» incluso aunque siga siendo el Estado vía impuestos quien financie dichas decisiones?
Gran Blog, no me pierdo sus artículos.
Un saludo.
El liberalismo nunca dice eso de las igualdades de oportunidades. Eso es una mentira que la escucho mas frecuentemente en los argumentos socialistas. El mundo es injusto? Quiza, pero mas injusto es tener que quitarle a alguien con tal de que avance otro. El liberalismo por eso se llama así, porque cada ser humano es libre de obrar, siempre y cuando respete a los demas. Y es libre de actuar si quiere mejorar, o empeorar, o quedarse así. El elige. A decir verdad a mi no se me hace injusto al contrario es lo mas justo en este mundo de desigualdad, al menos tu tienes la oportunidad de actuar para superarte. Promulgar la violencia en pos de hacer justicia ese sí es uno de los grandes mitos de nuestro tiempo y es el causante de que gente maligna se aproveche de ese argumento para obtener el poder y gobernar. De hecho, los supuestos defensores de la «igualdad y la justicia» han sido los mayores causantes de injusticia y desigualdad en el mundo. Y su verdadero origen no está en el altruismo, sino en la envidia.
Educación pública trampolín socio económico? Pero que gran mentira. Me parece que tu eres el que esta cimentando mitos. La educación pública es la que manipula, controla, idiotiza y zombifica a la población en general. Es que desde el término esta mal. No es pública. Es Estatal. Ahí esta la falla de tu razonamiento. Y te va a educar de acuerdo a sus intereses, en sus términos y condiciones, con tal de afianzar mas su poder. La educación privada no hace eso porque, de nuevo, tu eliges. Si te educan con basura, vas a otro lugar mejor. La instituciones educativas mas formativas son las que triunfan en el mercado.
La meritocracia : Messi gana millones, un doctor que investiga el cancer no. Injusto? Lo dudo. Es que otra vez vamos a lo mismo. Eso no tiene nada que ver con el liberalismo, es mas una onda de mercadeo. Estas nombrando mitos que erróneamente se les asigna al liberalismo. Si, nos puede parecer injusto que messi gane mas que un doctor que salva vidas. Pero a millones de aficionados no. Por eso pagan su boleto, porque millones valoramos un entretenimiento que salvar vidas. Esto es mas de mercado, igual los costos en tratamientos oncológicos disminuyen dia a dia, y tambn es una mega industria, mueve miles de millones de dolares. La idea es hacer dinero, y el fútbol hace muuuucho dinero. La industria médica tambn. No creo que esten tan en conflicto. La inversión va a ir donde este el dinero, es lo lógico. La industria anticancer no lo hace tanto como quisiera, por eso los doctores no ganan tanto. Digamos que no es de méritos, es de quien hace mas dinero. Fin.
Ahora, nos ponemos a llorar porque messi ganó?……….https://www.google.com/amp/s/laopinion.com/2019/05/31/messi-construye-el-hospital-contra-el-cancer-infantil-mas-grande-de-europa/amp/
Que si es de meritos, que si nozick, que rawls, moraleja: quieres hacer el bien? Has dinero. Como Messi.